Ha muerto Alejandro Olivares Pérez. Luego de varias semanas de agonía, este miércoles 19 de septiembre, su voz de trabajador sencillo y cantante popular se acalló para dar paso a las tertulias recordatorias y homenajes bien merecidos. Y como no, si toda su vida la dedicó a la lucha social y a la conquista del […]
Ha muerto Alejandro Olivares Pérez. Luego de varias semanas de agonía, este miércoles 19 de septiembre, su voz de trabajador sencillo y cantante popular se acalló para dar paso a las tertulias recordatorias y homenajes bien merecidos.
Y como no, si toda su vida la dedicó a la lucha social y a la conquista del socialismo, y cuando otros ex militantes revolucionarios se reconvirtieron al capitalismo neoliberal, este hombre sencillo siguió reivindicando su militancia revolucionaria y su lucha sindical continuó junto a sus camaradas.
Su extracción de clase y su convicción lo esculpieron como un imprescindible, de aquellos que luchan toda una vida. Hijo de Vicente y María, nació en el puerto de San Antonio el 21 de enero de 1952. Desde muy joven colaboró con la lucha de los trabajadores, siguiendo la senda de su padre y sus siete hermanos: Vicente (el mayor que fue el único que «nunca se metió en nada»); Nelson (dirigente en Arica); Juan (dirigente sindical de ENAFRI, de la CUT y del MIR); Marcial; Simón (dirigente portuario); Mario (dirigente sindical de la central El Toro de ENDESA); y Gabriel.
Alejandro participó en la estructura juvenil del Frente de Trabajadores Revolucionarios, FTR, y durante el gobierno de la Unidad Popular formó parte del Departamento Juvenil de la Central Única de Trabajadores, CUT, donde participaban activamente su padre y la mayoría de sus hermanos. Participó en la toma de terrenos que dio origen al campamento Nilton Da Silva detrás de lo que ahora es el Hospital del Profesor en las cercanías de Amengual con Coronel Tuper, actual comuna de Estación Central. Allí fue instructor sindical.
Con la asonada represiva contra la clase trabajadora que se inicia a partir del golpe militar la familia Olivares es prácticamente aniquilada y disgregada. El primero en desaparecer fue Mario, quien en la madrugada del 19 de septiembre de 1973 fue arrestado por un contingente de carabineros, militares y civiles en Los Ángeles, de quien nunca más supo hasta noviembre de 2002, cuando el Instituto Médico Legal comunicó que los restos encontrados en Nacimiento correspondían a Mario Olivares.
Luego, el 28 de febrero de 1974, le siguió su padre Vicente, militante del PC, de 57 años, quien fue encontrado en la población Los Nogales con una bala en la espalda; y el 7 de noviembre de 1980, Juan Olivares, quien se encontraba clandestino en Santiago como miembro del Comité Central del MIR organizando la Operación Retorno y que fue acribillado en un falso enfrentamiento.
Pero la situación no amilanó a Alejandro quien se incorpora a la organización de la Resistencia contra la dictadura hasta llegar a formar parte del Comando Michimalongo vinculado orgánicamente a la Fuerza Central de la estructura militar del Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
En 1980, Alejandro sale de la clandestinidad para abocarse a la lucha sindical participando en el Comité Coordinador de Trabajadores, CCT, que funcionaba al alero del Comité de Defensa por los Derechos del Pueblo, CODEPU. Como trabajador metalúrgico se incorpora a la FEMET, antigua federación sindical fundada en 1938. Producto de la persecución, golpizas y allanamiento perpetrados por los agentes de la dictadura, la organización sindical debe trasladarse desde la calle Cienfuegos hasta la avenida Independencia, donde se constituiría la FESIMET que luego se transformó en la actual CONSTRAMET.
Participó también en el Departamento de Capacitación Laboral, DECAL, de la Vicaría Zona Sur de Santiago, donde se logra impulsar la organización de los trabajadores del PEM y el POJH, planes de empleo que implementó la dictadura para enfrentar la crisis de implementación del neoliberalismo en Chile.
En 1983, Alejandro participó en la fundación del Sindicato de Trabajadores Independiente de Maipú, que luego se coordinó con otras organizaciones de distintas comunas del Área Metropolitana hasta conformar la Federación de Sindicatos de Trabajadores Independientes y Transitorios, FESIT, que dio importantes luchas y triunfos a los trabajadores que formaban parte de los planes de empleo de la dictadura.
En 1984 la FESIT se incorpora a la Coordinadora Nacional Sindical, CNS, y Alejandro forma parte del Comité Editorial del periódico «Trabajadores Adelante» de la estructura sindical del MIR.
En 1987 la CNS se incorporó al Comando Nacional de Trabajadores, CNT, que fue el principal impulsor de las protestas contra la dictadura, hasta la constitución de la Central Unitaria de Trabajadores en agosto de 1988 en Punta de Tralca donde formó parte del Consejo Nacional hasta el año 1992.
A mediados de la década de los noventa se reincorpora a la lucha política formando parte del MIR Dirección Nacional, y apoyando la reactivación de las organizaciones sociales y sindicales con su palabra solidaria y su canto popular que alegró tertulias, reuniones, peñas y encuentros durante estos oscuros años de neoliberalismo concertacionista. Hasta sus últimos días estuvo preocupado del reagrupamiento de los revolucionarios y el fortalecimiento de la organización sindical.
Sus restos fueron velados en su hogar de la comuna de Maipú y su funeral se efectuó el sábado 22 de septiembre en el cementerio parque El Sendero, ubicado en el límite de las comunas de Pudahuel y Maipú.