1. Próxima publicación íntegra de la tesis inédita del Dr. Salvador Allende para optar al título de Médico-Cirujano de la Universidad de Chile, en mayo de 1933, titulada Higiene Mental y Delincuencia. 2. Alerta acerca de un libelo difamatorio sobre Salvador Allende en circulación. I Inminente publicación de la tesis universitaria del Dr. Allende Durante […]
1. Próxima publicación íntegra de la tesis inédita del Dr. Salvador Allende para optar al título de Médico-Cirujano de la Universidad de Chile, en mayo de 1933, titulada Higiene Mental y Delincuencia.
2. Alerta acerca de un libelo difamatorio sobre Salvador Allende en circulación.
I
Inminente publicación de la tesis universitaria del Dr. Allende
Durante el próximo mes de junio será publicada el texto íntegro. En ella estudia Allende las escuelas vigente en 1933 en medicina legal y criminalística acerca de la personalidad del delincuente, sus orígenes y los métodos para prevenir el delito y rehabilitar al delincuente.
La publicación del texto íntegro de la tesis de 1933 tiene el interés de aportar un eslabón, hasta ahora desconocido, de la coherencia de Allende a lo largo de su vida con principios de progreso social y cultural mediante el desarrollo de la democracia política y económica, el respeto a los valores humanistas y la condena de toda forma de discriminación racial y antisemitismo.
En esta tesis el joven Allende menciona las observaciones del criminólogo italiano Lombroso sobre la supuesta relación entre los hindúes, árabes, gitanos y hebreos y determinados tipos de delito. Allende concluye que Lombroso no ha demostrado que la raza influya en la delincuencia («carecemos de datos precisos para demostrar este influjo en el mundo civilizado», sostiene Allende).
El joven estudiante de Medicina menciona las tesis del entonces famoso endocrinólogo Nicolás Pende sobre los italianos del sur, los españoles y los ingleses en relación con la actividad del tiroíde. Tras ello Allende concluye, con los españoles Suñer y Jiménez de Asúa, que son insuficientes, simplistas y unilaterales las doctrinas de las escuelas endocrinológicas que, como las referidas al tiroide y al timo, ven en la secreción interna de las glándulas la única explicación del crimen.
Allende sitúa dentro de la categoría de «delitos colectivos» a los entonces nacientes movimientos nazi-fascistas, que, sin citarlos por su nombre, describe así: «la crisis económica mundial, y la inestabilidad política existente, ha creado instituciones armadas con caracteres de partidos políticos, que se combaten con suma violencia en diferentes países».
En su tesis Allende estima que tienen una naturaleza criminal algunos líderes de masa que utilizan la fuerza para «imponer sus principios por sobre todas las cosas». Sin nombrar a Hitler por su nombre, describe este fenómeno coetáneo en los siguientes términos:
«Así se explican algunos aspectos verdaderamente trágicos que adquieren estos delitos colectivos, pues en las multitudes se desarrolla, con excesiva facilidad, un fenómeno psicopatológico, que eminentes psiquiatras han estudiado, y que se considera como un virus destructor. Nada más fácil entonces que la influencia perniciosa que sobre las masas pueda ejercer un individuo en apariencia normal, y que en realidad al estudiarlo nos demostraría pertenecer a un grupo determinado de trastornados mentales.»
Y acto seguido Allende condena el uso del terror como método de Gobierno:
«La historia es propicia en estos ejemplos, y así vemos que a la luz de la psiquiatria se comprende y se justifica el extravío colectivo motivado por la impulsabilidad irreflexiva de un dirigente. Y así tenemos que Robespierre, Marat y otros han sido clasificados en distintos cuadros patológicos.»
Allende concluye su tesis afirmando su confianza en el libre albedrío y la conciencia humana de los hombres:
«nuestro pensamiento se identifica plenamente con Mariano Ruiz-Funes, cuando dice: ‘Si es cierta la frase de Taine, de que cada hombre lleva dentro de sí un Fidias capaz de esculpir las más supremas grandezas, pero susceptible también de dar vida a las mayores monstruosidades, no es menos cierto que cada sociedad modela sus delincuentes o hace a sus hombres superiores, y que, en uno y otro caso, en lo individual y en lo social, un imperativo ético obliga a decidir toda actividad en un sentido de superación. Si no ocurre así, es seguro que nuestra conciencia se gravará con la idea de hallarnos ante un escultor mediocre, merecedor de nuestro desden.»
II
Alerta acerca del libelo en circulación de Victor Farías
El propósito difamatorio queda ejemplificado en el tratamiento del caso del criminal de guerra nazi Walter Rauff.
1) Silencia Farías que el Gobierno de Allende posibilitó que Rauff fuera interrogado el 28 de junio de 1972 en la Embajada de la República Federal de Alemania en Santiago por un funcionario judicial alemán.
La declaración fue tomada en relación con el proceso que se seguía en Alemania contra el oficial de las SS Bruno Streckenbach. El texto íntegro de la declaración está publicado por Nizkor en http://www2.ca.nizkor.org/ftp.cgi/people/r/rauff.walter/Rauff-deposition-translation.
2) Tergiversa el modo en que el Presidente Allende se solidarizó con Wiesenthal, al tiempo que le explicó que el Estado de Derecho vigente en Chile obligaba al Presidente cumplir lo dispuesto en la resolución de la Corte Suprema de 1963 relativa a Rauff
Así lo describe Simon Wiesenthal en su libro Justicia, no venganza [1] , en los siguientes términos:
«Rauff tenía suerte: según el régimen chileno de la prescripción no cabe inculpar a alguien de asesinato una vez transcurridos quince años, y cuando la Corte Suprema en Santiago consideró el caso habían transcurrido diez y ocho años. Por tres votos contra dos fue rechazada la solicitud de extradición. Un juez de Hanover queuvo en Chile interrogando a Rauff en el proceso contra Pradel regresó convencido de que solamente sería posible atrapar al Obersturmbannführer si llegaba al poder en Chile un régimen distinto. Ocho años después ocurrió justamente eso: el socialista Salvador Allende se convirtió en jefe de estado. Eel 21 de agosto (de 1972) pude entregar al embajador en Viena, el profesor Benadava, una carta a Allende en la que llamaba su atención sobre el caso Rauff. Allende contestó muy cordialmente, pero indicó lo difícil que resultaba reabrir un caso cuando la Corte Suprema ya lo había sentenciado. Pedí a Allende que examinara la posibilidad de deportar a Rauff, que aún no se había naturalizado en Chile: podemos tener la manera de proceder contra él en un país con legislación más favorable. Pero antes de que Allende pudiera contestar mi segunda carta hubo un golpe de estado y murió Allende». [2]
Son las palabras firmadas por Wiesenthal las que desmienten las que en su libelo le atribuye Farías, sin soporte alguno.
Hay motivos para sospechar que Farías también hubiera podido falsificar o manipular el texto de la carta que atribuye al Presidente Allende en respuesta a la del Sr. Wiesenthal. No publica una fotocopia de la carta sino un texto re-mecanografiado por alguien no identificado, sin sello ni fecha ni numero de registro, con el encabezado «Ministerio de Relaciones Exteriores», y, en el pie, «Presidente de Chile» tras el nombre «Salvador Allende G.». Los tres hechos son inconcebibles en la correspondencia del Jefe del Estado, que escribía en hojas con membrete de la «Presidencia de la República» que firmaba con su sólo nombre (sin agregar «Presidente de Chile»), y era transmitida con fecha y registro de salida. Abunda en la sospecha que Farías no identifica la fuente de los documentos cuando se limita a decir que «los he encontrado en el archivo del Dokumentationszentrum de Viena». [3] Una omisión grave en un académico profesional que elude identificar el número de caja y/o legajo donde se encuentra el documento que pretende haber hallado.
3. Silencia Farías que Pinochet protegió a Rauff frente a quienes querían someterlo a juicio
Así se puede leer en la carta que el Director del Simon Wiesenthal Center, Dr. Efraim Zuroff, dirigió el 23 de noviembre de 1997 a Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel [4] . Su texto es el siguiente:
«Centro Simon Wiesenthal
23 Cheshvan 5758
23 de Noviembre de 1997
Primer Ministro Benjamin Netanyahu
Jerusalem
Estimado Sr. Primer Ministro:
Recientemente hemos tenido conocimiento de que el Comandante en Jefe del Ejército de Chile y ex Presidente de este país, General Augusto Pinochet, tiene el plan de visitar Israel. Aunque ha sido invitado por «Machshirei Tenua», una compañía privada, la visita tiene, sin embargo, implicaciones públicas
importantes que nos han llevado a escribir esta carta.
El General Pinochet fue durante muchos años un dictador que, de modo deliberado y sistemático, ignoró los principios de los derechos humanos y de la democracia. Durante su presidencia, muchos de sus adversarios políticos fueron asesinados, entre ellos numerosos judíos. Estos hechos son, en mi opinión, causa suficiente para evitar su visita a Israel, pero me permiten agregar una dimensión adicional que guarda relación con las actividades del Centro Simon Wiesenthal.
Durante años, el General Pinochet proporcionó refugio a criminales de guerra nazis que habían huido a Chile, entre ellos al antiguo oficial de la SS Walter Rauff, el que inventó los camiones con gas en los que centenares de miles de judios fueron asesinados durante el Holocausto, en el campo de la muerte Chelmno, en varias partes de la Unión Soviética y en Yugoslavia. Después Rauff actuó en Túnez y en Italia, donde jugó un papel importante en las medidas adoptadas contra los judíos.
Después de la guerra Rauff huyó de Europa y se instaló en Chile. Estoy muy consciente de los muchos esfuerzos realizados por el Centro Wiesenthal y otros organizaciones judías, a fines de los años setenta y comienzos de los ochenta, para convencer a las autoridades chilenas, encabezadas por Pinochet, de que extraditaran a Rauff a Alemania, cuyas autoridades tenían el propósito de enjuiciarlo. Pinochet, sin embargo, claramente rechazó acceder a esta petición y defendió al criminal de guerra nazi (quien murió en Chile en 1984).
Desde un punto de vista moral, el Estado de Israel, como hogar nacional del pueblo judío, no puede recibir huespedes como Pinochet, que han causado tanto daño, pena y dolor a los judíos. Requiero, por tanto, su intervención en relación con este penoso tema, de modo que evitemos la visita de este dictador asesino, defensor de los crímenales de guerra como Walter Rauff. Por favor, evítennos esta situación embarazosa.
Atentamente le saluda,
Dr. Efraim Zuroff
Director»
4. Silencia Farías lo que es público y notorio, que la relación de Salvador Allende con todos los credos, creencias y etnias en Chile, sin distinción alguna, fue siempre excelente, de joven y de adulto,.
III
Todas y cada una de las supuestas «descubrimientos» y «hallazgos» que Farías dice haber encontrado respecto de Salvador Allende son, igualmente, una sarta de falsedades, sin justificación alguna.
*** ***
Para más información sobre la próxima publicación pueden dirigirse a la Fundación Presidente Allende (España).
Madrid, 17 de mayo de 2005
FUNDACIÓN PRESIDENTE ALLENDE
Tel. 34-91.531.19.89
Fax 34-91.531.68.11
E-mail: [email protected]
[1] Wiesenthal (S.): Justice, Not Vengeance. N. York, Grove Weidenfeld, 1989 1st US edition; Weidenfeld and Nicholson London 1989, pp. 62-64.
[2] «But Rauff was lucky: under the Chilean statute of limitations murder charges cannot be brought after fifteen years, and when the Supreme Court in Santiago dealt with the case eighteen years had elapsed. By three votes to two the application for extradition was rejected. A judge from Hanover, who went to Chile to interrogate Rauff in the action against Pradel, returned with the conviction that it would only be possible to get hold of the Obersturmbannführer if a different regime came to power in Chile.
Eight years later just that happened: the Socialist Salvador Allende became head of state. On 21 August I handed over to the Chilean ambassador in Vienna, professor Benadava, a letter to Allende, drawing his attention to the Rauff case. Allende relied very cordially but pointed to the difficulty of reopening a case when the Supreme Court had already handed down a judgment. I requested Allende to examine the possibility of having Rauff, who was not yet a Chilean citizen, deported: we might be able to proceed against him in a country with a more favourable legislation. But before Allende could answer my second letter there was a coup and Allende lost his life.»
[3] FARIAS (V.): Los nazis en Chile, Barcelona, Seix Barral, 2000, pp. 450-453.
[4] Una copia de este documento fue aportada por el Dr. Efraim Zuroff en diciembre de 1998 al proceso que se sigue contra Pinochet en la Audiencia Nacional de España, por genocidio, terrorismo y torturas.