Algo está pasando en Colombia y se lo debemos a Duque. En 14 meses, el presidente, ha destruido lo que a Uribe le costó más de 20 años en construir. Durante mucho tiempo, Uribe, utilizando todos los medios y mecanismos posible, logró construir una idea que inculcó en la mente de muchos colombianos, de que […]
Algo está pasando en Colombia y se lo debemos a Duque. En 14 meses, el presidente, ha destruido lo que a Uribe le costó más de 20 años en construir.
Durante mucho tiempo, Uribe, utilizando todos los medios y mecanismos posible, logró construir una idea que inculcó en la mente de muchos colombianos, de que él era un elegido por la Divina providencia, de que representaba la salvación del país, para llegar allí, se alió con lo más corrupto y delincuencial de la vida política y social de Colombia, traicionó a sus amigos, eliminó de la vida política a todo el que se le atravesó, se puso al servicio de narcotraficantes y políticos corruptos, vendió el país a multinacionales y gobiernos extranjeros, se juntó con gente sin principios y sin ética, se rodeo de delincuentes y al final, logró que medio país se creyera que un nuevo enviado de Dios había aterrizado sobre este pedazo de planeta.
Necesitó Uribe, 8 años de gobierno para terminar de corromper lo que quedaba sin contaminar, militarizó el país, llenó a pueblos y veredas de tumbas anónimas, vendió las más rentables empresas del Estado, destruyó lo poquito de dignidad que nos quedaba y cuando él, Uribe, creía que su tarea estaba terminada, apareció Duque.
Verdad que Duque es un inepto, que nada le funciona, que sus ministros ni lo consultan ni se consultan, que se odian entre si, que son más mediocres que él, que no logran salir de un escándalo para meterse en otro, que los gobernantes de los países vecinos no lo consideran el Presidente de Colombia, pero, se necesita mucha audacia para en solo 14 meses echar por tierra lo que a su jefe le costó tanto esfuerzo construir.
El mito uribista
Lo primero que este paro ha demostrado, es que el cuento de que Colombia era un país uribista, es un mito, o por lo menos, es una idea que comienza a esfumarse, especialmente, la idea de que Medellín es una ciudad uribista, es un mito que comienza a desaparecer, los miles y miles de personas que salieron a marchar en Medellín, hoy 21 de noviembre de 2019, demuestran que en Medellín, los antiuribistas, somos más; porque este paro, estaba programado contra Uribe y sus métodos criminales, contra la corrupción, contra el mal gobierno.
Es determinante el papel de Duque en el deterioro acelerado de la imagen de Uribe, si este gobierno no fuera tan inepto, tan incapaz, habría sido más difícil desmontar esa idea de elegido que rodeaba a Uribe, en estos 14 meses, el país se ha venido al garete; Colombia no tiene timonel, a Duque no lo obedece nadie, el da un discurso pero sus ministros radican proyectos que van en contravía de lo que él dice; el gobierno, está integrado por personajes al servicios de los terratenientes, de los banqueros, de las multinacionales, del FMI y del Banco Mundial, son personas sin ningún arraigo con los colombianos, a los que la suerte del país les importa muy poco, provenientes de una clase oligárquica sin sentimientos, sorda a los sucesos que pasan en los países vecinos y que piensan que Colombia está compuesta por ciudadanos conformistas a los que se les puede tratar como esclavos.
Y no se han dado cuenta, que en Colombia se comienza a generar una indignación popular que se organiza y se manifiesta y que esos ciudadanos, en su mayoría jóvenes, no creen ya, en el cuento de la predestinación de Uribe y comienzan a bajarlo de su pedestal. Solo en 14 meses, su imagen ha sufrido tal deterioro que ha entrado en un proceso irreversible, el mesías, comienza a morir lentamente, será un proceso largo y todavía producirá mucho dolor y mucho mal, pero no tiene regreso y en eso, la incompetencia del gobierno de Duque jugará un papel decisivo.
Uribe y uribismo.
Claro que hay que diferenciar entre Uribe y uribismo. Uribe es un personaje criminal, malévolo, lleno de odio y resentimiento, que sueña con vivir en un país rodeado de alambradas. El uribismo es una ideología, una manera de concebir al mundo y al país. Racistas, xenófobos, fanáticos, que utilizan la religión como un pretexto para imponer sus ideas clericales, proimperialistas, con ideas feudales, de mentalidad traqueta, que se une y convive con los delincuentes, con los corruptos, con los violadores.
Esa mentalidad, está viva, ahí; encontró en Uribe su vocero, su representante y lo subió a un pedestal y el desmorone de su ídolo, no le afecta mayormente, está a la espera que aparezca otro líder que promueva sus ideas.
El uribismo, es una corriente ideológica más difícil de derrotar y si Colombia quiere entrar al mundo de los países civilizados, modernos, deberá superar esa mentalidad paraca y traqueta que nos corroe.
Superar esta Uribe noche, no será obra de la improvisación y el expontáneismo, será necesario una propuesta política democrática, popular, moderna, que actualmente no existe, necesitamos construir una propuesta propia, coherente, y que represente a esos miles y miles de jóvenes y adultos que hoy salieron a la calle pero que no se sienten representados en los paridos políticos alternativos o progresistas.
Ese divorcio que existe entre movimientos sociales y movimientos políticos debería preocuparnos, hacernos preguntar por qué esa gente que se moviliza no cree en nosotros, por qué no nos vota, por qué no nos apoya; por qué si se movilizan para rechazar a un mal gobierno, no se movilizan para elegir a un buen gobierno.
Será porque los partidos políticos alternativos y progresistas se diferencian muy poco de los partidos de la derecha. Será porque los dirigentes alternativos o progresistas que resultan elegidos resultan más corruptos que los de la derecha. Será porque no tenemos propuestas políticas realmente diferentes a la de los políticos de la derecha. Será porque no hacemos política para beneficio del pueblo sino para nuestro propio beneficio.
Algo está pasando en Colombia y los sectores progresistas y democráticos nos debemos pellizcar y construir una propuesta que sea realmente interesante y que represente a esos miles y miles de colombianos que quieren trabajar por un país mejor, más incluyente, más solidario, moderno, más humano.
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