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Algo más sobre el populismo en Colombia

Fuentes: Rebelión

Mi antiguo y viejo amigo Fidel, quien todavía me lee, me ha enviado una opinión sobre mi último artículo relacionado con el Populismo. Le respondí que con el término Populismo, sucede lo mismo que con el término “vaina” del castellano colombiano. Puede ser todo o nada, o simplemente cualquier vaina. Sin embargo, creo que hay que ampliar un poco más la discusión y dar una somera explicación, así sea de manera somera.

Para empezar, quisiera decir que el término político de Populismo empieza a usarse en la lucha de clases en la Rusia Zarista especialmente en las tres últimas décadas del siglo XIX, con la consigna que les dio su nombre de “Ir al Pueblo”, lanzada por un grupo heterogéneo de intelectuales de la pequeña burguesía urbana (como los llamó Lenin) que vistiendo ropas de campesinos fueron a las aldeas alejadas rusas,  con la idea (bastante idealista por cierto) de levantar en rebelión a la gran masa de campesinos rusos que se encontraban en proceso de descomposición y proletarización; que eran  explotados y brutalmente servilizados por los kulaks o campesinos ricos, por terratenientes, popes, usureros y comerciantes citadinos, a medida que el capitalismo se desarrollaba en las ciudades rusas y se expandía por todo el país, haciendo a esta enorme masa poblacional campesina su objeto de explotación inmisericorde. De aquella histórica experiencia política, actualmente quedan tres ideas fuera de su idealismo ingenuo: Su desconfianza política hacia la clase obrera urbana, en muchos casos hostilidad franca que tanto irritó a Lenin, el apego a la figura del jefe conductor y guía, y, la convocatoria al llamado pueblo llano: a los descamisados, hoy el precariado.

La crisis económica del sistema capitalista mundial que llevó a la primera guerra mundial y a la revolución rusa, puso en salmuera el término. Pero, en la entreguerra, (1918-1939) la socialdemocracia europea lo volvió a poner en circulación al acuñar el termino de Totalitarismo, con el cual pretendió igualar formalmente a los regímenes nazi y soviético al comparar a Hitler con Stalin en su aspecto aparente de “dictadura”, sin tener en cuenta el contenido objetivo y real de cada uno de estos dos regímenes en sus aspectos económicos, sociales y supraestructurales. La demagogia y las mentiras de la propaganda contenidas en las movilizaciones de masas del nazi-fascismo fueron amasadas en el término de Populismo de derecha; mientras que las grandes movilizaciones proletarias de contenido social, popular con reivindicaciones revolucionarias se velaron con el calificativo de Populismo de izquierda.

El termino adquirió así una connotación diferente al ocultar, precisamente, el carácter de clase del nazi fascismo, al obviar que este no es cual cualquier dictadura, si no la más sangrienta y despiadada del capital financiero mundial.

Vino luego la crisis económica del 30, la segunda guerra mundial y la destrucción de los regímenes y Estados nazi fascistas, con el esencial y fundamental aporte del Estado soviético, el Ejército Rojo y los Pueblos soviéticos que liberaron al mundo y contradijeron la tesis del Totalitarismo de izquierda y de derecha. Pero como no hubo la destrucción de la ideología ni de la teoría nazi fascista, esta siguió evolucionando y sirviendo de punta de lanza revestida con nuevos ropajes, en el nuevo periodo que surgía una vez acabada la guerra caliente y comenzada la Guerra Fría, bajo la hegemonía omnipotente estadounidense, y las sucesivas oleadas reaccionarias regresivas del sistema imperialista mundial, tan conocidas en el mundo actual y sobre todo tan sufridas.  

Entonces hubo necesidad de dar una nueva torsión al término, tomado sus aspectos más superficiales con el fin de generalizar la confusión y que el término original llegara a significar nada o todo, o como digo al inicio, cualquier “vaina”. Y así tenemos hoy que dentro del cajón de sastre del llamado Populismo, podemos aislar los siguientes elementos que bien pueden ser de la derecha, de la izquierda, o incluso del centro. Da igual. Tenemos:    

 1- Un jefe o caudillo guía (generalmente un demagogo bien hablado). 2- Que apela al Pueblo (los descamisados, hoy los “precarios” a causa de los robots y la inteligencia artificial) enfrentado a una “elite” corrupta que se debe reemplazar (la oligarquía transnacionalizada ha desaparecido junto con la explotación y la plusvalía). Y, para lo cual se debe usar (abiertamente) la demagogia*, las mentiras cínicas y la potente tecnología informática que posee el país (fake news). 4-Tocar el aspecto emocional y pasional de las situaciones. 5- Captar el voto de grupos concretos de población y de presión. 6- Rescatar la legalidad del Estado y sus instituciones, embolatada por la corrupción y la democracia liberal tomada por el clientelismo. 7- Promover el desarrollo del llamado Capitalismo Democrático o con rostro humano. 8 – Ir siempre de la mano de nuestro más antiguo amigo en el hemisferio occidental los EEUU de América. 9- Y, acabar de una vez por todas con la nefanda teoría marxista de la lucha de clases como motor de la Historia.

  *Dentro de la demagogia, es decir los halagos seductores de masas que no se van a realizar, cabe cualquier tema de moda, pero magnificándolo: Desde el cambio climático, la salvación de la selva, el cambio a energías limpias, o la paz y prosperidad que nos desea Papá Noel a todos, en todas las navidades, de todos los tiempos, cuidándose, eso sí, de que el Estado con sus Instituciones una vez saneado, teóricamente no sufra ni la más mínima transformación o adecuación que responda a las necesidades objetivas de su población.    

Si uno toma seriamente este corpus político, ya tan interiorizado en la conciencia popular por la acción cotidiana y persistente de la plataforma mediática domínate y analiza, por ejemplo, a los regímenes latinoamericanos “clásicos” llamados, calificados y catalogados por prestigiosos científicos de la ciencia política, bajo el proteico nombre de Populistas como el Getulio Vargas, Lázaro Cárdenas, J. Domingo Perón, Velasco Ibarra, o el del general Velasco Alvarado, y los compara con los regímenes así mismo calificados como Populistas en Colombia: el binomio pueblo-fuerzas armadas del general anticomunista Rojas Pinilla (gurropin) y el Estado de opinión del miniführer Uribe Vélez; realmente es poco lo que políticamente los unifica, talvez excepto la demagogia mencionada. Y un resultado todavía más decepcionante se tendrá si se confronta con los regímenes transnacionales más comentados como el de Trump, el de Bolsonaro, o con los prospectos del actual motosierra -Milei.

Con esto pretendo decira mis amigos como Fidel que todavía me leen, dos cosas: Una que el término Populismo, es inútil para “un análisis concreto de la situación concreta” como recomendaba Lenin, dada la diversidad de significados retorcidos que se le han dado. Y otra, que Colombia, gracias a la Movilización Popular hacia un Proceso Constituyente, soportado en una resistencia tan prolongada y heroica del Pueblo trabajador contra la Oligarquía transnacionalizada y vende patria; gracias a la ayuda del Viejo Topo ha resultado ser tierra estéril para la implementación total y definitiva de dicho término, a pesar de la motosierra con la que hoy amenaza Milei a Nuestramérica.         

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.