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Algunas reflexiones sobre el poder popular

Fuentes: Rebelión

Una de las características notables de la experiencia chilena, que fue brutalmente interrumpida por el golpe de estado del general Pinochet, y la muerte del presidente Salvador Allende, fue, sin lugar a dudas, la aparición de manifestaciones muy concretas y diversas de poder popular. Se entiende por poder popular las formas de organización que supieron […]

Una de las características notables de la experiencia chilena, que fue brutalmente interrumpida por el golpe de estado del general Pinochet, y la muerte del presidente Salvador Allende, fue, sin lugar a dudas, la aparición de manifestaciones muy concretas y diversas de poder popular.

Se entiende por poder popular las formas de organización que supieron darse las poblaciones, en particular de la periferia de las grandes ciudades, para hacer frente a las políticas desestabilizadoras de la oligarquía y de otros sectores acomodados de la sociedad chilena, con el apoyo manifiesto de los Estados Unidos, para derrocar al gobierno de la Unidad Popular, y que afectaban severamente la vida de esas poblaciones.

En estas condiciones de confrontación social, hemos podido ver la formación de organizaciones territoriales, unitarias y transversales, llamadas «cordones industriales», » comandos comunales» o «comités de coordinación» , que tomaron a su cargo múltiples tareas, tales como, entre muchas otras, la ocupación de las fábricas abandonadas por sus propietarios, para que la producción no se interrumpa, la organización del abastecimiento de zonas alejadas, la lucha contra el mercado negro y la especulación en la venta de productos alimenticios básicos, y el riguroso control de estos nuevos territorios en rebelión.

. Aunque profundamente comprometidos en la defensa del proceso de transformación pacífica que había comenzado el Presidente Allende, estas organizaciones fueron siempre autónomas tanto con respecto a los partidos de gobierno (principalmente el Partido Socialista y el Partido Comunista) como del propio gobierno. Por el contrario, en lo que respecta a la CUT (Central Única de Trabajadores) tuvieron frecuentes relaciones de colaboración mutua. Por lo demás, algunas de ellas, han llevado a cabo también operaciones en solidaridad con las luchas de sectores campesinos de zonas peri-urbanas.

– La importancia de la reflexión

El tema del poder popular en la reflexión política de la izquierda, es de una importancia fundamental porque plantea, por una parte, la cuestión de cómo imaginamos que va a producirse la tomar el poder y, por otra parte, de cómo el poder va se ejercer efectivamente en la nueva sociedad que queremos ayudar a crear. Sin embargo, en Europa, y particularmente en Francia, este tema no suscita un gran interés, incluso en las filas de la izquierda radical. Pero este no es el caso de otras partes del mundo, tales como, por ejemplo, en América Latina constantemente sacudida por convulsiones socio-económicas y políticas.

Esta problemática ha tenido su origen en los dos últimos grandes acontecimientos históricos: el colapso del socialismo real y el subsecuente desarrollo devastador del neoliberalismo a nivel mundial. En América Latina, como se recordará, este desarrollo fue precedido por la militarización de los Estados y de una feroz represión de los movimientos populares y de las organizaciones políticas de izquierda.

En tales circunstancias la propia idea del cambio social pareció perder toda vigencia en el mundo entero. En América Latina, las principales víctimas fueron las organizaciones que postulaban la toma del poder por la violencia y la construcción de una sociedad socialista. Estas se encontraron, prácticamente de un día para otro, muy disminuidas orgánicamente, y en una completa indigencia desde el punto de vista estratégico. En esos momentos, bien podía pensarse que hubiéramos llegado al final de la Historia.

– Les reacciones populares y las nuevas teorías

En 1994, sin embargo, apareció en el sur de México, el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional). Una insurrección indígena que va a causar una enorme sorpresa cuando declara que no quiere convertirse en un partido político y que no tiene como objetivo tomar el poder. Fundada en esta experiencia se va a desarrollar entonces la teoría de la » circularidad del poder». Para decirlo brevemente, los zapatistas afirman que, del poder, hay que huir (en lugar de tratar de tomarlo), ya que si así lo hicieran, perderían la autonomía conquistada y seria luego imposible recuperarla.

Para alcanzar sus reivindicaciones, precisamente un alto grado de autonomía, los zapatistas habían confiado en la solidaridad internacional, que fue, en efecto, extraordinaria en el mundo entero y que se prolongó durante un muy largo periodo. Sin embargo, eso no fue suficiente para forzar la mano de la oligarquía mexicana y, 20 años después, la situación en Chiapas sigue siendo la misma, con muy precarias condiciones de vida y siempre víctimas de la represión policial y de agresiones repetidas por parte de grupos paramilitares.

Pero el desarrollo devastador del neoliberalismo iba a encontrar en varios países de América Latina, una oposición inesperada: los movimientos sociales compuestos esencialmente por los estratos más pobres de la sociedad. Es a partir de estas grandes revueltas populares, que provocaron la renuncia de varios presidentes y frustraron la privatización de importantes servicios públicos, que va a formularse una nueva teoría del cambio social: el poder no se toma, sino que se construye, en la base, y a la izquierda -afirman-. Como esta teoría rechaza categóricamente cualquier relación con el Estado, y la intervención de los partidos políticos, y más aún, no quiere dotarse ella misma de una organización piramidal, sus seguidores son conocidos indistintamente como «autonomistas» u «horizontalistas».

En esta categoría se acostumbra a incluir todos los emprendimientos llevados a cabo por los diferentes sectores de la población de manera autónoma. Por esa razón se trata de una larga lista que abarca múltiples sectores económicos, como la producción, los servicios y aun el financiero, con la creación de numerosas monedas virtuales. Se trata de una realidad que ya no puede desconocerse. Según sus protagonistas, es de esta manera, multiplicando estas iniciativas autónomas y estableciendo coordinaciones a todos los niveles, que va a ser posible, finalmente, provocar el cambio social. Afirmación que yo no comparto.

– Un tema de educación popular, prioritario

Yo me inscribo, en efecto, en otra perspectiva, la de participar en la toma del poder. Es por eso que soy militante de un partido político. Sin embargo, también me interrogo, y voy a tratar de explicarme.

Mi sueño de una sociedad socialista, está directamente relacionada con la problemática del poder popular, que se discute hoy en América Latina. Si no es el pueblo organizado el que gestiona la nueva sociedad, esta no será nunca una sociedad socialista. Yo rechazo, por eso, enérgicamente, las caricaturas de poder popular que han creado en Cuba y en Venezuela.

Al mismo tiempo, creo que el surgimiento del poder popular no es, ni puede ser, un proceso que debe dejarse librado a la espontaneidad. Esto ocurrió así en Chile antes del golpe de 1973, y ocurrió también en Argentina cuando se produjo la gran crisis de 2001, con la proliferación de las asambleas «autoconvocadas», o en Bolivia, etc., experiencias que han rebasado su naturaleza social para ejercer un fuerte impacto en el dominio político. Sin embargo, lo mismo no ha ocurrido en Europa, por ejemplo, con los Indignados, frente a la ofensiva neoliberal de la troika (CE, BCE y FMI). Esas movilizaciones, que fueron largamente mediatizadas, se han desvanecido lamentablemente sin la menor consecuencia política.

Esto me lleva a pensar que la creación del poder popular, antes y durante el proceso de cambio social, debe ser también una tarea del Partido y del Estado, y que tiene incluso un carácter prioritario. El poder popular, es decir, la asunción por el pueblo de su propio destino, a través de sus propias organizaciones, es la más alta expresión de la conciencia política (o de clase) y debe necesariamente formar parte de la educación popular.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.