Cumplidos dos meses del gobierno de Sebastián Piñera, se pueden aventurar algunas ideas e incluso plantear criterios de análisis que ayuden a identificar el momento político que estamos viviendo. Los graves daños provocados por el terremoto del 27 de febrero, disminuyeron de manera considerable las expectativas del gobierno, se tuvo que pasar del cambio a […]
Cumplidos dos meses del gobierno de Sebastián Piñera, se pueden aventurar algunas ideas e incluso plantear criterios de análisis que ayuden a identificar el momento político que estamos viviendo.
Los graves daños provocados por el terremoto del 27 de febrero, disminuyeron de manera considerable las expectativas del gobierno, se tuvo que pasar del cambio a la re-construcción. El manejo de la agenda pública, ha quedado supeditada entonces a logros concretos, sin ellos cualquier proyección es difícil.
Desde el nombramiento del gabinete, siguiendo por su equipo de apoyo político y por las trabas puestas a su propio conglomerado, es posible afirmar que nos encontramos ante un Presidente con agenda propia, desarrollada con absoluta autonomía a pesar de los remilgos de la UDI.
En el vespertino La Segunda del 7 de mayo, Pablo Longueira, uno de los líderes históricos del conservadurismo, asume la crítica al gobierno desde dentro, cuestionando los nombramientos de los ministros, subsecretarios e intendentes: «la instalación de personas que muchas de ellas no tienen ningún grado de conocimiento de cómo funciona el Parlamento o el sistema político» para luego rematar «Ha faltado el equilibrio justo entre aquellos que hicieron un trabajo político durante 20 años para generar el triunfo y aquellos que estuvieron en el mundo privado y que había que convocar en la medida que ganáramos. Este encuentro de dos mundos se podría haber hecho infinitamente mejor».
El gobierno acusó recibo del golpe y preparó una reunión entre la dirigencia de la UDI y el propio presidente, con el fin de acercar posiciones, exponiendo las diferencias y buscando acuerdos en áreas sensibles, para la UDI la idea central se resume del siguiente modo, es preferible hablar del gobierno de La Alianza a un gobierno con nombre y apellido.
Una de las grandes falencias de la nueva administración es la incapacidad de integrar al centro político, en ese sentido «La Coalición por el Cambio» es un espejismo, una ilusión, lo que existe es un gobierno personalista, que representa a La Alianza Conservadora, porque los partidos que pudieran intentar abrir el abanico, como el PRI y las demás facciones provenientes de la ex- Concertación, brillan por su ausencia.
Entre las grandes desilusiones de la ciudadanía, se encuentra la confianza ciega que se tenía en el aterrizaje de los tecnócratas, que hasta hoy lucen un acierto, lograr medianamente ingresar a los niños a clases. La gran paradoja es que el logro, se lo anota la figura más politizada de los ministros. Lo demás, es un conjunto de errores no forzados: muertos que no eran, nombramientos y destituciones casi inmediatas, alzas que no agradan, soluciones que se llueven, parche sobre parche.
Ni los ingenieros comerciales, civiles, abogados etc., etc. han podido vislumbrar un camino de solución para los temas más sensibles de la re-construcción, los pobres, en definitiva esperan, mientras el gobierno asegura su eficacia ocupando un despliegue tan impresionante como inútil.
El modelo Reality de gobierno
En lo comunicacional, el Piñera re-cargado, 3D, 2.0 resulta envolvente, interviniendo en todos los temas y no dando espacio para el desarrollo de contrapesos comunicacionales dentro de su gabinete. Este modo de construir la agenda de corto plazo, tiende a irritar a sus propios aliados, porque intuyen que de crecer su imagen -cosa que tampoco se ha producido como se esperaba- los dividendos para el conglomerado oficialista no estarían a la altura de los sacrificios hechos.
En este punto, lo que sí ha venido ocurriendo es un rápido desgaste en la imagen presidencial, con un 31% de rechazo, en un breve lapso de tiempo (según ADIMARK).
Las piezas del tablero y una apertura abierta
Para el bienestar de La Alianza, los resultados de las elecciones generaron un desastre en La Concertación, en los hechos como conglomerado pasó a la historia y está sometida a un proceso de refundación.
El intento de reflexión, luego de la derrota encabezado por los Partidos ejes de la vieja guardia, se redujo a reunirse para hablar exclusivamente de la re-construcción, pasando por alto las razones del fracaso electoral y evitando todo tipo de cuestionamientos, es decir, la política del avestruz, donde nadie es culpable de nada.
En la izquierda la situación no es tan distinta, las innumerables divisiones, la propia indecisión del bloque concertacionista, hace que los efectos mediáticos de la política pasen por el congreso; uno de los hechos importantes en esta etapa, es la recepción del presidente a los tres diputados comunistas electos, previo a la conmemoración del Primero de mayo, la señal apunta a generar un cierto consenso, con el fin de excluir a los sectores que entienden la política como acción directa, para los comunistas es el reconocimiento de su existencia cívica y social.
Sin embargo, para este sector una de las grandes interrogantes, es saber si La Concertación continuará con la política de los consensos con la derecha, cuestión que significaría un retroceso y la imposibilidad de construir una fuerza social para los cambios que se necesitan.
Para las organizaciones sociales, este es un tiempo de observación y prueba, la huelga de los trabajadores del norte duramente reprimida, las reacciones de molestia instantánea en el sur del país por la falta de apoyo; los anuncios de la CUT amenazando con futuras movilizaciones si se pretende seguir el camino de la flexibilización laboral, la presencia en la calle de los estudiantes, marcan tendencias que pueden profundizarse.
La estrategia del segundo piso de La Moneda, por otro lado, ha sido pasar a la ofensiva, con una campaña violenta contra el Colegio de Profesores y la organización más importante de los trabajadores como es la CUT.
Frente a los vacíos de la educación tanto pública como particular subvencionada, se pretende responsabilizar exclusivamente a los profesores del fracaso del modelo imperante, atacando la imagen del gremio de profesionales más fuerte y numeroso del país
Las señales de apoyo a la fuerza pública, en la solución de conflictos gremiales, pueden generar un clima beligerante. El intento de modelo colombiano utilizado desde la moneda, olvida una serie de variables culturales, como el hecho del rechazo natural, al uso de los uniformados para controlar las demandas de los trabajadores, esa forma de actuar desgasta a carabineros, que ha hecho un esfuerzo gigantesco por presentarse ante la opinión pública como una fuerza policial profesional, ya el cúmulo de denuncias por el tema Mapuche, los complica, sobreexponerlos entonces, actuando de modo unilateral a favor de los patrones es inaudito.
El gobierno sabe, que pasará por situaciones difíciles hasta los primeros días de junio, para luego entrar en el receso mediático impuesto por el planeta futbol, momento que aprovecharán para instalar algunas de las propuestas más discutidas o resistidas por el mundo social.
La oposición debe tener en cuenta, las particularidades del estilo Piñera, porque puede ser sorprendida con los vuelcos de timón, nuestro actual presidente no quiere pasar como un presidente más, viene a dar nuevos aires al modelo neo-liberal.
El contexto económico y político que se vive en Europa, avala las políticas más conservadoras, los resultados electorales en Gran Bretaña, las políticas restrictivas anunciadas por el PSOE español, los costos sociales pagados por los trabajadores y pensionados de la crisis Griega, vuelven a reflotar, las píldoras liberales extremas, de ahí la necesidad del mundo social y político opositor, por acelerar su proceso de recomposición, con nuevos liderazgos y desplazándose rápidamente hacia la recuperación de la base social.