En el empeño de realizar estos profundos cambios el Partido comunista ha desempeñado un papel fundamental y observadores internacionales aseguran que China no los hubiera podido realizar, ni permanecido unido y cohesionado como país sin un sistema de partido único.
Es criterio general que la mayor parte de la población expresa su apoyo al partido comunista. Hay analistas que al evaluar sus congresos partidarios aprecian que los principales problemas, errores y deficiencias se debaten con amplio sentido crítico y autocritico y que en consecuencia adoptan acuerdos y medidas para erradicarlos, aspecto determinante para progresar.
Sucesivos gobiernos aplicaron una política económica con nociones, métodos y técnicas propias del mercado. Liberaron de trabas administrativas-burocráticas tanto a las empresas estatales como a las privadas y favorecieron la multiplicación de estas últimas. Reservaron el carácter estatal de los sectores trascendentales y precisaron cuales eran las áreas estratégicas para conquistar a los inversores occidentales. Se destacan las condiciones laborales ofrecidas a las corporaciones que las favorecían en detrimento de los trabajadores. Aprovecharon la peculiaridad cultural del pueblo migrante chino de constituir colonias en el extranjero con singular cohesión y un profundo amor a la madre patria, para atraer las inversiones de los chinos poseedores de capital. Estos respondieron positivamente ya que las Reformas respondían a sus intereses.
Con una inteligente y flexible planificación a largo plazo, destreza económica y espíritu autocritico, beneficiándose de las singulares condiciones del país y de su pueblo, ejecutaron enormes inversiones en la industria y en las infraestructuras y se convirtieron primero en la fábrica de manufacturas del mundo y luego, con acertada maestría lograron un desarrollo sorprendente y vertiginoso de las ciencias y de las nuevas tecnologías, especialmente de las de comunicaciones e informatización. El extraordinario y apresurado crecimiento económico de China provocó que aunque trabaja por reducir la carga contaminante, sea actualmente uno de los países que más dañan a la atmosfera de nuestro planeta.
Todo esto les ha permitido en unas pocas decenas de años sacar a la mayoría del pueblo chino de la pobreza, elevar su nivel de vida en el orden material y espiritual y alcanzar y hasta superar con rapidez asombrosa el nivel económico, científico-tecnológico de los países capitalistas desarrollados. Como mantiene el control de la banca ahora trabajan en elevar su papel en las esferas financiera y monetaria mundial, para independizarse de la tutela del dólar. El acrecentar sus reservas en oro en lugar de dólares y bonos del tesoro, y el anunciado lanzamiento de su yuan digital forman parte de esta estrategia. No olvidar el ambicioso programa que acometen para fortalecer sus fuerzas armadas y desarrollar su alta tecnología militar.
Ha sido un esfuerzo notable el acoplar una cultura tan singular como la China, a una civilización occidental capitalista en su versión neoliberal completamente diferente, tratando de no perder su naturaleza y su identidad, sobrellevando la destrucción de muchas de sus tradiciones. Aunque han conservado sus esencias como pueblo se han modificado concepciones y costumbres fijadas en la subjetividad de los chinos durante miles de años por la influencia de sistemas filosóficos-religiosos como el confucianismo, el taoísmo, y también del budismo, las llamadas tres religiones (san-chao). El confucionismo, cuyo principio fundamental es de la inmutabilidad del régimen existente, sembró profundas bases subjetivas en la sociedad china. Ese mundo es diametralmente ajeno a las costumbres y modos de vida, filosofías y religiones de origen greco-latino-hebreo y al desarrollo económico de Occidente. Las concepciones de los influyentes pensadores Confucio y LaoTse, no tienen nada en común con Platón y Aristóteles.
China, es un país asiático de una enorme extensión (9,6 millones de Kms2), lo que lo hace uno de los más grandes y con 1300 millones de habitantes, el de mayor población del planeta. Cuenta con numerosas riquezas naturales. Era y es el más codiciado mercado y la más grande reserva laboral del orbe. La población china se multiplicó rápidamente en la etapa de Mao Zedong. En estos momentos se ha detenido su crecimiento demográfico y comienza e envejecer a causa entre otras, de la excepcional política gubernamental decretada por razones económicas, de que cada familia podía tener un solo hijo. Esta medida ya fue eliminada.
La población china se caracteriza por su extraordinaria laboriosidad, disciplina y frugalidad. En tratar de profundizar en lo esbozado por Karl Marx sobre el Modo de Producción Asiático, habría que intentar buscar explicaciones históricas sobre estas cualidades. La construcción de la monumental Muralla China con fines defensivos ante las amenazas de los nómadas del norte, y las inmensas obras de irrigación son prueba de ello. La Muralla extendida por más de 7000 Kms. y construida por cientos de generaciones de chinos, durante 2 milenios, da prueba fehaciente de cómo se formó la personalidad de este singular pueblo. Las nuevas reformas, el extraordinario número de trabajadores chinos, los bajos salarios (un obrero chino ganaba 20 veces menos que uno estadounidense), las reglamentaciones laborales que beneficiaban a los inversores y su extrema laboriosidad y disciplina fueron elementos que hicieron que las corporaciones de EE.UU. y otras potencias occidentales invirtieran sumas de cientos de miles de millones de dólares en China. Este elemento ha sido decisivo para el desarrollo económico de este gran país. Viet Nam, país del sudeste asiático con 95 millones de habitantes, ha sido también destino de grandes inversiones de EE.UU. y de Occidente. Es obvio que las condiciones como país y como pueblo del heroico Viet Nam, al igual que las características y particularidades de su modelo (Doi Moi), y sus condiciones como país y pueblo aunque diferentes a las de China, guardan más similitudes entre ellas que con Cuba.
El sistema capitalista mundial y sus voraces corporaciones necesitaban invertir en China para sobreexplotar su inmensa fuerza de trabajo en busca de aumentar su tasa de ganancia. En los gobiernos de EE.UU., primaron los intereses de las corporaciones y no los del propio país, por lo que permitieron que sus transnacionales deslocalizaran miles de sus industrias con sus tecnologías en China y con ello perdieran la hegemonía de la producción industrial que poseían. Esto se explica porque EE.UU., es una sociedad sumamente privatizada, el Estado se halla supeditado a la propiedad privada capitalista y la política de sus gobiernos es dirigida por la banca y las megacorporaciones. Por ello este país no cuenta con un sistema de planificación económica, ni con una política industrial. De igual manera, deslumbrados por la obtención de ganancias subestimaron al partido, gobierno y pueblo chino, y al parecer no previeron establecer a su favor, los marcos legales regulatorios imprescindibles para estas relaciones.
En cambio, China siguiendo los consejos de Deng Xiaoping, mantuvo un perfil bajo para no generar antagonismos y suspicacias, mientras avanzaba en su estrategia económica y política. A su vez salvaguardó su soberanía y protegió sus intereses en las relaciones con las corporaciones capitalistas occidentales. Los EE.UU. y Europa pensaron erróneamente que con sus gigantescas inversiones influirían en la conversión de China en un país capitalista dependiente y subdesarrollado.
A principios del siglo XXI el gobierno de Bush (hijo) convencido del poder omnímodo del imperio y del comienzo del “siglo americano”, utilizó la tragedia de las Torres Gemelas en New York, para desarrollar una ciega política imperial guerrerista. A la falta de un enemigo y necesitados de crear uno nuevo, declararon la guerra al terrorismo (una hidra de cien cabezas) e invadieron a Afganistán y a Irak. Con ello destrozaron totalmente a estos países y multiplicaron el terrorismo en todo el planeta. Los costos económicos y políticos de estas guerras y de otras que siguieron después, fueron incalculables e incidieron fuertemente en la decadencia de EE.UU. Sus administraciones con visión corta, imbuidos de una gran autosuficiencia y embrollados en estas guerras infructuosas y permanentes perdieron conciencia de los profundos cambios que comenzaban a ocurrir en la realidad geopolítica, principalmente en China y Rusia.
En las últimas décadas, el comercio anual entre EE.UU. y China, ha sido deficitario en cientos de miles de millones de dólares para Estados Unidos. Este país, perdida su capacidad industrial compra cada año mucho más de lo que le vende a China. Debido a este enorme déficit comercial, EE.UU. se ha convertido en un gran deudor de China. Beijing ha invertido grandes sumas de sus utilidades en la compra de dólares y bonos del tesoro de EE.UU. para acrecentar su reserva. Esta estrecha relación dependiente de acreedor y deudor es lo que permite que los consumidores estadounidenses puedan comprar las mercancías chinas a bajo precio.Según el Wall Street Journal el comercio entre China y Estados Unidos (pese a las guerras comerciales de Trump y la pandemia) aumentó drásticamente en abril con un crecimiento de 39.7 mil millones de dólares, más del 40 por ciento respecto al mes anterior, dejando a China como el mayor socio comercial de EE.UU. Eldéficit general de su comercio exterior se amplió en abril en 49.4 mil millones de dólares (un 16.7 % más).
A diferencia del presidente estadounidense Barak Obama, que señaló a Rusia como la principal amenaza para EE.UU., Donald Trump desde su llegada al poder en el 2016, consideró que dado el extraordinario desarrollo económico-tecnológico alcanzado por China la hegemonía de EE.UU. estaba en peligro, y la declaró como su principal contendiente. Trump con una nueva política aislacionista y proteccionista, declaró el propósito de fortalecer de nuevo la industria manufacturera de EE.UU., y hacer regresar a las industrias radicadas en China. Quiso poner fin a decenas de años de fuertes relaciones económicas en las que predominaban las inversiones de las corporaciones estadounidenses en ese país y el comercio multimillonario deficitario para EE.UU. Por espacio de todos estos años las corporaciones estadounidenses se han beneficiado al obtener colosales beneficios económicos, pero parte de estas utilidades son repatriadas a EE.UU., lo que lesiona la economía de China. Especialistas internacionales comentan que China trata de comprar a bajos precios algunas de estas empresas occidentales que han quebrado por la actual crisis.
Donald Trump echando a un lado los estrechos vínculos que se habían creado de mutua dependencia entre los dos países y los efectos nocivos que con seguridad se producirían para ambos contendientes y a la economía mundial, ha promovido guerras comerciales contra China, aplicado sanciones económicas, ha acentuado una lógica de desafío militar, campañas mediáticas de desprestigio y las consabidas operaciones subversivas, especialmente en el Tíbet y en Xinjiang. Pese a que EE.UU. se encuentra a más de una docena de miles de Kms de distancia, una de sus flotas de guerra surca los mares del sur de China. Ahora aprovechando determinados conflictos existentes en Hong Kong, en donde se desarrolla el experimento acordado con Gran Bretaña de «un país, dos sistemas» por espacio de 50 años, trata de promover allí disturbios, de igual modo intenta distanciar a Taiwán de la madre patria. Muchos estudiosos señalan el peligro de estos enfrentamientos, pero aseguran que el gobierno de los Estados Unidos lo pensará mucho antes de provocar un conflicto bélico por el temor a las repuestas de este poderoso país.