Entrevista de la periodista Daniela Estrada (Agencia IPS Noticias) al historiador Sergio Grez Toso, realizada el 17 de septiembre de 2008, horas antes de conocerse el resultado de la votación del público del concurso organizado por TVN 1.- ¿Qué le parece el programa «Grandes Chilenos de nuestra Historia» como iniciativa cultural, en términos de […]
Entrevista de la periodista Daniela Estrada (Agencia IPS Noticias) al historiador Sergio Grez Toso, realizada el 17 de septiembre de 2008, horas antes de conocerse el resultado de la votación del público del concurso organizado por TVN
1.- ¿Qué le parece el programa «Grandes Chilenos de nuestra Historia» como iniciativa cultural, en términos de involucrar a la comunidad escolar en la elección de los finalistas y recordar a figuras importantes de nuestra historia en documentales? ¿Le da alguna legitimidad para elegir al personaje «más grande de nuestra historia»?
Aunque es evidente que la «votación popular» a la que convoca este programa de televisión no puede constituirse en una suerte de «tribunal de la historia» (porque los juicios históricos son por definición cambiantes y porque es dudoso que todos los televidentes que votan dispongan de los elementos para emitir opiniones bien informadas), creo que en torno a este programa se ha generado una situación interesante en términos de lo que podría denominarse la «batalla por la memoria». Los 10 personajes seleccionados por profesores y alumnos de la enseñanza media y universitaria nos demuestran el desfase existente entre la historia oficial (omnipresente en los manuales escolares y en la historiografía tradicional), por un lado, y la memoria popular, por el otro. Grandes íconos de esa enseñanza, símbolos de una visión de Estado y sociedad, no fueron considerados por nuestros conciudadanos llamados a constituirse en jurados. Para indignación de los sectores más conservadores de la sociedad chilena, no quedaron en esta selección final figuras como Bernardo O’Higgins, Diego Portales, Manuel Montt , Arturo Alessandri Palma, Carlos Ibáñez del Campo o Augusto Pinochet, «padres fundadores» o «refundadores» de la institucionalidad nacional en distintos momentos de nuestra historia, casi siempre al amparo de la fuerza armada. En cambio, prácticamente todos los elegidos, a pesar de las grandes diferencias existentes entre ellos, tienen en común el ser personajes caracterizados por la firmeza de sus convicciones, su honestidad, el heroísmo o la sensibilidad artística y, en muchos casos, un final digno a la vez que trágico.
En este sentido -independientemente de quien resulte primero- las más altas mayorías serán el reflejo de cierta legitimidad histórica en la conciencia de los chilenos de comienzos del siglo XXI.
2.- Pongámonos en el siguiente supuesto: Ganó Allende. ¿Qué significado le da? ¿A qué lo atribuye?
Si Allende ganara (y en gran medida ya ganó porque es lejos el chileno más valorado del siglo XX) sería algo extraordinario ya que significaría que la sistemática labor de desprestigio y denigración de su figura realizada por la dictadura y las fuerzas sociales y políticas que le dieron sustento, y el ocultamiento vergonzante de su obra que han realizado las fuerzas en el gobierno desde 1990, no han dado resultado. Si Allende ganara u obtuviera un score muy elevado, sería a pesar del muy deficiente programa que le consagró TVN en el marco de este concurso. Dicho programa fue el resultado de una cuidadosa operación política destinada a proyectar una imagen edulcorada del líder socialista, acorde con las necesidades políticas actuales del bloque en el gobierno. Así, por ejemplo, se hizo un sugerente silencio sobre la campaña presidencial de 1964, ganada por Eduardo Frei Montalva con el apoyo de la derecha, el concurso millonario de los Estados Unidos y una campaña del terror contra el «comunista» Allende. Es evidente que para la Concertación gobernante, especialmente para la Democracia Cristiana (que no logró colocar a ninguna de sus figuras entre los «10 grandes») Allende es incómodo y molesto. Cabe señalar que, como quedó consignado en un reportaje publicado en La Nación Domingo (del 14 al 20 de septiembre), el equipo asesor de estos programas estuvo conformado exclusivamente por historiadores de centro y de derecha de la Pontificia Universidad Católica, y que el programa consagrado a Allende fue revisado tres veces por Daniel Fernández, director ejecutivo del canal estatal, quien diagnosticó que su final era muy «utópico» y «sugirió» un cambio para «contemplar otra visión de la crisis institucional de 1973». De esta manera, se le agregó elementos que lo «equilibraran». ¡Una laboriosa construcción a la medida de las necesidades del poder!
Aunque muchos chilenos ignoran aspectos esenciales de su trayectoria, es evidente que -como diría el propio Allende en su discurso de despedida- la semilla que él y otros sembraron no ha podido ser arrancada de la «conciencia digna de miles y miles de chilenos». La actualidad, vigencia y popularidad de Allende en el Chile actual debe explicarse no solo por su muerte heroica sino también porque numerosos chilenos siguen alentando sueños y proyectos de profundo cambio social que rescatan muchos de los elementos del allendismo de las décadas de 1950, 1960 y 1970.
3.- Pongámonos en el otro supuesto: Ganó Prat ¿Qué significado le da? ¿A qué lo atribuye?
Prat es también una figura heroica, pero a diferencia de Allende, que fue un héroe de la lucha por la emancipación social, Prat es un héroe patriótico en la fase final de la expansión del Estado nacional. Sin haber sido conservador, sino más bien liberal, Prat ha sido enarbolado en esta votación como el símbolo de los sectores conservadores de la sociedad actual para evitar un nuevo triunfo, esta vez simbólico de Allende. Por Internet han circulado profusamente mensajes de sectores de derecha y de militares en retiro (se dice que también en servicio activo) llamando a votar por Prat para impedir el triunfo del «comunista» Allende. Esos sectores conservadores -a diferencia de algunos militantes y académicos de izquierda que han mirado con olímpico desdén el concurso televisivo- entendieron bien el contenido político de este enfrentamiento y han movilizado todas sus fuerzas para ganar esta batalla simbólica. A su favor tienen además la influencia de los manuales escolares donde Prat ocupa un sitial destacadísimo, a diferencia de Allende cuya figura y obra son atacadas, deformadas o minimizadas.
4.- ¿Qué personajes a su juicio faltaron o sobraron en la lista de 10 finalistas? ¿Por qué?
Creo que por sus relevantes aportes en el plano de la cultura, de la política o de la organización social podrían figurar personajes como Benjamín Vicuña Mackenna, José Manuel Balmaceda, Luis Emilio Recabarren y Clotario Blest, entre otros. En cambio, a pesar de su fulgor, Lautaro, un jefe mapuche del siglo XVI que resistió brillantemente la invasión española, difícilmente podría ser considerado como «chileno». En aquella época Chile era solo una expresión geográfica, no existían los «chilenos». Solo una alambicada operación historiográfica y política del siglo XIX, al servicio de la construcción imaginaria de la «chilenidad», lo ha incluido como parte de esta nacionalidad. Lautaro era mapuche, no chileno, y así lo recuerdan los integrantes actuales de ese pueblo originario.
5.- A su juicio, ¿quién es el chileno más grande de nuestra historia?
La respuesta ha sido dada hace mucho tiempo a escala planetaria. ¿Cuál es el chileno más conocido, valorado y honrado en todo el mundo? ¿Cuál es el más «universal»? Basta salir de Chile o simplemente hacer una búsqueda rápida en Internet para saberlo. La respuesta es aplastante: Salvador Allende Gossens es, en términos de su impacto y valoración histórica, «el más grande», si estoy obligado a ocupar este término que como historiador me cuesta mucho avalar. En todo el mundo hay miles de calles, plazas, hospitales, monumentos y hasta localidades que llevan su nombre. Igualmente se cuentan por miles los libros, artículos y documentales centrados en su vida y obra. Ninguno de los otros personajes de la lista de este concurso tiene ese eco universal. Varios de ellos son conocidos solo en Chile o, a lo sumo, en algunos círculos restringidos de los países vecinos, no solo por una cuestión mediática sino porque su acción no tuvo mayor trascendencia fuera de las fronteras nacionales. A diferencia de otros personajes de la historia nacional y mundial, la figura de Allende no se ha empequeñecido luego de terminarse su ciclo vital. Al contrario, se ha mantenido y crecido, a pesar de la «caída de los muros» y del «fin de la historia» anunciado por algunos exégetas de la sociedad actual.