El 27 de mayo se celebró el XX aniversario del surgimiento de la exterminada Unión Patriótica. Mientras se lanza la campaña «para que florezca la memoria», el Estado colombiano continúa la represión contra los pocos sobrevivientes de este movimiento político
Álvaro nació en Río de Oro (Cesar). Quedó huérfano desde los 9 años, trabaja en el campo desde entonces, raspando arroz, sembrando y cosechando maíz, alquilando su fuerza de trabajo. Llegó a San Pablo (Bolívar) cuando tenía 15 años y se enamoró del Magdalena Medio. «Se podía vivir del arroz y del maíz».
Vive en el valle del río Cimitarra desde hace 27 años. En la vereda Jabonal empezó a jornalear hasta poder conseguir una parcela en la vereda Notepases, donde vive su familia en la actualidad.
Hace 18 años conoció el Partido Comunista Colombiano. Con ellos aprendió política y a interpretar las noticias, una de las pasiones campesinas. Dirigente eterno de Juntas de Acción Comunal, fue parte de la Coordinadora Popular del Valle del Río Cimitarra, de la Asociación de Juntas Comunales del Municipio de Yondó, llegó a ser presidente de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (ACVC).
En 1999 en un acto de valentía y por pedido de los marchantes del Éxodo Campesino del Magdalena Medio accedió a postularse como concejal del municipio de Yondó, en representación de la exterminada Unión Patriótica. Fue electo pero renunció antes de que fuera tarde.
Nunca fue a la escuela. «Quedaba muy lejos y no tenía a nadie que me mantuviera». Aprendió a leer y escribir solo. Entendió desde pequeño que es necesario estar asociado, organizado para poder resistir.
Todo lo que ha hecho Álvaro en su vida por la comunidad en la que vive se ha traducido en procesos judiciales, órdenes de captura, detenciones, persecución permanente.
El pasado 24 de abril lo detuvo el Ejército. Desde ese momento es un desplazado más, alejado de su familia y de su tierra, de la razón de su vida.
La historia de vida de Álvaro Manzano debe ser un aporte a la memoria, a la verdad y a la justicia que tarde o temprano habrá de llegar para todas las víctima de la UP.
– ¿Cómo fue la detención?
– Estaba pescando en el río Cimitarra. Al llegar a la casa a eso de las 6 pm había una patrulla del Batallón Nueva Granada. Tenían a mi mujer en la cocina, interrogándola. Un encapuchado dijo: «ese es Álvaro Manzano». Otro soldado profesional me reconoció. Me anunciaron la detención, me llevaron a cien metros de la casa, me dijeron que yo compraba droga para la guerrilla, entre 100 y 200 kilos, que manejaba entre 300 y 400 millones de pesos y que tenía una caleta de fusiles y documentos, que colaborara o si no me pudriría en la cárcel.
Un cabo me propuso que les entregara todo lo que supuestamente yo tenía y que nos repartíamos el dinero. Me llevaron a la Y de Matecaña, donde está el teléfono. Me pusieron a escuchar por radio a un comandante que me conminaba a entregar las cosas requeridas. Les repetí que no tenía nada de eso.
A las 11:30 llegué al sitio conocido como la Y de los Abuelos. Un comandante me ordenó dormir en un pequeño rancho de familia. Antes de acostarme un soldado me golpeó en la cara y me estrelló contra la cerca.
En la mañana me interrogaron sobre mi familia y mis propiedades. Reiteraron que colaborara, que entregara todo. Me tuvieron allí hasta el martes 26 a las 4:30 pm. En el transcurso insistí en que se trataba de un montaje y de un falso señalamiento. Un oficial del Ejército me preguntó si alguien me había llamado desde afuera. Le respondí que Arturo, un habitante de San Luis Beltrán, de Yondó, a quien conocí hace años trabajando en el campo. Él me propuso que podía ayudarme a resolver el problema jurídico (la orden de captura) y el problema con los «paras», pues estoy amenazado de muerte por ellos debido a mi trabajo con la ACVC.
A las 5 pm me llevaron en un helicóptero de Ecopetrol al batallón antiaéreo Nueva Granada. Un cabo me interrogó de nuevo, me mostró un documento con la denuncia de un informante. Llegó posteriormente el coronel Castillo, me dijo que mucha gente me estaba reclamando, que colaborara y que se solucionaba todo pronto. Le respondí lo mismo, que se trataba del trabajo de un informante y que me dijeran quién era. El mismo coronel reconoció que se trataba de Arturo, el que me había llamado por teléfono.
Castillo me empezó a indagar por la ACVC, que por qué manejaban tanta información y denuncias, que dónde era la oficina, que dónde estaban Miguel Cifuentes, Miguel Huepa, Mario Martínez. Manifestó que una de sus tareas era «acabar con esa ala política de las FARC».
– ¿Qué pasó después?
– Llegó una funcionaria de la defensoría, verificando el habeas corpus. Después vino Castillo y me propuso acogerme al plan de reinserción. Me negué, le dije que no soy guerrillero, que tengo mi finca y mi familia. Que eso es para los guerrilleros, paramilitares y desmovilizados, que soy un civil campesino.
A la mañana siguiente Castillo insistió en la reinserción. Me negué de nuevo. Posteriormente me dijeron que estaba libre. Yo exigí que me devolvieran con garantías a la región. Castillo prometió organizar el regreso a la mañana siguiente.
Alas 10 pm me hicieron ir a donde Castillo para firmar un documento de salida. A la mañana siguiente, el día jueves en la mañana, Castillo me dice que no puedo irme, que de Medellín vienen dos personas que me conocen y que en la noche anterior firmé un papel según el cual me quedaba con el Ejército por voluntad propia.
A las 9 am llegaron Germán y Sebastián, los de Medellín, dos hombres de civil que insistieron para que me acogiera al plan de reinserción delante de mi familia. Me negué nuevamente. Después salió Germán a recibir una llamada supuestamente de la Fiscalía, entró de nuevo y me dice que la orden de captura está vigente y que estaría seis años en la cárcel. Luego trajeron una grabadora, diciendo han interceptado una comunicación de la guerrilla donde daban ordenes para agrupar a guerrilleros y «esperar a Manzano para matarlo pues sabía mucho, esperarlo en España 25». Después caí en cuenta que les había escuchado a los militares que me detuvieron el código España 25.
Sebastián y Germán, delante de mi familia me ponen tres opciones: 1. Regresar a la región y ser asesinado por la guerrilla. 2. Irme a la cárcel por 6 años. Y 3. La reinserción.
Mi familia agobiada me pidió acogerme al plan de reinserción. Acepté ir a Bucaramanga a ver la posibilidad de la reinserción. En la Quinta Brigada nos propusieron alojarnos en un hotel. Nos metieron en un cuarto de mala muerte junto con mi hija mayor y tres hijos. Después me llevaron a la Brigada. Sebastián y Germán, empezaron a interrogarme durante tres días seguidos sobre la ACVC, que dijera que la ACVC eran las FARC. Como me negaba a ratificar sus aseveraciones me insultaban reiteradamente. Esto se prolongó durante tres días, siempre preguntando por Miguel Huepa, Miguel Cifuentes, Mario Martínez, Luis Carlos Ariza y Ramiro Ortega, que dónde se encontraban y qué hacían.
Al día siguiente empiezan a preguntarme por jefes guerrilleros de la región, dicen que los proyectos de la ACVC realmente son de las FARC, que las fincas donde se desarrollan los proyectos son de las FARC, el proyecto de búfalos, el de ganado, los trapiches de caña, las trilladoras de arroz, todo según ellos es de las FARC.
Después se presenta un informante llamado Pascual, que resultó un guerrillero desertor al que yo había visto en la región. Él me propuso igualmente la reinserción, que se iba a vengar de la guerrilla, que iba denunciar para hacer plata, los denunciados de la ACVC según el serán Andrés Gil, Luis Carlos Ariza, Miguel Cifuentes, Miguel Huepa, Mario Martínez y Sandra Solano, Carlos Martínez, Marina Medina y Ramiro Ortega. Además señaló a Nuris Cárcamo, viuda del asesinado Orlando Moncada, Omaira Guerrero y Rosa Díaz.
Me tuvieron tres días en la brigada sin interrogarme más. Después decidieron mandarme a la casa de la hija mayor donde estuve nueve días. Me llevaron al batallón dos veces más. Durante todo el proceso me hicieron firmar bajo presión cinco papeles, siempre insistiendo en la reinserción, los que no pude leer por el problema en los ojos que tengo. Al final me propusieron viajar a Bogotá para firmar la reinserción en el Ministerio de Defensa, a lo cual me negué rotundamente.
Durante los últimos días me puse en contacto con organizaciones de derechos humanos y con el Comité Internacional de la Cruz Roja, luego tomé la decisión de irme de Bucaramanga para librarme de esa detención domiciliaria ilegal.
– ¿El Ejército le mostró alguna vez una orden de captura?
– No, en ningún momento.
– ¿Cómo se siente ahora?
– Creo que van a seguir presionándome. Trataron de que me reinsertara a como diera lugar, que no volviera a la región, desplazarme y presentarme como un guerrillero reinsertado. Pretendían que colaborara en el proceso que están levantando contra la ACVC. Tengo miedo por mi vida y por mi familia. Sólo quiero que me dejen tranquilo y poder regresar al trabajo en mi tierra. Esa es la razón de mi vida.