El presidente de Colombia, Alvaro Uribe, cumple hoy un año de su segundo mandato sin muchos puntos a favor en el manejo de los constantes conflictos del país, y entre manifestaciones para exigir un acuerdo de paz. A pesar de la alta popularidad del gobernante que le permitió reelegirse, los problemas derivados del paramilitarismo y […]
El presidente de Colombia, Alvaro Uribe, cumple hoy un año de su segundo mandato sin muchos puntos a favor en el manejo de los constantes conflictos del país, y entre manifestaciones para exigir un acuerdo de paz.
A pesar de la alta popularidad del gobernante que le permitió reelegirse, los problemas derivados del paramilitarismo y las guerrillas dejan una opinión pública cada vez más polarizada frente a la capacidad de maniobra del gobierno.
Para algunos analistas, el primer año del segundo gobierno de Uribe ha sido ‘bueno’, para otros ‘catastrófico’ y una mayoría identifica los logros pero también los fracasos. Todos coinciden en que los últimos 12 meses han sido de crisis.
El escándalo por los presuntos nexos de servidores públicos con paramilitares, la muerte de 11 rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el estancamiento el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, son sólo tres de las principales dificultades que enfrenta Uribe.
A estas se suma el ambiente que dejan dos históricas jornadas de protesta convocadas en torno a una misma causa: frenar el conflicto entre el gobierno y la guerrilla de las FARC.
El pasado 5 de julio, los colombianos paralizaron sus actividades en rechazo a la muerte de los rehenes. Las FARC afirmaron que estos secuestrados murieron en intentos de rescate del ejército, pero el gobierno aseguró que fueron víctimas del ‘fuego amigo’ entre los grupos de la guerrilla.
Días después, Gustavo Moncayo, padre de un militar secuestrado, realizó una caminata de más de 800 kilómetros desde el departamento de Nariño (sur) a Bogotá, para establecerse en la céntrica Plaza de Bolívar en la capital del país y exigir un acuerdo humanitario entre el gobierno y la guerrilla.
Ambos hechos derivaron en un descenso, aunque tímido, en la popularidad del presidente Uribe.
Durante este año, las negociaciones con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) han sido cuestionadas por quienes consideran que se ha otorgado concesiones jurídicas y logísticas a los autores de masacres y por quienes acusan a los ultraderechistas de rearmarse.
Legisladores, alcaldes municipales y gobernadores provinciales son investigados por sus presuntos vínculos con paramilitares, en el escándalo de la ‘para política’ al que se agregaron revelaciones de la prensa sobre la filtración del narcotráfico en la cúpula militar.
El jefe de Defensa, Juan Manuel Santos, reveló al menos cinco capturas por el caso y anunció otras tres contra coroneles del Ejército involucrados con poderosos mafiosos que huyeron gracias a sobornos y filtraciones en las altas capas de tropas militares.
La política de Seguridad Democrática, con más escándalos que resultados, es considerada entonces el ‘talón de Aquiles’ del gobierno que se esfuerza por recuperar los recursos que congeló el Congreso estadounidense debido a los cuestionamientos.
En mayo pasado, la cúpula de la policía fue removida tras descubrir interceptaciones ilegales de teléfonos que agentes de inteligencia realizaron a políticos, periodistas y opositores desde épocas electorales.
Los atentados simulados por las tropas, los asesinatos de campesinos señalados como guerrilleros ‘muertos en combate’, la participación de uniformados en asesinatos selectivos o desapariciones forzadas denotan la crisis de la fuerza pública.
El presidente, aferrado a sus convicciones, lidera una campaña para conseguir una aprobación del tratado de libre comercio en Estados Unidos, pero el tema pierde protagonismo cada vez que algún escándalo sale a la luz pública.
El diálogo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla de Colombia, que ha contado con seis rondas en Cuba, parece agotarse entre las discusiones ideológicas de los rebeldes y la renuncia del gobierno a aceptar su responsabilidad en el conflicto.
El campo económico representa el mejor rendimiento en materia de gestión para Uribe en el primer año de su segundo gobierno. El producto interno bruto logró un crecimiento récord a pesar de que la inflación amenaza con desbordar las metas.
El jefe de Estado, que espera permanecer en el poder hasta 2010, ordenó a su gabinete ministerial iniciar desde este martes una rendición de cuentas ante los colombianos que serán transmitidas por canales regionales.