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Operación girasol

¡Amarillo en la primera, verde en la segunda!

Fuentes: Rebelión

«Yo no quiero girasoles. Quiero para esta hermosa nación, rosas colombianas. Muchas. Todas. ¡Nos las merecemos!»  Dalita Navarro de Betancur  La diferencia entre un manojo de girasoles y otro de rosas son las manchas de sangre en las manos. Por eso despreciar el verde amarillo del girasol a cambio del rojo de las rosas no […]

«Yo no quiero girasoles. Quiero para esta hermosa nación, rosas colombianas. Muchas. Todas. ¡Nos las merecemos!»

 Dalita Navarro de Betancur 

La diferencia entre un manojo de girasoles y otro de rosas son las manchas de sangre en las manos. Por eso despreciar el verde amarillo del girasol a cambio del rojo de las rosas no es, por estos días en Colombia, una recomendación inocente.  Eso lo sabe muy bien la ceramista colombo venezolana Dalita Navarro quien se declara consternada (columna de opinión publicada en El Tiempo) ante la posibilidad de que el profesor Mockus resulte favorecido por el electorado. Una artista cuya buena parte de su vida ha transcurrido en la deliciosa caricia de la arcilla, nos viene ahora a satanizar los girasoles.  

Anda confundida Dalita. Su más fuerte argumento consiste en afirmar que «educar a Bogotá, ser honesto y no robar, no son suficientes credenciales para gobernar a Colombia». Quienes conocemos y hemos padecido bien a este país y a sus gobernantes sabemos que sí, que es suficiente, por fin, el que llegue un mandatario que, así no haga nada más, eduque la sociedad, sea honesto y no robe. Eso a Dalita le parece poca cosa.  

Con las manos en la cabeza Dalita sostiene que el país no puede quedar bajo la pedagogía de un intelectual «que enseña el trasero a sus alumnos, que otro día cualquiera le pega una bofetada a un estudiante, le tira un vaso de agua al interlocutor, se viste de ‘Superman’ y se casa sobre un elefante». No eso no es serio… Para ser presidente se necesita pactar y recibir «costalados» de millones de dólares de la mafia, hacer política con los paramilitares, asesinar centenares de inocentes para subir en las encuestas, traficar con los contratos y puestos de la nación, utilizar el poder para beneficio personal, o, en el menor de los casos, desentenderse del poder mientras unos oficiales incendian el Palacio de Justicia, con toda la Corte Suprema adentro,  para sofocar una toma guerrillera. Es así como se gobierna, con seriedad, pulcritud, entereza. Esos son los presidentes que le gustan a Dalita.  

Se duele la artista encantada con el aliento colonial de Barichara, en Santander, que Mockus se atreva a admirar (respetar) a Chávez, sólo por el prurito de haber sido elegido por los venezolanos. Ella preferiría a un presidente que no tema bombardear a sus vecinos y que convierta la nación en un teatro de operaciones estadounidense.  

Sigue confundida Dalita. En realidad lo estuvo siempre. Su corazón de artista se agitó de emoción junto a la vida de Teodoro Petkoff. El exguerrillero, líder de izquierda, socialista e intelectual progresista, hoy dedicado al periodismo y a procurarle un camino de retorno al poder a la élite bipartidista adeca y copeyana en Caracas. Pero de pronto, ya en su curva otoñal se vio fascinada con el talante del expresidentes Belisario Betancur (Belisaurio le decíamos en la universidad) y cambió entonces los girasoles por las rosas.  

Ahora, no hay que hacerse falsas ilusiones en torno a las posibilidades de cambio de un gobierno como el de Antanas Mockus, pero si cumplido su mandato no tranza con la clase política, es decir, no le mete la mano dolosa al erario podremos decir que se habrá surtido en Colombia una revolución política.  

Es por eso, por el leve giro que se le imprimiría a la tradición del manejo del poder en el país, que el establecimiento está nervioso ante el avance de los verdes. Por lo pronto le pusieron techo en las encuestas a Antanas, ahora procurarán regresarlo al piso a ver si así el desangelado Juan Manuel Santos les hace el milagrito de continuar con el latrocinio sempiterno.  

Mientras tanto, cicatricemos las heridas de las rosas que tanto le encantan a la cándida Dalita y juguemos con la fórmula girasol del momento: ¡amarillo en la primera y verde en la segunda! 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.