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Unidad Continental

América Latina le dice «¡fuera!» a Bush

Fuentes: Counterpunch

Traducido para Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate por Chelo Ramos

Poco antes de salir a inspeccionar lo que una vez se consideró el patio trasero de Usamérica, el presidente George Bush dijo a los miembros de la Cámara de Comercio Hispana de ese país, «Quisiera hablarles de [una] importante prioridad para nuestro país, que es ayudar a nuestros vecinos del sur a forjar una vida mejor y más productiva.» Al explicar que iba a emprender un viaje a Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México, señaló: «Son países que forman parte de una región que ha avanzado mucho hacia la libertad y la prosperidad. Han desarrollado nuevas democracias. Han mejorado su política fiscal y adoptado medidas estabilizadoras. Sin embargo, a pesar de estos logros, decenas de millones en nuestro continente continúan viviendo en la pobreza, sin acceso a las promesas de este nuevo siglo. Mi mensaje a esos trabajadores y campesinos [en español en el original] es: Tienen un amigo en Usamérica. Queremos ayudarlos a salir de la pobreza.»

Los presentes respondieron con aplausos. Pero, como era de esperarse, la reacción frente Bush al sur de la frontera dejó muy claro en Washington que los vecinos se han rebelado.

En Brasil, Bush propuso al presidente Luis Inacio «Lula» da Silva unir fuerzas para crear una nueva alianza del etanol, dado que entre ambos países generan el 70% de la producción mundial. No obstante, rechazó la solicitud hecha por Lula de que se rebajasen los aranceles que deben pagar el etanol y los productos agrícolas exportados a Usamérica. A esto Lula respondió: «Queremos mantener esta relación histórica sin renunciar a nuestro compromiso mayor, que es todo el proceso de fortalecimiento del Mercosur, la Constitución de la Comunidad Sudamericana de Naciones y el proceso de integración que estamos haciendo». Mientras tanto, decenas de miles salieron a las calles de Sao Paulo a gritar «¡Fuera Bush!»

Criminal de Guerra

En Uruguay, para no estropear las fotos, Bush se reunió con el presidente uruguayo Tabaré Vázquez, en un paraje turístico bien alejado de las masivas manifestaciones de la capital que denunciaban la presencia de un «asesino» y «criminal de guerra».

Aunque por lo general se dice que el gobierno del Frente Amplio es uno de los gobiernos de izquierda de la región, una población desmovilizada, junto con un giro a la derecha de las Fuerzas Armadas y el conflicto con Argentina sobre la construcción de una papelera en la frontera común, parecen estar empujando a Uruguay hacia la órbita de Usamérica. A pesar de ello, Bush no les dejó gran cosa, aparte de unas simpáticas fotos del asado en Colonia.

Tampoco en Colombia, Guatemala y México, cuyos gobiernos están mucho más comprometidos con Usamérica, logró Bush la respuesta deseada. Al centrar su discurso en la defensa del muro de la vergüenza que están construyendo para impedir el paso de los mexicanos y otros latinoamericanos que quieren cruzar la frontera con Usamérica, así como en la deportación de 18.000 inmigrantes el año pasado (actualmente 780.000 guatemaltecos viven y trabajan sin documentación en Usamérica), Bush logró enojar a los locales, tanto que después de su visita a un templo maya, los indígenas realizaron un ritual de purificación para limpiarlo de malos espíritus.

Esta cadena de sucesos llevó a Eduardo Dimas a escribir en Progreso Weekly, «Siempre que Estados Unidos tiene un fracaso en su política hacia América Latina –y en los últimos tiempos ha cosechado bastantes–, de inmediato los expertos, los analistas y los observadores comienzan a hacer declaraciones en torno a que el problema es que el gobierno norteamericano no tiene una política definida, ‘delineada’ hacia la región.» Según Dimas, sin embargo, eso es falso: «Sí existe una política hacia América Latina, lo único es que es absolutamente absurda, rebasada por los acontecimientos y el tiempo desde hace mucho. Salvo en contados momentos de la historia, la región era el ‘traspatio seguro’, donde los gobiernos norteamericanos podían hacer y deshacer a su antojo.

El esquema de dominación de los últimos 60 años –y, desde antes–, los vínculos de dependencia de las oligarquías nacionales latinoamericanas con el imperio, han sido superados por la realidad que ellos mismos crearon y que, tal vez, no entienden.

Lo cierto es que en América Latina se han dado muchos cambios en los últimos tiempos, en la medida en que la situación económica y social ha hecho que los pueblos despierten, comprendan cuáles son sus intereses y, en unos países más, en otros menos, ese despertar ha dado origen a nuevos gobiernos nacionalistas, progresistas o francamente de izquierda y socialistas.»

Nuevo plan de acción

La nueva situación está simbolizada por la visita del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a Argentina -al otro lado del río, justo enfrente de Colonia- el mismo día que Bush estaba en Uruguay. En su discurso en el multitudinario acto en el estadio de Ferro, Chávez preguntó donde estaba la frontera y, junto con otros 40.000, se volvió hace ella y gritó «!Gringo, go home¡».

Luis Bilbao escribió en América XXI que el rechazo a la gira de Bush «no se manifestaba solamente en el rechazo generalizado de los pueblos», que en su opinión se multiplicaría si Washington decide atacar Irán, «Ahora, el clamor antiimperialista tiene un programa y un plan de acción: el programa de la revolución bolivariana y el proyecto de la unidad sudamericana, que toman forma a través del la voz del presidente venezolano.»

En un artículo sobre esta nueva situación publicado en Canadian Socialist Voice, John Riddell comentó que «Los movimientos de masas marcados por una clara polarización de clase han dado origen a gobiernos que presiden un estado capitalista y toman medidas para efectuar reformas estructurales dentro del capitalismo. El carácter de esos gobiernos es extremadamente variado. Algunos tienden a ceder a las presiones del imperialismo y de los sectores pro imperialistas locales. En cierta medida, y en ciertos países, el centro de la acción ha cambiado de la calle al gobierno. Pero esta situación no es un retroceso. Por el contrario, el contraataque al neoliberalismo es profundamente progresista. Sobre todo, los países de América Latina están reafirmando y ejerciendo su soberanía en contra de la dominación extranjera. El Imperio ha sido obligado a retroceder. Se están logrando mejores condiciones para el desarrollo económico. Incluso si este proceso no va más allá del capitalismo, crea mejores condiciones de vida y de lucha para los trabajadores y merece el apoyo entusiasta de los socialistas de todo el mundo.»

Unidad continental

La rebelión que tiene lugar en América Latina actualmente ha tomado la forma de un movimiento hacia la unidad continental; contrarrestarla era el objetivo de la gira de Bush. Aunque en primera instancia puede que la lucha no sea por el socialismo, la revolución venezolana, que expresamente ha establecido el socialismo como meta, muestra como estas rebeliones en contra del imperialismo y sus secuaces locales pueden convertirse en confrontaciones abiertas con el sistema capitalista. A medida que ello ocurre, quienes dirigen las luchas son forzados a decidir de qué lado de la confrontación de clases están. Proyectos como el Banco del Sur y Petrosur, el fortalecimiento del Mercosur y la incorporación de nuevos países miembros, aunque no son nada socialistas, modifican el equilibrio de fuerzas a favor de las naciones oprimidas y en contra del imperialismo. Estos proyectos pueden ayudar a crear las condiciones para que los movimientos populares fortalezcan su conciencia antiimperialista y se fijen metas más audaces.

Como escribió el 3 de marzo Alberto Müller Rojas, a quien Chávez sacó del retiro y reincorporó como general activo a la Fuerza Armada venezolana y que ahora forma parte de la comisión promotora del nuevo partido socialista unido, esa es la razón por la que «el objetivo yanqui es detener el proceso de integración suramericano, cuyo resultado final depende de la alianza argentino-brasilera, es el que se presenta como amenaza al Imperio. La hostilidad de los neoconservadores al régimen de Caracas es solamente una maniobra indirecta para impedir la unificación política del subcontinente, eficaz por el papel de catalizador que cumple este gobierno, que ha permitido la aceleración de esta dinámica. Una mecánica que ofrece la posibilidad de convertir la región, al menos en lo que hoy se conoce, como un gran interlocutor autónomo en el sistema internacional.»

Venezuela está mostrando hoy -como lo ha hecho Cuba durante las últimas seis décadas- que sólo el socialismo puede darle un verdadero futuro a este movimiento. Cada paso en esta dirección merece nuestro apoyo y nuestra solidaridad.

Frederico Fuentes es articulista del semanario australiano Green Left Weekly. Su dirección de correo electrónico es [email protected]

http://www.counterpunch.org/fuentes03262007.html

Chelo Ramos es miembro de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción es copyleft para uso no comercial: se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.