«Los delegados del gobierno en Cuba intentan cogerle el paso al Mambo, el presidente Santos baila vals y el ministro de defensa y los altos mandos militares bailan al son de las trompetas de la guerra, las provocaciones y los insultos. Uribe quiere incendiar la discoteca».
Se entrecruzan esta semana dos aniversarios extrañamente encontrados como cuando se encuentran el día y la noche, el frio y el calor, la tristeza o la alegría. Cualquiera diría que se encuentran no caprichosamente. Que un poder especial, una fuerza extraña o un halo misterioso les unen y que lo hacen para indicarnos que en el mundo nada está en blanco y negro. Esos dos acontecimientos extraordinarios, por lo aparentemente contradictorios, son el ciento sesenta aniversario del nacimiento de José Martí y el sesenta y cuarto aniversario de la muerte de Mahatma Gandhi.
Nacieron ambos en países colonizados. Uno por España y el otro por Inglaterra. El caribeño se inclinó desde muy temprano por las letras y fue siempre un alumno aventajado, un poeta extraordinario y escritor exquisito. El hindú fue un pésimo estudiante y después muy mal abogado. Martí fue Independientista desde muy temprana edad y a los dieciséis años empezó a frecuentar calabozos. Gandhi fue en algún momento inglaterrista y ayudó a reclutar jóvenes para las tropas imperiales. Pero luego empezó a conocer también los encierros y persecuciones. Finalmente terminaron identificados en la necesidad de la independencia y soberanía de sus pueblos. Uno lo hizo por el camino de la no violencia, de la resistencia pacífica y el otro por los caminos de la guerra. Ambas vidas al final fueron segadas violentamente. Martí en Dos Ríos en el campo de batalla cuando recién comenzaba la guerra por la independencia de Cuba, y Gandhi, víctima un año después de la independencia de la India del atentado de un fanático.
Y en medio de esta semana de conmemoraciones coincidentes y cargadas de tanto simbolismo se inicia en La Habana la tercera ronda de negociaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC. Las partes en conflicto y en dialogo han coincidido en la necesidad de imprimirle un mayor ritmo a las negociaciones.
El Comandante fariano Santrich ha dicho que las negociaciones van a paso de manbo, el ritmo que Pérez Prado popularizara en Cuba en los años 30 del siglo XX. Tendrían entonces las negociaciones, siguiendo la línea musical de Santrich, que tomar el ritmo más moderno, acelerado y atrevido del son y la salsa. Pero estos bailes son de pareja. Y mientras los delegados del gobierno en Cuba intentan cogerle el paso al Manbo, el presidente Santos baila vals y el ministro de defensa y los altos mandos militares bailan al son de las trompetas de la guerra, las provocaciones y los insultos. Uribe por su parte quiere incendiar la discoteca.
El ritmo realmente lo ponen esta semana las mujeres. La Ruta Pacifica y diversas organizaciones de mujeres de Colombia han convocado a una Jornada Nacional e Internacional por la Paz de Colombia y los derechos de las Mujeres con motivo del «Día de la No violencia» y a este llamamiento se ha hecho eco el Movimiento de Mujeres de Negro que realizarán actividades en apoyo a la convocatoria en muchas ciudades de Europa. Entre ellas, Sevilla, por supuesto.
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