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Ante la puesta en marcha de la Reforma Laboral Patronal

Fuentes: Rebelión

En nuestro país, han sido 3 los cuerpos normativos que han reglamentado las relaciones laborales y las materias conexas de éstas. En orden histórico, han sido los siguientes: a. Código civil, del año 1857 (promulgado en «democracia» censitaria). b. Código Laboral del Dictador Carlos Ibáñez del Campo, del año 1931. c. Plan Laboral y Código […]

En nuestro país, han sido 3 los cuerpos normativos que han reglamentado las relaciones laborales y las materias conexas de éstas. En orden histórico, han sido los siguientes:

a. Código civil, del año 1857 (promulgado en «democracia» censitaria). b. Código Laboral del Dictador Carlos Ibáñez del Campo, del año 1931. c. Plan Laboral y Código Laboral de José Piñera (el mismo infame que diseñó las AFP también, dicho sea de paso) del año 1979 y 1987 respectivamente (bajo la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte).

Como es posible apreciar, nunca en Chile ha habido una legalidad laboral emanada desde, por, y para los trabajadores. El día de hoy ha entrado en vigencia la ley 20.940, también conocida simplemente como la reforma laboral. La tónica con respecto al pasado, como es evidente, no ha cambiado.

Respecto de aquella reforma, en un hecho realmente inédito, aconteció que los más destacados docentes y abogados dedicados al Derecho laboral, no dudaron en calificar esta nueva legislación como tremendamente dañina para el mundo sindical. En palabras de aquellos expertos: «la Reforma Laboral del gobierno es un retroceso en los derechos del mundo sindical y una profundización en el sistema de relaciones laborales diseñado en dictadura por José Piñera.»[1]

En la misma línea, el abogado José Luis Ugarte, sostuvo sin más que «acá sencillamente pasamos del Plan Laboral de José Piñera al Plan Laboral de Michelle Bachelet, sin cambios sustantivos.»[2]

Y como último botón de muestra, en uno de los más recientes libros jurídicos que abordan la reforma laboral, los abogados Pablo Arellano y Francisco Walker afirman que «a nuestro parecer esta reforma no produce un verdadero avance en las relaciones laborales y en algunos puntos es un franco retroceso.»[3] Naturalmente, en los respectivos textos que hemos citados, los expertos[4] abordan técnica, concienzuda y pormenorizadamente todos los errores y retrocesos que contiene la reforma laboral; análisis que, por razones de espacio, no podemos desarrollar aquí.

No quisiéramos que este breve artículo se enfoque sólo en la opinión de los expertos y algunas efemérides en relación a nuestra legalidad laboral. Es importante también hacer un ejercicio de memoria respecto de los actores políticos involucrados. Es por lo anterior que no podemos -ni queremos- olvidar ni dejar pasar la complicidad criminal que tuvieron tanto la CUT como el Partido «comunista» en la defensa de esta nefasta ley.

Hay que recordar que en entrevista con La Tercera, Bárbara Figueroa, Presidenta de la CUT en ese entonces, aseguró que la reforma laboral «cumple respecto a los ejes fundamentales. Acá lo histórico y el valor fundamental de este proyecto de ley es que, por primera vez después de 35 años, comenzamos a desmantelar los pilares del plan laboral de José Piñera, y eso es algo que, evidentemente, le va a cambiar el rostro a nuestro país»[5].

Como hemos visto, lo dicho por la máxima dirigente de la CUT era y es completamente y absolutamente falso; y, si sus entonces grandilocuentes afirmaciones ya eran motivo de agrias sospechas (recordemos que el proyecto original era aún más macabro que el finalmente promulgado, v.gr definición de la huelga como «actividad pacífica»), en la actualidad su acérrima defensa de la ley es transversalmente desmontada y tirada por la borda por expertos y actores sociales que sí conocen de la materia y que vivirán en carne propia los efectos tremendamente negativos que tendrá esta reforma en el mundo del trabajo asalariado y sindical.

Tampoco podemos obviar las palabras de la ex senadora universitaria, hoy concejala por la comuna de Santiago, Irací Hassler, quien, apenas un día después de que se envió la reforma laboral, en su blog personal, expresó que: «Los que se oponen, por impacientes o retardatarios, deben saber que contaremos con actores fortalecidos para la negociación colectiva y para la lucha, para conquistar relaciones laborales para un país de justicia y dignidad. Estamos felices porque esta reforma significa más poder para los trabajadores y las trabajadoras.»[6]

Una de dos: o conscientemente se hizo una apología a una reforma laboral patronal o simplemente no se leyó el contenido original -y final- de la misma. Porque no nos explicamos cómo pudieron unos auto-proclamados comunistas defender (aún algunos hasta hoy) una reforma laboral que desde un primer momento fue considerada como nefasta por todos los afectados. El idealismo, alejamiento de la realidad y de las penurias de la clase trabajadora de dicha organización, es realmente preocupante.

Ante un escenario tan complejo como el presente, pensamos que las tareas inmediatas de la izquierda revolucionaria, del mundo sindical y especialmente, de todos los trabajadores asalariados, son las siguientes:

1. Organizarse, de cualquier forma que sea posible. Ya sea de forma legal (v.gr sindicatos o asociaciones de funcionarios públicos) o de forma «a/para/ilegal» (v.gr Unión Portuaria y otras asociaciones de hecho). Esto, por supuesto, sólo tendrá efectos positivos a nuestra causa en la medida de que se ocupen dichas instancias en función de la defensa, concientización, educación y movilización de nuestra clase, lo que -sabemos – es difícil sin un horizonte clasista, pues la dinámica actual del sindicalismo en Chile (en términos mayoritarios) contribuye precisamente con esos objetivos.

2. Desarrollar en unidad una política de información, agitación y denuncia de cara a nuestra clase. En tal sentido, consideramos que las centrales que se han levantado de forma crítica a la burocracia de la CUT, además de asociaciones inter-sindicales (como la AIT), instancias como el CIUS e incluso el Movimiento NO + AFP (por su capacidad de «llegada» a amplios sectores de nuestra clase), deberían desarrollar una política en la concientización, organización y movilización de dirigencias y bases, además de ocupar los espacios necesarios para evidenciar lo perjudicial de la reforma frente al empresariado y quienes facilitan su acción en el campo popular.

3. Ejercer la solidaridad de clase. Entre sindicatos de la misma y otras ramas de la economía, con los trabajadores a honorarios, y con los cesantes. Pero no sólo eso, también utilizar esto para sumar a estudiantes que colaboren en tanto fuerza auxiliar de la lucha de trabajadores y trabajadoras.

4. Prepararse para dar el contraataque en cuanto sea posible.

Nuestro esbozo de propuesta ante la reforma laboral podrá ser criticado como escueto o poco ambicioso. Pero, sólo con ánimos de poner en ejercicio lo que Marx en El Capital llamó «el terror de la burguesía» -a saber, la dialéctica-, legítimamente preguntamos a quienes están en nuestra vereda de pensamiento: a raíz de la reforma laboral ¿se constatan huelgas generales o brotes espontáneos de violencia de masas que afecten la rutina diaria de los 7 millones de trabajadores asalariados que hay en este país?¿cuántas tomas -aún de breve duración- de fundos y fábricas han sido ejecutadas para frenar la reforma laboral? O incluso, de forma más modesta preguntamos ¿tendrían la amabilidad de indicarnos la fecha para la marcha más próxima en el tiempo cuyo motivo de convocatoria sea detener la reforma laboral?

Por eso, ante la realidad concreta, es que nos atrevemos a esbozar una propuesta que aún está en desarrollo, la cual con gusto debatiremos con quien tenga críticas constructivas que hacerle. Trabajaremos gustosamente también con quien esté realmente interesado en conseguir la emancipación de la clase trabajadora. Tenemos una tarea inmensa por delante. Ya es hora de que tengamos leyes emanadas desde, por y para la clase trabajadora. Luchemos resueltamente por hacer carne las palabras optimistas de Luis Emilio Recabarren: «La organización obrera será en el porvenir el dictador supremo de todas las leyes humanas. Y esto es inevitable, como es inevitable que haya un mañana después de cada hoy.»[7]

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.