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Ante las elecciones… ¿de qué nos servirá votar?

Fuentes: Rebelión

Pronto se dará el pistoletazo de salida para las campañas electorales en España. Las urnas recogerán los votos destinados a las elecciones municipales, autonómicas y generales. Mientras que los partidos políticos y coaliciones diseñan sus campañas para conseguir el mayor número de votos, las expectativas de cambio del electorado se alimentan de promesas ficticias y […]

Pronto se dará el pistoletazo de salida para las campañas electorales en España. Las urnas recogerán los votos destinados a las elecciones municipales, autonómicas y generales. Mientras que los partidos políticos y coaliciones diseñan sus campañas para conseguir el mayor número de votos, las expectativas de cambio del electorado se alimentan de promesas ficticias y de vagas esperanzas. ¿Es posible que el cambio que necesita este país llegue a través de esta vía democrática?

No hay alternativas pragmáticas

En primer lugar, el espectro político que ofrecen estas elecciones carece de alternativas políticas pragmáticas; esto es de medidas efectivas y contundentes que pongan punto final al estado de corrupción institucional generalizada en el que estamos inmersos en este crítico momento de nuestra historia.

Tampoco existen alternativas que planteen acabar con el omnipotente poder de los intereses bancarios, de los empresarios corruptos y de las voraces sociedades financieras. Al contrario de cómo en su programa electoral formulaba la alianza griega Syriza, ningún partido político ni fuerza electoral española proponen un rechazo firme y decisivo al indigno papel de nación expoliada que desde Europa le han asignado a España.

Los cambios políticos sustanciales, aquellos que podrían crear un clima social tendente hacia la recuperación económica, están fuera de los programas electorales de los partidos (hablamos de los cuatro grandes partidos que disponen de representación parlamentaria en España). Ninguno de estos partidos -entre los que puede incluirse al aun extraparlamentario «Podemos»- se ha propuesto incluir en sus promesas electorales temas tan inaplazables como el cuestionamiento de la ilegitimidad monárquica, la nacionalización de la banca (una medida que ante el estado de alarma económica y social que impera en España debería haber sido ya propuesta hace años) o la depuración de todos los cargos políticos y judiciales implicados en esta vorágine que nos afecta, impunemente destructiva y patibularia. Por supuesto, esta depuración implicaría el correspondiente procesamiento criminal, con exigencias de responsabilidades penales, de todos los jueces y magistrados que hayan colaborado en el sistema represivo que ha implantado el Estado.

Coalición de la gran derecha PP-PSOE

No hay que ser un consumado analista político para predecir que tras las elecciones -gane quien gane- los intrascendentes cambios que llegarán -si es que llega alguno-, se limitarán a un lavado de cara del actual sistema económico que no mejorará en nada la deteriorada situación que vive la población española. Prueba de esto es que ya se ha consumado la coalición de la gran derecha PP-PSOE, para que todo siga igual tras los resultados electorales. Resulta muy significativo comprobar que, al margen de las ficticias «broncas» entre sus líderes que divulgan los medios, ambos partidos se encuentran más que afines en el mantenimiento como símbolo de corrupción generalizada del ilegitimo e indigno monarca Felipe VI.

De una democracia tan corrompida como la española nada bueno puede esperarse. No olvidemos que su oscuro origen fue la fraudulenta Transición, con la que se respetaron las grandes fortunas amasadas bajo el franquismo y se evitó procesar ni a uno sólo de los torturadores del régimen.

En España nunca podrán producirse los drásticos cambios económicos que ahora se plantean en Grecia, entre otras cosas porque en España no existe una conciencia general de rechazo a la austeridad, ni el pueblo español ha comprendido aún la abyecta situación de sumisión a los intereses europeos que le ha sido asignada. Lamentablemente, aquellos que confían en alcanzar un cambio mínimamente significativo por vía electoral pueden estar pecando, nunca mejor dicho, de expectativas ilusorias.

De cualquier forma, elegir votar es una opción ciudadana muy legítima que debe ser respetada. De los votos que se depositen en las urnas a lo largo de las cuatro consultas que tendrán lugar este año, cabe esperar un lado positivo: servirán como oportuno catalizador de hasta qué punto la sociedad española está sedienta de cambios. Aunque todos aquellos que voten deben saber también que depositar su papeleta en las urnas no bastará para superar el grave momento político que vivimos. La democracia se practica día a día, luchando en todos los frentes para que el Estado no te arrebate tu dignidad ciudadana.

Las «camisas pardas» de Rajoy

A nivel internacional, los partidos neonazis ascienden como la espuma en el espectro institucional de la Europa democrática. Uno de los argumentos que enarbolan ahora los simpatizantes de Adolf Hitler es que este psicópata genocida subió al poder por vías electorales. Fueron los votos del pueblo alemán los que lo nombraron canciller. Olvidan los medios que el führer practicó para conseguir su particular «victoria electoral»: imponer el terror en las calles, instituciones y hogares de Alemania utilizando la fuerza de choque que suponían sus «camisas pardas». En el caso de España, nuestro patético führer, Herr Mariano Rajoy (patético porque, al contrario de cómo actuaba Hitler, él disfruta dejándose sodomizar por las potencias europeas), también dispone de sus propios medios para imponer un estado de terror y acallar cualquier expectativa de cambio. Sus particulares «camisas pardas» son los cuerpos antidisturbios, cuya misión es aplastar cualquier protesta que se intente llevar a cabo en las calles y plazas de España.

No obstante, también es un hecho constatado que sólo una minoría de la población española es consciente de esta situación y que sigue existiendo una mayoría que opta por la vía electoral para que se produzca el anhelado cambio hacia unas condiciones más dignas de vida. A pesar del sombrío panorama económico y de la consumada dictadura política que de facto vivimos en España, sigue habiendo una mayoría de población que se esfuerza en dar otra oportunidad más a la clase política.

Las urnas hablarán y lo harán con toda la fuerza que expresen los votos depositados. Mientras tanto y previo a la consulta electoral -como tradicional estrategia de terror nazi para atemorizar al adversario-, el gobierno del PP se ocupará de que la represión aumente en todos los campos: los disidentes serán acusados de subversivos, las cárceles se seguirán llenando de ciudadanos que se han atrevido a levantar su voz contra el opresor y se recrudecerá la persecución contra obreros y jóvenes sindicalistas, a los que los magistrados acusarán de terroristas por pretender mejorar las condiciones de vida de un pueblo que no quiere seguir siendo más un mudo esclavo.

Texto dedicado al compañero Alfon (Alfonso Fernandez), condenado a cuatro años de cárcel por los jueces de la Audiencia Nacional y al que Patricia Ortega Dolz se ocupa de difamar en el diario EL PAÍS -22 nov. 2014 – para reforzar su acusación de terrorista.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.