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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre Praxis política y Estado republicano. Crítica del republicanismo liberal

«Antonio Gramsci elabora una concepción de la política que es excepcional en el mundo político actual»

Fuentes: Rebelión

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano. * Estábamos en el tercer comentario. No existe, afirmas, «una fuerza social cultural que debilite el enemigo de clase, en esa […]

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.

*

Estábamos en el tercer comentario. No existe, afirmas, «una fuerza social cultural que debilite el enemigo de clase, en esa suma cero que es toda sociedad de clases. Apenas existe por tanto fuerza real que respalde los proyectos y propuestas que llevan a las instituciones políticas quienes se dicen servidores representantes de los subalternos». Y por ello, concluyes, sus propuestas tienen pies de barro. Mis preguntas: 1. ¿Por qué hablas de subalternos? 2. ¿Hablas sólo de España o de qué otros países? 3. El «se dicen» me hace pensar en que no crees que los que citas -¿quiénes son?- sean realmente representantes de los subalternos. 4. Apenas existe como fuerza real, afirmas. ¿Y los sindicatos, las asociaciones, los colectivos populares, los grupos de base? ¿Eso no es nada? De hecho, tú mismo hablas, en la nota 13, de la existencia de un ethos alternativo, de la constitución de un «popolo comunista».

Cuando escribí esto estaba pensando en España, en nuestra experiencia de los últimos 40 años. Pero este asunto es universalizable, como mínimo a Europa; si se quiere, a la que conocemos, la Europa «mercado común». Una Europa subalterna, esto es, cuya ciudadanía, fuerzas sociales y organizaciones son partidarias del statu quo. Esto incluye a las organizaciones políticas de izquierda, que se niegan a afrontar los grandes problemas y los ocultan, por miedo a la pérdida de voto, y por temor a la confrontación con los grandes poderes capitalistas -problemas: euro y deuda exterior, liquidación de la autoridad de los estados sobre la economía, esto es, liquidación de soberanía económica por mandato del capitalismo neoliberal; grandes acuerdos comerciales y globalización económica, todos ellos las causas de los males económicos que padecemos, nunca criticados en su raíz por estas fuerzas; el problema, gravísimo, ecológico, con el cambio climático y el agotamiento a corto plazo de los recursos energéticos, la insostenibilidad del modo de vida, basado en el despilfarro energético, que vivimos, etc.-. Esto es lo que recoge la noción «pensamiento único», que no se puede negar que se ha instalado, y que determina las políticas, tal como podemos documentar con «Uniones sagradas», o «grandes coaliciones», entre fuerzas políticas que se decían opuestas, que se declaraban de izquierdas y enfrentadas a la derecha etc. Esta hegemonía del pensamiento y la civilización capitalista, ha calado en las masas sociales, por lo menos hasta el 2008. Cosa que recoge la sociología cuando explica que hasta 2008 las opiniones y preferencias de las mayorías sociales se recogían en un gráfico -abcisas y ordenadas- que formaba una gran joroba en el centro del mismo. Joroba gráfica que significaba que una gran mayoría de la sociedad comulgaba con ese proyecto y se sentía aunada; no se reconocía como clase social explotada, etc. Joroba que se correspondía con las fuerzas políticas electorales de «centro», que se disputaban el voto mayoritario de las gentes de ese sentir.

Sí, sí, fue norma durante años, durante décadas, lo que has descrito con la joroba gráfica (excelente ocurrencia en mi opinión).

 

Solo ahora se inicia, como consecuencia de la situación que emerge tras el 2008, y la dislocación de la vida de millones de familias, golpeadas por el hundimiento del gasto social de los estados y por el paro, un proceso de disgregación de ese «centro centrista» unánime respecto de la sociedad capitalista. Y solo ahora, en lugar de una sola joroba de dromedario, se tiende a la formación de dos jorobas enfrentadas, de camello, a la «polarización» social. Esto está siendo recogido por la sociología más empírica, pero a título de inicio. Ese mundo de «centro», de «pensamiento único» ha sido tal precisamente porque las mismas, mayoritarias organizaciones de la izquierda, se han integrado en él, lo han sostenido y reproducido. Se han negado a crear una opinión pública informada y a enfrentarse al capitalismo, a defender de veras la democracia. Vemos la potencia que tiene ese proyecto en las actuales uniones sagradas, en Alemania, la de España post Pedro Sánchez, y también, para poner más ejemplos domésticos, la unión sagrada o grosse koalition que se da en la Generalitat de Catalunya, dicho sea con el permiso del señor Rufián…

Y sin su permiso por supuesto.

 

Si CCOO, si UGT etc no hubieran estado aceptando ese modelo, si ese modelo no hubiese sido defendido por toda la estructura del PSC-PSOE y una gran parte de IU -tarjetas black, sobresueldos extras, sicavs, fondos off shore, sobornos, sin los cuales no puede haber fondos desregulados, consejos de administración, que son las actuales «delicias de Capua» para los jubilados de la política y demás gajes- ese modelo no hubiera sido el aplastantemente dominante.

¡Cómo has dejado a un parte de IU!

 

Claro que lo que hubiese ocurrido es que unas organizaciones de veras opositoras no hubieran podido sostener la estructura salarial de sus deliberados; se les hubiesen cortado los accesos a las subvenciones. También las nuevas fuerzas emergentes actualmente juegan a lo mismo. Aceptan el mismo modelo político, representativo institucional y ocultan los verdaderos problemas que atenazan nuestra sociedad y nuestra civilización, que está próxima al colapso.

Estos últimos días, precisamente, me he estado acordando de una novela de José María Pereda, titulada Pedro Sánchez, la mejor novela de Pereda y una de las grandes novelas realistas españolas del siglo XlX, a mi juicio.

¡Menuda coincidencia! No recordada esa novela de Pereda.

 

Pedro Sánchez es el personaje protagonista, un advenedizo de provincias que intenta hacerse el vivo y medrar en el mundo político posterior a la Vicalvarada, cosa que logra debido al desconcierto momentáneo que se produce entre las «fuerzas vivas», como consecuencia de la agitación social, y a la necesidad interina por parte de esos poderosos de encajar nuevas caras como nueva «interfaz» de su poder. El personaje, que ha logrado convertirse en provisional líder de los amotinados, accede a la alta sociedad mediante un matrimonio de conveniencia mutua para los dos contrayentes, en este caso con una señora de Madrid, no una sevillana; el protagonista, acaba siendo engañado por su mujer, y encima, al batirse en duelo contra el amante de la misma, es derrotado, y le debe la vida a su rival… la especulación consiste en aproximar cuántos meritorios actuales están cursando oposiciones al puesto de pedrosánchez perediano en las diversas fuerzas políticas, «pasadas, presentes y futuras -en sus más ocultos pensamientos.»: en asunto de pecadillos, el catecismo de Trento se expresa de forma insuperable.

Creo que esto responde a tu muy matizada pregunta.

Surgen mil más, como suele ocurrir con las buenas respuestas, pero no abuso, me controlo (es decir, me reprimo). Esta vez no es un comentario, hablas del viejo Lukács. ¿Te interesa? ¿Qué te interesa especialmente del viejo Lukács?

Le debo al viejo Lukács el «haberme enterado del asunto». Bueno, al viejo Lukács y a los porrazos en cabeza propia; al haberme involucrado militantemente en un proyecto que a cada paso nuevo, desde 1976, mostraba a las claras ser impotente, y que ponía en claro apresuradamente que se precipitaba al abismo: el caso español de autoliquidación exprés del comunismo, que no era preciso ser un lince para poder registrar. En ese sentido, cuando Santiago Carrillo publica, en 1977, su libro Eurocomunismo y Estado, que reitera viejas ideas de la matriz socialdemócrata, mi conclusión es, no que los problemas fueran de personas, asunto de «revisionistas traidores», sino que no sabíamos qué hacer y que había que pensar. Pero sin tener ni idea, ni tan siquiera idea, de qué pensar. No se puede decir que eso fuese precisamente «pensamiento vivido», sino «perplejidad vivida». Ahí es Lukács el que me da pistas, el viejo Lukács, al que accedo a través del libro Conversaciones con Lukács. Un libro entrevista, de 1967, que se publica en España en 1969 y en 1971; dos ediciones en Alianza Editorial.

A Sacristán le interesó mucho como sabes. Una de sus últimas conferencias, la que dio en la librería Leviatan en abril de 1985, estuvo dedicada a la tercera conversación.

 

Lo recuerdo. La publicaste en Seis conferencias.

Con prólogo de Paco Fernández Buey, al que también interesó mucho el último Lukács. Prosigue por favor, te he interrumpido.

 

En una de las tandas de preguntas que le hace uno de sus tres interlocutores, él expone su concepción de la política.

Wolfgang Abendroth si no recuerdo mal.

 

Exacto. El capitalismo de bienes materiales para el consumo cotidiano ha logrado penetrar la vida cotidiana de las clases subalternas, ha liquidado la autonomía cultural, la autonomía del vivir que otrora las organizaba y las hacía ser un sujeto alternativo e independiente, con una consciencia experiencial de ser otra realidad social. Por tanto, estaban liquidadas las bases que históricamente habían posibilitado la existencia de un sujeto social alternativo, sin lo que no era posible que se generase un proyecto social nuevo alternativo. El objetivo fundamental para la lucha era la organización de una nueva vida cotidiana, la lucha contra la «manipulación de la vida cotidiana» por el capitalismo. Un vuelco radical en la concepción del hacer político. Luego leí su Estética, cuyo primer capítulo se titula «Los problemas del reflejo en vida cotidiana» y el primer apartado del mismo se titula «Caracterización general del pensamiento cotidiano». La obra es una verdadera teoría de la génesis histórica de la civilización.

Traducida por Sacristán también. Es el autor que más tradujo.

 

Exacto. Esa obra suya, del viejo Lukács, me interesa mucho más que su último libro, la Ontología del ser social, y que Historia y consciencia de clase, obra suya considerada «de juventud», aunque tenía 34 años cuando la escribe. Desconozco desde luego lo que el viejo Lukács dejó escrito sobre ética, un manuscrito muy grande sobre una ética, en el sentido de Aristóteles, según tengo entendido, -ethos- que no ha sido publicado. Este Lukács «viejo», es el pensador que vemos emerger con claridad al menos desde la publicación de su libro El joven Hegel como mínimo. Esta forma de concebir el proceso histórico y en consecuencia, de plantearse la acción política, que parte del ethos, es de inspiración hegeliana -y aristotélica, claro. Mi deuda con este grande del pensamiento del siglo XX es enorme. Esta línea de trabajo es la que había elaborado otro hegelomarxista, Antonio Gramsci, muerto en 1937, pero a pesar de haber leído previamente antologías de Gramsci, yo no había entendido cuál era la clave de lectura de Gramsci. Comienzo a entender la cosa cuando leo, en 1977 o 1978 -¿1979?-, la entrevista que Lukács, sostiene en 1967, y en la que explica escuetamente, con claridad para «despistados» el asunto de «la vida cotidiana».

Bueno, tener como maestros a Lukács y Gramsci no es cualquier cosa. A propósito del segundo, otra de estas preguntas que son más bien macropreguntas. Hablas una y otra vez en tu libro, también en estas conversaciones, de Antonio Gramsci. ¿Por qué es tan importante para ti la obra y la vida militante del revolucionario sardo? Vivió pocos años, estuvo muchos años en la cárcel, están sus cartas, estas sus escritos juveniles, sus Quaderni escritos en condiciones muy difíciles. ¿Es tan grande Gramsci, pensando objetivamente, sin negar que sea alguien como dijo Sacristán muy digno de amor, es tan grande, repito, como solemos decir? ¿No exageramos por pasión, por nuestra más que razonable y justa devoción a él debida?

 

Antonio Gramsci elabora una concepción de la política que es excepcional en el mundo político actual, y que él aplica a la elaboración de una propia práctica política y al estudio de la sociedad en el que fundamenta su praxis. Esta concepción es apenas compartida en el presente.

Nos la explicas.

 

La concepción política que parte de que la materialidad humana, la materia que compone o constituye a la humanidad, a la sociedad, es la actividad -la práctica: esa es nuestra «materia»-, generada intersubjetivamente, la práctica creada en comunidad social. Que la totalidad social no es sino la totalidad de las intersubjetividades y de sus relaciones sociales anudadas, y del saber hacer, creados, recreados, disputados en feroz lucha de clases, y puestos en obra por la actividad social. Que, en consecuencia, la sociedad, y, con ella, nosotros, las individualidades que la constituimos y generamos la actividad, está en constante transformación, dado constitutivamente, somos un ser histórico, en perpetuo proceso de negación del mundo que nos constituye, y dado que la lucha social por dominar y redefinir la actividad social es incesante y está en perpetuo proceso de auto modificación. Y que ese proceso, en su totalidad y en su constante modificación, la práctica de la sociedad humana, la generación de un orden cultural de vida producido y en constante devenir en el tiempo histórico, es el objeto de la política. «Orden» -ordine nuovo, orden nuevo- y «tiempo», las palabras con las que Sacristán titula su inacabada obra sobre Gramsci; tiempo que hace referencia a la dinamicidad inagotable, inacabable, de la humanidad, esto es a la historicidad humana. Orden frente a «ser», un ser que, siendo nosotros, nos desbordaría porque, se supone en esa otra hipótesis, no podemos reflexionarlo negativamente, ni entender que no es sino nuestra intersubjetividad activa operante. Orden y tiempo, frente a ser y tiempo; pero también, frente a solo consciencia y tiempo, esto es, frente a historia -tiempo- y «consciencia» -consciencia de clase-.

Muy bien visto. Nunca había pensado en ello. He enrojecido al escucharte.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.