Ya en Europa, (a pesar de que ningún texto de historia de Colombia lo informa) y poco después de haber entregado el Poder en marzo de 1909, a una coalición de políticos liberales- conservadores idéntica a la que lo había convertido en dictador; Rafael Reyes Prieto sufre un accidente cerebro vascular (ACV) que lo deja […]
Ya en Europa, (a pesar de que ningún texto de historia de Colombia lo informa) y poco después de haber entregado el Poder en marzo de 1909, a una coalición de políticos liberales- conservadores idéntica a la que lo había convertido en dictador; Rafael Reyes Prieto sufre un accidente cerebro vascular (ACV) que lo deja afásico y hemipléjico.
Durante su alejamiento del Poder en Colombia, Reyes viaja por diversos balnearios europeos buscando reposo o alguna cura a las secuelas irreversibles de su enfermedad hasta 1918, cuando el presidente José Vicente Concha, desoyendo las airadas protestas en contra, accede a una petición suya y le autoriza regresar a Bogotá.
Mario H Perico Ramírez, un biógrafo muy particular, quien asume la identidad idealizada de Reyes para relatar en forma de monólogo subjetivo su biografía, describe el regreso del dictador en la página 518 de su libro «Reyes de cauchero a dictador. Universidad Tecnológica y Pedagógica de Tunja.1974» Así:
«….No he debido regresar, he debido morir en el exilio. Al menos, mi recuerdo se hubiera sostenido sobre el pedestal que forman los ausentes y no sobre las losas frías de la realidad, que deforman los presentes. Regresé como un vencido, como un inútil, como un viejo semiparalítico que arrastraba sus miembros y apresuraba el dolor y la compasión en los que lo miraban. Regresé por simple amor a Colombia. Olvidando que el Rafael Reyes, que del dictador, que del tirano, no quedaba más que la pluma encrespada y solitaria de mis hechos. Regresé en busca de afectos y los encontré en los míos, pero me dolió ver en las caras de mis conciudadanos el ceño fruncido de la misericordia».
Y, Eduardo Lemaitre, uno de los panegiristas del dictador conservador en su extensa biografía titulada «Rafael Reyes. Biografía de un gran colombiano. Editorial Espiral. Bogotá. 1967, en la página 387», relata el regreso de Reyes así: ..»La llegada del antiguo Caudillo, contra lo esperado, liquida definitivamente al Reyismo. En nada aquel retorno se parecía al del Emperador desde la isla de Elba. El exdictador estaba vencido y entraba de nuevo a Bogotá viejo, encanecido, enfermo, rasurado el rostro donde un día se estremecieron los bigotes Kaiserinos, con una pierna anquilosada que hacía lenta y difícil su marcha, sin otro propósito de vivir en paz, en el seno de los suyos.
Se había inicia el lento y progresivo declinar del hombre hacia la senectud y hacia la muerte…se le veía de tarde en tarde recorriendo a pie trabajosamente las calles de la capital y deteniéndose en los corrillos de la calle real para conversar plácidamente con los viejos amigos, o en ocasiones asistiendo a las reuniones de la Sociedad de Agricultores, donde tomaba la palabra para sugerir iniciativas para recomendar sistemas de cultivos de papas, o dar recetas contra la renguera de las bestias, o las plagas del trigo y la cebada.
Poco después vino el desenlace. Una pulmonía a los 72 años es una enfermedad mortal. La vieja casona de la carrera 5ª con calle 18, la que lo había visto llegar vencedor de la batalla de Enciso y había asistido a la gloria de los primeros años de la dictadura, se llenaba ahora de deudos y parientes y personajes de la política que acudían solícitos a preguntar por el enfermo ilustre. Allí esta el presidente Suarez y allí monseñor Carrasquilla, quien en vano impetra ahora de la Providencia aquella «protección descarada» de los tiempos idos. Hay un rumor de visitantes que esperan la fatal noticia. Es el viernes 18 de febrero de 1921″.
(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.