«En cierto sentido, cada crisis es más grave que la que la precede a causa de la creciente interdependencia entre la producción y la vida social en general. En otro sentido, cada crisis sucesiva abre nuevos caminos porque la amplitud de los cambios estructurales requeridos para que el capitalismo prosiga su expansión se hace mayor.» […]
«En cierto sentido, cada crisis es más grave que la que la precede a causa de la creciente interdependencia entre la producción y la vida social en general. En otro sentido, cada crisis sucesiva abre nuevos caminos porque la amplitud de los cambios estructurales requeridos para que el capitalismo prosiga su expansión se hace mayor.»
Paul Mattick. Marx y Keynes. Los límites de la economía mixta. 1969. P. 59
«El giro hacia un nuevo régimen mundial, tanto económico como geopolítico, no se producirá con suavidad. Una larga crisis, a buen seguro atravesada por cortas recuperaciones, nos espera»
Jacques Sapir. El nuevo siglo XXI. Del siglo americano al retorno de las naciones. 2008.
Hoy ya nadie duda de la profundidad de la actual crisis económica mundial y de la gravedad de sus efectos sociales. El epicentro de la crisis se encuentra esta vez en Estados Unidos y en las economías principales del Norte y una de sus manifestaciones más visibles, la dimensión financiera, está comportando la reaparición en primer plano de un viejo asunto: el de la crisis de la deuda. El problema del endeudamiento de los estados periféricos de la Unión Europea está actuando hoy, en varios aspectos, de modo similar al de la deuda externa de los países del Tercer Mundo hace treinta años.
Para una minoría de banqueros y especuladores se trata, hoy como ayer, de aprovechar la crisis como una nueva oportunidad de negocio; y para el gran capital en su conjunto, de impulsar una reconfiguración de las condiciones sociales de producción que dinamite las conquistas sociales históricas de los trabajadores anulando los derechos sociales y laborales adquiridos. Las draconianas condiciones impuestas al unísono por acreedores e instituciones financieras internacionales, dócilmente aceptadas por los gobiernos -ayer, los latinoamericanos, hoy los europeos- a través de políticas de duros recortes sociales, suponen un atentado directo a los derechos económicos, sociales y culturales de los pueblos que las sufren. También en esto la historia se repite y, por ahora, avanza por su lado peor.
Una mirada a las crisis de la deuda externa en América Latina
Cada crisis tiene sus singularidades y a la vez muestra patrones comunes con las anteriores. La importante crisis de la deuda externa de los años 80 del siglo XX no era la primera para América Latina. Jaime Estay ha analizado en un detallado estudio el endeudamiento externo latinoamericano durante el siglo XIX hasta los años 60 del siglo XX, el endeudamiento de los 70 hasta 1982 y la subsiguiente crisis con la incapacidad de pago de las deudas y la nueva espiral de endeudamiento posterior 1 . Uno de los varios aciertos de su trabajo consiste en el modo de vincular los procesos de endeudamiento y de crisis de pagos con tendencias económicas más globales presentes a escala mundial, regional y estatal. Los vínculos con la evolución de las relaciones jerárquicas en la geopolítica de la división internacional del trabajo, con los problemas de valorización del capital y con el comportamiento de la economía real -en mi opinión, algo a tener muy presente también en el análisis de las deudas de países europeos hoy- le permiten concluir que los volúmenes y condiciones de contratación y pago de la deuda externa latinoamericana en los años 70 y 80 no pueden explicarse principalmente por las necesidades del desarrollo existente en los países de la región. La justificación propagandística del «financiamiento del desarrollo» permitía ocultar otras razones de más peso en esos procesos de endeudamiento: la búsqueda de ganancias de la banca privada internacional, los intereses no «nacionales» sino muy particulares de quienes contrataron la deuda en los países latinoamericanos… Y así asoma la corrupción, el despilfarro, la usura de quienes, de una y otra parte, obtuvieron cuantiosas ganancias privadas especulando con deudas públicas y trasladando costes y sacrificios hacia los sectores populares.
Otro importante estudioso de estos procesos de endeudamiento en la década de los 70 que explotaron a principios de los 80, el economista chileno Orlando Caputo, los relacionó también con los problemas en el proceso de acumulación en América Latina, radicados en la capacidad de generación de producción y de ingresos y por tanto, de hacer frente a los pagos del servicio de la deuda. Y añadía un factor más al que no se le acostumbraba a otorgar la relevancia adecuada -y que, creo, también debería ponderarse mejor en la actual coyuntura de Grecia, España…-: «Gran parte de la deuda de América Latina se explica por la fuga de capital. El nivel de fuga de capital de América Latina registrada como compra de activos en Estados Unidos, y la no registrada que aparece en errores y omisiones desde 1981 hasta mediados de 1983, alcanzó una suma cercana a los 100.000 millones de dólares, cifra comparable al total de la inversión bruta de la región en 1982 (…) La fuga de capital se ha financiado con préstamos extranjeros que efectivamente nunca ingresaron a la región, y que sin embargo, provocaron un gran aumento de la deuda externa.»2 A ello cabe añadir que la fuga de capital de América Latina contribuyó entonces a sostener los déficits de la economía norteamericana.
Como es sabido, México fue el primer país en decretar una suspensión de pagos de la deuda de seis meses, de agosto 1982 a enero 1983. Luego le seguirían muchos otros, Brasil entre ellos.3
A partir de análisis como los hasta aquí citados que permitían desvelar los factores principales y la dinámica del endeudamiento, empezaron a surgir las propuestas para hacerle frente.
Resistencia y alternativas a la crisis de la deuda en la década de los 80
El gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende en Chile (iniciado en octubre de 1970 e interrumpido por el golpe militar fascista de Pinochet el 11 de septiembre de 1973), se encontró al asumir con importantes compromisos de pago por amortización e intereses de la deuda externa, parte de ellos de vencimiento inmediato en 1971 y 1972. En 1970 Chile se encontraba entre los países de más alto endeudamiento per cápita del mundo. El gobierno de Allende restringió el pago de los servicios de la deuda y buscó la salida de renegociarla ampliando los plazos, enfrentándose con una dura oposición a ello por parte del gobierno norteamericano, que pretendía dar una lección al mundo con el caso del tratamiento de la deuda externa chilena.4
En Argentina, en abril de 1982, aún bajo la dictadura militar (marzo 1976-diciembre 1983), el ciudadano Alejandro Olmos presentó ante el Juzgado Nacional Federal una querella contra el ministro de economía de la dictadura para encausarle por la contratación ilegal de la deuda externa de su país. Tras 18 años, en julio del 2000, se emitió la sentencia en la que se reconocían más de 470 operaciones económicas y financieras en beneficio de negocios privados nacionales y extranjeros que evidenciaban el carácter ilegal, ilegítimo, inmoral y fraudulento de los procesos de endeudamiento contraídos.5
Sin duda la alternativa más clara y contundente frente a la crisis de la deuda de los 80 la expresó Fidel Castro: la deuda es impagable y la única alternativa verdadera consiste en la cancelación de la deuda externa y la construcción de un Nuevo Orden Económico Internacional.6 Esta posición y las consideraciones económicas, políticas y morales que la sustentan siguen siendo hoy plenamente vigentes, como veremos en la próxima entrega de estas notas al repasar las alternativas surgidas en América Latina en esta última década.
Barcelona, Semana de Acción Global contra la deuda, 8-15 de octubre 2012.
Notas:
1 Estay, Jaime. Pasado y presente de la deuda externa de América Latina. Coedición del Instituto de Investigaciones Económicas de la U.N.A.M y de la Universidad de Puebla, 1996.
2 Caputo, Orlando. «Deuda externa y moratoria en América Latina», en revista Araucaria de Chile, nº 30, 1985, págs. 47-61. (disponible en http://es.scribd.com/doc/97241439/Araucaria-de-Chile-30-1985)
3 La bibliografía sobre la crisis de la deuda mexicana es extensa. Un buen análisis puede encontrarse en el artículo de Éric Toussaint: La crisis de la deuda mexicana y el Banco Mundial, 2006 (disponible en: http://cadtm.org/La-crisis-de-la-deuda-mexicana-y)
4 Ver al respecto: Uribe, Armando. El Libro Negro de la intervención norteamericana en Chile. Siglo XXI Editores, 1974 (disponible en http://www.salvador-allende.cl/Biblioteca/Libro%20negro.pdf); Vuskovic, Pedro. La política económica de la transición al socialismo. Intervención ante el CIAP, 1971. (disponible en http://www.salvador-allende.cl/Unidad_Popular/Vuskovic%201971%20CIAP.pdf)
5 El alegato presentado ante los jueces viene recogido en su libro: Alejandro Olmos. La deuda externa. Todo lo que usted quiso saber sobre la deuda externa y se lo ocultaron. Quiénes y cómo la contrajeron. Ediciones Continente, 1990. (disponible en: http://es.scribd.com/doc/32476596/Alejandro-Olmos-La-Deuda-Externa). El histórico fallo judicial sobre la deuda externa en Argentina puede consultarse íntegramente en: http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Ballesteros_JuicioSobreDeudaExterna/Ballesteros_001.htm
6 Los análisis, las reflexiones y las propuestas realizadas por Fidel Castro entre febrero y septiembre de 1985 han sido recogidas y sistematizadas temáticamente por Marta Harnecker en el texto: Fidel Castro. La Deuda Externa. (disponible en: http://www.rebelion.org/docs/90181.pdf).
El discurso de Fidel Castro en la clausura del Encuentro sobre la deuda externa de América Latina y Caribe, celebrado en La Habana en agosto de 1985, bien puede considerarse una pieza histórica por su contenido y repercusión. Su transcripción íntegra se encuentra en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1985/esp/f030885e.html
Fuente: http://noutreball.psuc.org
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