Me reencuentro también con mis días penquistas junto a Pato Sobarzo y Marisol Aránguiz, ambos parte de ese intenso intento de reconstrucción del MIR del que participamos en la zona que vio nacer al llamado Mir de Miguel…Miguel también figura aquí, con su mensaje al MIR y al pueblo sobre qué hacer después del 11.
(Mis palabras introductorias en el lanzamiento, junto al autor, Axel Pickett y las compañeras Patricia Zalaquett y Alejandra Holzapfel, en una temporalmente recuperada Estación Mapocho para esta Furia del Libro, evento de editoriales independientes).
Axel Pickett ha seleccionado 84 mensajes de la Resistencia, fragmentos de historias de luchadores de diverso signo partidario, testimonios de caídos pero también de sobrevivientes a los años de la dictadura cívico militar y su colofón de los 90. Son textos disímiles como sus vidas pero todos ellos respiran un mismo aire en 206 páginas que se pueden leer de corrido o rastreando en distintas fases: el 73, los años 74/76; del 78/al 83; de 1984 al 1987 y de 1988 en adelante. Como destaca en el epílogo Camila Krauss, hija de Fernando Krauss, aquí no hay palabras de arrepentidos que quieran llegar al reino de los cielos. Este es otro reino, el de la lucha colectiva. Este es el fuego de amor del que nos habla el título.
No pudo tener un mejor nombre en CincoAses Editores, este rescate de la palabra en tiempos difíciles, de prisión, de lucha pero también de vidas comprometidas, vidas plenas, protagonizadas por quienes, como escribe nuestra inolvidable Lucía Vergara, “fuimos acumulando penas, alegrías y fuerza y todo se convirtió en libertad y el sol volvió a brillar”. Puede parecer loco o extraño, pero eso sentíamos en la lucha, ese era el sentido de vida, justamente por ello.
La palabra, el verbo tienen poder, y la palabra escrita permanece, pero estaba oculta. Aquí hoy la desenterramos, la exhibimos en su grandeza y su simplicidad, entre la exaltación y la cotidianeidad, de lo heroico a lo doméstico, de la esperanza a la aceptación de lo inevitable, pero sobre todo de lo individual a lo colectivo. Son palabras dichas y escritas por mujeres y hombres de un pueblo que vivió la alegría de un período que consideramos prerrevolucionario, y luego vivió la revancha, el castigo, la prisión, la tortura, la ejecución, la desaparición y el odio por parte de los que arrebataron ese triunfo popular y reinstalaron en Chile los plenos poderes de los dueños del capital, de las armas y de la justicia. Es una reinstalación que permaneció, soterrada en distintos grados, y hoy nuevamente asoma la cabeza para negar lo que vivimos, tanto nuestros triunfos como nuestros dolores.
De allí la importancia de estas cartas donde podemos leer de todo un poco…
Son mensajes que reconozco desde esos mismos días intensos al ver el tono del prólogo de Paty Zalaquett recordando el texto “Para mi amada, de su amado”, en la voz de Nelson Herrera a quien aún me parece escuchar cantando y riendo en nuestras reuniones clandestinas! Como la carta de mi colega y compañera Diana Aaron, que tranquiliza a sus padres diciendo que no se va a arriesgar innecesariamente …y no puedo evitar recordar que cuando hicimos la práctica como jóvenes periodistas en Canal 13, jamás me enteré que Diana militaba en el MIR pues ¡ella era la discreción en persona! Al contrario del extrovertido Pepone, Pepe Carrasco, quien retornó sabiendo claramente a qué se exponía, y proclamó antes de ser ejecutado que lo hacía porque amaba la justicia y la libertad.
Y cómo no mencionar la sensibilidad premonitoria tan especial de los artistas, expresada en Jorge Peña que en su mensaje a la familia, incluido en este libro, revela que siempre supo que su vida terminaría a los 45 años, concluyendo que su sentencia es por el delito de amar a la humanidad. La inmensa humanidad del mensaje de Manuel Cabieses a su mujer Flora desde el campo de concentración de Chacabuco, se mezclan con el humor y el amor de las cartas de Pepe Amigo a Bernarda, contando de la invasión de ratones y moscas en la cárcel que «impide que se practique bien la vocación más típica de presos y ricos: no hacer nada».
A inicios de los años 90, casi lo único que había en términos de memoria era Archivo Chile.com inicialmente llamado CEME, Centro de Estudios Miguel Enríquez, fundado por nuestro compañero Pedro Naranjo. De allí toma Axel Pickett el mensaje de Muriel Dockendorff, que promete a su amiga Sandra un reencuentro «a través de la niebla que despejaremos». En eso estamos aún querida Sandra, todavía despejando esa niebla!
Otro colega periodista, también poeta, Luis Durán, se despide en un poema citado por Axel, uniendo el amor con su propio final , señalando que “mi último grito sea de triunfo y amor”….Y el Negro Calderón también periodista, dirigente sindical, histórico luchador, es el rey de la síntesis: sólo escribe con modestia infinita en el muro de la prisión “Por aquí pasó el Negro Calderón”. Y con eso debemos quedarnos.
Me encuentro después con mi prima Marcela Sepúlveda, de 18 años, dedicada a buscar a su mamá, Blanca Troncoso, para sacarla de prisión…
Apenas días antes de ser detenida ella misma y desaparecer un 26 de junio de este mismo mes, le escribe a su mamá lo que transcribe el autor del libro: «esté tranquila, no se preocupe, estamos haciendo gestiones por usted.»
Y con la modestia de todos, otro de nuestros compañeros curas, Toño Llidó, trata de explicar la clandestinidad a su familia española, y dice que es «un trabajo metódico, peligroso, disciplinado pero hasta cierto punto monótono y sin éxitos espectaculares». Con su temprana muerte, en 1988 Blanca Rengifo fundadora y sostén del CODEPU, cuidadora de la vida de tantos, reafirma que «estos últimos años, a pesar del dolor, han sido los más felices de mi vida! » También ese año, en una carta Manuel Guerrero entrega a los suyos una herencia que deberán partir en dos: el recuerdo, y la esperanza. El testimonio de Sola Sierra nos remite a la constante lucha de la AFDD y su primera acción en un recinto internacional. Vicente Atencio, entonces un joven, escribe desde Chiloé a su mamá, relegado, acompañado por delfines y gente sencilla, anunciando que llegará “gordito” a Santiago.
Máximo Gedda mi recordado compañero en TVN , más explícito, nos habla en su poema desde la clandestinidad a todos, aun hoy: «de este lugar verdaderamente no te saca nadie, no te borra nadie, aquí estás por lo que hiciste y no porque te destruyeron!».
Me reencuentro también con mis días penquistas junto a Pato Sobarzo y Marisol Aránguiz, ambos parte de ese intenso intento de reconstrucción del MIR del que participamos en la zona que vio nacer al llamado Mir de Miguel…Miguel también figura aquí, con su mensaje al MIR y al pueblo sobre qué hacer después del 11. Tras él saltan los compañeros de Pudahuel, Mauricio Maigret y Luis Díaz, de los tiempos que intentaba ese territorio un paro comunal emulando las experiencias de los sandinistas en la lucha urbana.
Y luego Axel nos trae de vuelta a Fernando Vergara, sus dibujos, al periódico El Rebelde, la Radio Liberación, a Barbara y su madre presentes en su lucha. Me estremecen de nuevo las cartas de Sergio Peña a sus hijos, las de Lucía, de Cristina Chacaltana, y otros. Ya en la fase posterior a los 80, me reencuentro con Aracely Romo y Pablo Vergara siguiendo adelante fusil contra fusil, en medio de la tragedia íntima de la división del MIR pero con la mirada siempre puesta en la victoria final. Y Aracely susurra «Yo también he aprendido a esperar».
Me es imposible recoger todo lo que estas breves notas seleccionadas por Axel puede despertar en quien se asoma a estas páginas. Pero sobre todo el desafío es imaginarnos qué efectos tendrán en alguien que no sepa NADA de estos temas. Y me consta que eso es algo muy posible en Chile. Hemos comprobado una y otra vez que la memoria está siempre en disputa y es una batalla sin tregua. Es a ese tipo de lectores, a ellos y ellas, a elles también, a las nuevas generaciones, a quienes deseo esta lectura. La Furia del Libro estará hasta el domingo 18, con entrada libre y gratuita.
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