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Arte Popular contra el genocidio

Fuentes: Rebelión

«Seguíamos con esperanza. Pero la esperanza fue lo que nos mató. La esperanza era ilusoria, pasiva y consoladora. No necesitábamos consuelo. Necesitábamos acción». Michael Moore, Fahrenheit 11/9 Nuevamente el teatro, la crítica y la reflexión volvieron a tomarse la ciudad de Palmira durante ocho días, del 18 al 25 de mayo. Las obras que vimos […]

«Seguíamos con esperanza.
Pero la esperanza fue lo que nos mató.
La esperanza era ilusoria, pasiva y consoladora.
No necesitábamos consuelo.
Necesitábamos acción».
Michael Moore, Fahrenheit 11/9
Nuevamente el teatro, la crítica y la reflexión volvieron a tomarse la ciudad de Palmira durante ocho días, del 18 al 25 de mayo. Las obras que vimos en el XI Festival Nacional de Teatro Popular: Teatro y Realidad Socialevocaron la memoria de cientos de comunidades que resisten a la guerra, bajo la propuesta de vencer el odio a través del amor, la ternura y la reconciliación que afiancen caminos de paz con justicia social para el pueblo colombiano.

Este año más que ver, observar o analizar como críticos o simples espectadores, vivimos alegrías, nostalgias y lágrimas de sincero rechazo a la violencia que nos está arrebatando la vida de quienes piensan de forma diferente al Gobierno y a un sistema político y económico contrario al humanismo, la solidaridad y la sensibilidad que nos proporciona los senderos del arte.

Y fue de ese modo que el Festival no pudo apartarse de la tragedia y la lucha contra aquellos que la imponen. Porque imposible no hablar de ello en momentos donde la negación de la barbarie acrecienta el poder de quienes nos condenan a la muerte.
Hoy el silencio y la complacencia permiten que la infamia avance mientras el pueblo es asesinado. Es claro que oponerse al saqueo, la corrupción, la guerra y soñar con un mundo distinto nos está costando la vida.
Las cifras son desgarradoras y el arte no puede ocultarlas. Más de cien excombatientes de la FARC han sido asesinados luego de firmar la paz y creer en la reconciliación, la construcción de sociedad, en un país donde el odio está superando al amor, la ternura y la sensatez. Y hay más cifras. Cientos de sus integrantes hoy permanecen en las cárceles en señal de traición, luego de más de dos años de firmados los acuerdos, de creer en la palabra de un Gobierno que ha incumplido lo acordado en su mayoría.
Ahora sabemos que la muerte tiene directriz de arrasar con todo. Y nos aterran los ríos de sangre que entre 2016 y 2018 han ahogado a más de 1.700 lideresas y líderes sociales, así como a integrantes de juntas de acción comunal, defensores de derechos humanos, ambientalistas y todo aquel que sea un obstáculo para la instalación de un Gobierno fascista que recrudece su odio al tener al genocidio como lenguaje.
Y el desangre no excluye al arte. Varios artistas ya fueron asesinados. El cineasta Mauricio Lezama fue uno de ellos. Negarse a callar y llevar en sus cámaras el rostro de las víctimas del conflicto le costó la vida. Como Red de Artistas Populares del Suroccidente (RAPSO) también vimos caer a uno de nuestros hermanos. Edwin Grisales, de la Red Hip-Hop de Sevilla, fue asesinado por llevar arte a los barrios.
Edwin ofrecía a los jóvenes una visión clara de la política y otras oportunidades de vida distintas a las drogas y el narcotráfico que nutren al paramilitarismo en Sevilla y centro del Valle del Cauca. Por eso los paramilitares del régimen actuaron sin dudarlo, arrebatándonoslo de nuestras vidas, pero no de nuestra memoria.
Sabemos que muchos quisieran escuchar palabras más agradables y consoladoras, pero los ríos de sangre que vemos, que sentimos, atraviesan nuestras obras y nuestras vidas. No pasa un segundo sin que esto se aparte de nuestros ojos. La preocupación la llevamos a nuestros montajes artísticos, a cada función, para luego continuar con ello en nuestra cotidianidad.
Hablar de este tipo de cosas es lo que da sentido al Festival Nacional de Teatro Popular: Teatro y Realidad Social, y es lo que refuerza nuestros espíritus para continuar luchando desde el arte por una mejor sociedad.
La solidaridad de los artistas que participan año tras año permiten un encuentro de sueños que luchan contra lo imposible. No salimos intactos, sin rasguños, pero continuamos con vida y de pie para batallar con el actual régimen de infamia que avanza hacia el fascismo, asesinando a su antojo e imponiendo o modificando cuanta ley sea necesaria.
Infinitas gracias a todas y todos los artistas que lo entregaron todo este año y los anteriores. De ustedes y el público es este Festival que abrió tochas en el arte para posicionar el lema que hoy se hace tan necesario: «teatro y realidad social», «teatro popular para la transformación social».
Es momento de sacar nuestros sueños y magias de los escenarios para trasladarnos a las calles. No puede quedarse un solo lugar sin gritar lo que está pasando. Ningún espacio será pequeño o muy grande cuando de luchar contra la muerte se trate.

Compañero Edwin Grisales
¡Presente! ¡Presente! ¡Presente!
Compañero Mauricio Lezama
¡Presente! ¡Presente! ¡Presente!
¡Viva la Red de Artistas Populares del Suroccidente!
¡Viva el Festival Nacional de Teatro Popular: Teatro y Realidad Social!
¡Viva la Cultura Popular!

IX Festival Nacional de teatro Popular: Teatro y Realidad Social
Palmira, suroccidente colombiano, mayo 25 de 2019