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Arte. Valor y fundamento

Fuentes: Rebelión

Las obras de arte no tienen valor. Esa es una sentencia que se repite en no pocos círculos de marxistas, y que forma parte de  los sustentos que contribuyen a la conformación de cierta ideología para la cual el arte puede ser considerado como algo menor. Digamos, que sí, que el arte no tiene valor, […]

Las obras de arte no tienen valor. Esa es una sentencia que se repite en no pocos círculos de marxistas, y que forma parte de  los sustentos que contribuyen a la conformación de cierta ideología para la cual el arte puede ser considerado como algo menor. Digamos, que sí, que el arte no tiene valor, pero ¿en qué contexto?
Lo primero que habría que aclarar, y merece mucho cuidado, es, qué es el arte. Ya  que abarca mucho,  asumamos que incluye, tanto los procesos como los resultados que son considerados arte, en determinada sociedad en un momento dado. Por lo que se trata de arte, a todo lo que es aceptado así en sociedad.
Cuando se enfoca de la manera anterior, queda  un abanico de posibilidades que trae mucha confusión, porque lo que sea visto como arte en un grupo humano, en otro puede ser incluso penado por la ley. Además, están los cambios en lo considerado arte en el tiempo, como puede ser el efecto de la aparición del cine. Es por eso, que resulta mejor no abordar  manifestaciones específicas.
Siendo consecuentes con lo planteado en El Capital, lo que pasa por  compra-venta, es mercancía. Las mercancías son esencialmente valor. Pero por otro lado, de la misma lógica del capital se extrae que las obras de arte, no poseen valor. En efecto, es así. Cuando Marx escribió El Capital, una obra de arte no tenía valor, por lo general.
El Capital fue publicado en 1867. Para ese entonces, incluso en las publicaciones póstumas que daban continuidad a tal monumental obra, aun el capitalismo no enfrentaba la madurez de su imperialismo. Por tanto, el dominio de la lógica capitalista no alcanzaba a todas las manifestaciones de la vida humana. El criterio diferenciador de lo que hoy conocemos como marcas, no se había convertido en una necesidad de reproducción del capital, en numerosas ramas de la producción. Lo producción industrial, podría decirse, vista y comparada desde la distancia, era poco sofisticada.
En ese periodo, lo considerado arte, era reducido a un selecto grupo de actividades y sus resultados, y su consumo era de un selecto grupo de burgueses y nobles. Ellos, determinaban qué era el arte en la sociedad. Ahí, digamos, una pintura de un pintor en boga, que apenas pasó unas horas en su realización, fue vendida al mejor aburrido postor, por una nada despreciable cantidad de libras. Tal pintura, no tiene valor, diría la ortodoxa economía política marxista -interpretaciones a Marx-.
Lo cierto es que dicha obra de arte -y no he dicho el arte en general-, no tiene valor, desde los presupuestos de Marx. La cuestión olvidada, son esos presupuestos de Marx, y por qué en el contexto descrito una obra de arte carecería de valor.
El valor es el fundamento del capital. Y sobre esa base es que debe pensarse. El fundamento, es una determinación de la esencia, es decir, es uno de los rasgos de la esencia de algo. Dicho fundamento, no es más que la relación de la esencia consigo misma, en movimiento. Por lo que lo que al comprender el fundamento, solo se tiene como resultado de la abstracción, el movimiento esencial.
Las ciencias pensadas con su carácter descriptivo, explicativo y predictivo, necesitan ciertas condiciones sobre las que levantarse. Por eso, no es nada casual que desde la dialéctica se planteen las leyes, solo como tendenciales. Las formulaciones teóricas dependen del carácter tendencial que se pueda entender del objeto de estudio. Así, aquello con un comportamiento inestable, ausente de una tendencia apreciable por el investigador, no puede comprenderse su fundamento. Es decir, para poder hablar de valor, este tiene que tener cierta estabilidad que permita  estudiar su movimiento.
Así, si se recuerda que las obras de arte en la época de Marx, cuyo comportamiento mercantil no venía dado por una estabilidad, sino por cuestiones como la moda o el excentricismo de los más ricos, evidentemente no podía apreciarse un valor de dichas mercancías.
Entonces, el propio comportamiento tan flexible de los precios -en los que se expresaba el valor- de las obras de arte, imposibilitaban que se hallara en ellos un valor, es decir, una relación con cierta estabilidad y causalidad, que sirviera de fundamento para explicar su desenvolvimiento. Desde ese enfoque, se puede decir que las obras de arte -entendidas en su acepción convencional-, no tienen valor, es decir, no tienen una relación de reconocimiento que puede ser comprendida tendencialmente, no tienen una esencia estable que devenga en fundamento. Realidad, que cambia en contextos.
Por otro lado, habría que especificar también, valor con respecto a qué. Es decir, el valor no es per se, sino que está pensado insertado en determinada dinámica, por tanto, respecto a esta. Por lo que dicho valor del las obras de arte, es respecto a la dinámica del capital. Al no existir esta -una dinámica de capital- alrededor de las obras de arte -que no es lo mismo que su comercialización, contrabando, etc-, o sea,  un movimiento de dinero que compra la capacidad de medios de producción y del hombre, y se valoriza, indica que no puede haber allí valor -fundamento teórico-.En otras palabras, las obras de arte no tienen valor para el capital -para las relaciones de capital-, por que alrededor de ellas no se aprecia un capital -la lógica de un capital-.
Lo anterior no debe ser una regla fija, aunque es de esperarse dicho comportamiento de las obras de arte, en la concepción de estas como creación irreproducibles, sobre todo asociado a artes plásticas.
Lo cierto, es que la idea de la ausencia del valor en las obras de artes -las antes mencionadas-, no puede conducir a de estar buscándolas, para negarle su valor. No se puede olvidar que lo expuesto por Marx, no es para identificar qué es mercancía y que no, porque como se ha mencionado, los «esto es» suelen ser metafísicos. Por su parte, a la dialéctica le interesa el cómo deviene, cómo se mueve, cómo se comporta. Por tanto, no es asunto de la dialéctica qué es mercancía y qué no, sino cómo se comporta la mercancía. De la misma manera, no es, qué es valor y qué no, sino cómo se comporta el movimiento del valor. Y lo que ocurre, es que donde el movimiento no permita ver una relación de reconocimiento de forma tal que pueda ser estudiada, no se puede establecer un valor, al igual que cuando un científico al estudiar un proceso, este no mantiene las condiciones y características que se puedan parametrar. Entonces, el asunto está, en que las dinámicas de las obras de arte impiden darle una explicación esencial, por tanto, pensar su valor. El no tener valor es, un fenómeno puramente teórico. Lo que nos ayuda también a pensar, que en toda forma de expresarse el reconocimiento en el cambio, a todo aquello que participa en la vida del hombre, de una manera que no puede establecerse una relación consigo mismo, un fundamento, por tanto, de cierto modo, en algunos objetos de estudio por sus características y estabilidad, no hay valor.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.