«La sola lucha por el salario como interés inmediato del trabajador, sin la lucha por los intereses políticos generales de la clase, hace de esta, un instrumento de la burguesía; que decir entonces de aquellos sindicatos, que además entran en el juego del capital y se vuelven patrones». Para nadie es un secreto que el […]
Para nadie es un secreto que el modelo de salud en Colombia está en crisis. Pero creer que administrando los recursos de la salud se lucha por el derecho es una falsedad neoliberal que no tiene presentación, máxime cuando viene de un sindicato.
No es la primera vez que en el Cauca sucede esto. La avanzada estatal por desarticular todo proceso social o político en el departamento siempre ha estado a la orden del día. Son ejemplos especiales de esto: el desarrollo del laboratorio de paz que inyecto recursos a organizaciones supuestamente populares para apalancar la política de exterminio direccionada desde las empresas del capital; o el fortalecimiento de la criminal ley 100 con la entrega de salud a la administración por parte de corporaciones indígenas o de los decretos autonómicos de las comunidades indígenas convirtiéndose estos en administradores de la educación y con ello subirlos a las locomotoras neoliberales del Estado colombiano. Seguramente una huelga de los lacerados docentes que trabajan en las comunidades ancestrales, tendría que dirigirse contra quienes se convierten en nuevos amos y los nuevos patrones posando de «organizaciones sociales» dentro del capitalismo operarían como les corresponde dentro del perdido rumbo.
Ayer, en nuestro departamento inicio una huelga de los docentes afiliados a ASOINCA. Paro que tiene, entre otros objetivos la administración de la salud (según el ministerio de educación más de 150.000 millones de pesos) mediante una Unión temporal entre ASOINCA, PROVITEC Y COOPROVITEC, llamada ASOPROSALUD. Huelga busca la participación de esta UT dentro del nefasto modelo de salud que impone el Establecimiento, pero con el agravante que pretende desconocer la lucha de los educadores colombianos por mantener el régimen especial de seguridad social que conserva el fondo del magisterio y la fiduciaria. Si llegasen a ganar esta lucha, los pasos dados seguirían a los de los pueblos indígenas, y en el futuro no sería raro ver la creación de otra UT para la administración de la educación como empresa oferente. Si los médicos (algún día se organizan) tendrían que hacerle la huelga al sindicato. Y si hay fallos en la garantía del derecho de salud los docentes también se verían obligados a elevar demandas contra el sindicato.
La situación es mucho más compleja en términos políticos y económicos. Efectivamente la crisis de la salud nos debe llevar a dar la pelea popular por recuperar la atención en salud como un derecho garantizado íntegramente por el Estado, no como lucha meramente economicista. Es necesario aglutinar esfuerzos por un nuevo ordenamiento jurídico que devuelva la responsabilidad del Estado en la atención de la salud y de toda la seguridad social del pueblo colombiano.
Una organización que se dice ser sindical no puede caer en la idea de administrar los recursos estatales de manera privada, mientras desvertebran lo poco que tiene el magisterio colombiano en la ley 91 del 89 y se desarticula la red pública de salud de los colombianos.
Con gran acierto político el Sindicato Unitario de trabajadores de la educación del Cauca SUTEC respondió a esta propuesta descabellada, planteando que se «desvirtúa, en lo estructural, el régimen especial en salud de los maestros; sino que también, de su implementación, no se desprende garantía alguna de mejorar el servicio médico asistencial; al contrario, pone mayores obstáculos para el acceso a los servicios de alta complejidad, que son los que, además de ser los más costosos, mayores riesgos para la vida de los usuarios generan y convierte a ASOPROSALUD en corresponsable de la calidad y oportunidad del servicio médico, o del deterioro de las mismas, con las consecuencias que de estos hechos se derivan.»
De la misma manera como el sol y la lluvia acaban con la figura del Che Guevara, en la antigua sede de ASOINCA en el centro de Popayán, ocurre con el rumbo político que toman los dirigentes de este «SINDICATO». ASOINCA debe definirse; o recupera su carácter de organización sindical clasista que defiende los derechos de los trabajadores o pela definitivamente el cobre y se pasa mejor a la sociedad de gremios del Cauca, pues ya tienen la capacidad económica para hacerlo.