El “Autohomicidio”, como alguien denominó el extraño suicidio (el 09.06.23) del experimentado y altamente entrenado coronel de la policía colombiana Oscar Dávila, perteneciente a la seguridad de la presidencia de la república, y las ampliaciones y declaraciones periodísticas de un “testigo sin rostro” sobre esta muerte, han dado una vuelta más al culebrón mediático-judicial Benedetti-Sarabia con implicaciones presidenciales, que como es de esperarse en un Estado de derecho efectivo ya debiera estar resuelto.
Pero en Colombia,“ la tierra de la belleza y la sangre” que describió el emocionado el presidente Petro en las Cortes de Madrid el 03 de mayo/23, este colosal güio negro (Eunectes murinus) https://es.wikipedia.org/wiki/Eunectes_murinus creado en el alienado imaginario colombiano, se ha enroscado aún más alrededor de su excepcional victima presidencial, constriñéndolo, llegando a viajar adherido a su cuello hasta cualquier capital del norte global a donde, diplomáticamente, ha ido el presidente a ejercer sus funciones; poniendo en evidencia ante el mundo una vez más lo que hemos dicho desde hace décadas: que Colombia es un Estado Fallido con una justicia fallida de “doble cara”:
Una cara, la justicia espectáculo ejercida por la combinación de la costosísima y enorme fiscalía con los prepotentes medios de comunicación politizados. “Semana ordena y la Fiscalía ejecuta”. Y otra, la justicia ineficiente y burocratizada o “procrastinadora”, que va de instancia en instancia, de plazo en plazo, de abogado en abogado, de recurso en recurso, hasta el cierre de las imputaciones o fin del caso y, cuyo resultado final es la IMPUNIDAD. Me viene a la mente el aforismo santanderista del más exitoso abogado de mi pueblo: Pleito que no gano lo enredo.
A manera de ejemplo se podrían traer a la memoria los casos emblemáticos más recientes de Odebrecht del expresidente Santos y su competidor Zuluaga; el de los doce apóstoles Uribeños; el caso del expresidente AUV y la manipulación de testigos; el del asesor de AUV José Obdulio Gaviria y su participación directa en el famoso caso de las chuzadas del DAS; el de la muerte de Álvaro Gómez Hurtado o de Héctor Abad muertos por sicarios indeterminados. El de la responsabilidad del genocidio de la Unión Patriótica, o, para ser repetitivos, el de los varios parapolíticos que aún continúan en la sombra. ETC. Una repasada al serio informe sobre la impunidad y sus dimensiones en toda Colombia, puede ayudar a convencer a algunos incrédulos. (favor ir al siguiente enlace https://e7c20b27-21c2-4f2b-9c38-a1a16422794e.usrfiles.com/ugd/e7c20b_b1990317eedc4c638d4c9e2918e9a076.pdf)
No es necesario remontarse a 1943, al histórico caso de la muerte del policía bogotano llamado «Mamatoco» (favor leer este caso en https://es.wikipedia.org/wiki/Mamatoco), que fuera ampliamente utilizado en aquellos años por la prensa hegemónica franquista de Laureano Gómez, para derribar al presidente liberal progresista (citado por Petro como paradigma a seguir) Alfonso López Pumarejo; para saber que en Colombia la tragedia se repite como tragicomedia anunciada.
La “agencia Bloomberg”, que se define a sí misma como “una empresa mundial de información financiera y noticias que también invierte en programas filantrópicos importantes para mejorar la calidad de vida en todo el planeta”; con la cantidad de información privilegiada que debe tener, ya hizo su pronóstico sobre el gobierno Petro en un minucioso análisis de la coyuntura que fue replicado inmediatamente por el Antipetrismo más cerrero de la siguiente manera:
...El sueño de Gustavo Petro, de convertirse en un líder izquierdista inspirador que abandonaría la ortodoxia económica de Colombia, se está desvaneciendo a solo 10 meses de su presidencia… En lugar de liderar una revolución pacífica para sacar a millones de personas de la pobreza, Petro ahora corre el riesgo de pasar los próximos tres años como un pato cojo impopular, desperdiciando gran parte de su energía defendiéndose de las investigaciones”… https://www.pulzo.com/economia/bloomberg-senala-gustavo-petro-crisis-es-buena-dice-medio-PP2845159
La imagen caricaturesca de semejar a Petro como un pato rengo, poniendo el énfasis negativo en la persona del presidente que pasará los restantes tres años de gobierno defendiéndose, elimina la poderosa fuerza adversa externa, nacional e internacional combinada, que a la manera de un boa constrictor o güio negro, se aprovecha de sus lamentables errores para estrangularlo lentamente, paralizando sus movimientos o ejecutorias hasta volverlas ineficaces.
Así mismo, la imagen del pato en muletas, muestra una estrategia diferente, en el mediano plazo, distinta al derrocamiento inminente o golpe de Estado, lo cual coincide con los epígonos y analistas prepago de la gran prensa colombiana cuando afirman que, NO se debe tumbar a Petro por pánico a que suba en su reemplazo la Vice Francia Márquez. Es decir, la experiencia política-administrativa-y-judicial, nacional e internacional combinada, apunta a una estrategia similar a la que se usó durante el gobierno de Ernesto Samper (1994-1997) con el llamado proceso 8.000. Apretar la soga del ahorcado lentamente, quitándole el aire hasta ver en sus labios la cianosis pre mortem, para luego aflojar y así, esperar hasta el final del mandato electoral sin lesionar la llamada democracia representativa del binomio gobierno-oposición.
Con lo dicho, el fondo de todo este asunto es simplemente una realidad contundente que no se ha querido reconocer, ni por el actual presidente, ni por sus acérrimos adversarios.
Que Colombia es un Estado fallido que necesita una nueva relación entre la sociedad política (aparatos de Estado) y la sociedad civil donde se desarrolla la abigarrada actividad económica social, ideológica, ética y cultural. Una nueva correlación de fuerzas que esté representada en una nueva constitución; a donde, quiérase o no, tarde o temprano, se tendrá que llegar como parte esencial de la Solución Política al conflicto interno que desgarra al país. ¿Cuánto tiempo más gastaremos en llegar a este reconocimiento certero?
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