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XVII Congreso mundial de la IV Internacional

Avanzando hacia un ecosocialismo radicalmente anticapitalista, feminista y democrático

Fuentes: Rebelión

Introducción Del 25 de febrero al 4 de marzo de 2018 se celebró el XVII Congreso Mundial de la IV Internacional, la organización revolucionaria fundada en 1938 a iniciativa del revolucionario ruso León Trotsky. El único partido internacional y ecosocialista, radicalmente anticapitalista y feminista, fiel al proyecto de la revolución permenente para instituir un socialismo […]

Introducción

Del 25 de febrero al 4 de marzo de 2018 se celebró el XVII Congreso Mundial de la IV Internacional, la organización revolucionaria fundada en 1938 a iniciativa del revolucionario ruso León Trotsky.

El único partido internacional y ecosocialista, radicalmente anticapitalista y feminista, fiel al proyecto de la revolución permenente para instituir un socialismo mundial democrático, ecologista y feminista, se reunió en una población de Bélgica para celebrar un nuevo Congreso Mundial al que asistieron representantes de más de 40 países, entre delegados de secciones oficiales así como de organizaciones simpatizantes y de otras que son observadoras.

Gracias a un proceso de larga y difícil implantación, así como de unificaciones y reagrupamientos, se constató que la Cuarta Internacional tiene organizaciones en todos los continentes pues asistieron delegados de Asia (de Filipinas, Pakistan, Bangkadesh, Sri Lanka), de África (Marruecos, Argelia, Túnez), de Europa (España, Francia, Portugal, Dinamarca, Italia, Grecia, Inglaterra, Belgica, Holanda, Polonia) y de América (Canadá, Estados Unidos, México, Puerto Rico, Ecuador, Perú, Venezuela, Brasil, Argentina), de Australia. De hecho, en este Congreso hubo nuevas solicitudes de organizaciones políticas de diversos países para ser reconocidas como secciones, como simpatizantes u observadoras.

Los asistentes a este XVII Congreso Mundial participamos en las conclusiones de una discusión internacional que se llevó a cabo en las distintas secciones de este partido internacional por más de un año sobre un conjunto de documentos que elaboró y presentó el Comité Internacional de esta organización así como documentos alternativos que llevó al debate una parte minoritaria de la propia IV Internacional.

La discusión en el Congreso fue abierta y democrática, otorgando tiempos especiales a las propuestas de la mayoría y también para los puntos de vista alternativos, permitiendo la participación de todos los asistentes. Al final, se votaron las distintas propuestas, con enmiendas, y se llegaron a acuerdos ampliamente mayoritarios.

De este XVII Congreso Mundial de la IV Internacional todos salimos unidos y con una misma perspectiva para enfrentar la enorme tarea que nos proponemos: acabar con el capitalismo, estabilizar el cambio climático y empezar la construcción del ecosocialismo.

Documentos a discusión

Caos geopolítico
El documento principal que se presentó a la discusión, «Globalización capitalista, imperialismos, caos geopolítico y sus implicaciones«, es un agudo análisis de la dinámica del capitalismo mundial que explora el desarrollo desigual de la «nueva galaxia imperialista» -en la que Estados Unidos se mantiene como superpotencia, aunque vaya perdiendo peso económico y militar, mientras se levantan los imperialismos chino y ruso ante el fracaso del imperialismo europeo integrado- para diagnosticar una «inestabilidad geopolítica crónica» pues los sueños del Nuevo Orden se han evaporado ante la evidencia de un «caos geopolítico» recrudecido por la competencia imperialista, la enorme movilidad del capital, la financiarización de la economía, la nueva espiral de la carrera armamentista…

Si a ello le sumamos que las instituciones financieras han privado a los gobiernos de tomar decisiones económicas estratégicas en sus países, nos encontramos ante una «crisis de gobernabilidad» planetaria que ha golpeado a los procedimientos legitimadores de la «democracia» burguesa y ha quebrado las formas de poder político tradicionales para imponer una nueva dominación con crisis permanente de legitimación.

En este marco se discute el ascenso de las «nuevas fuerzas de extrema derecha» y los «nuevos fascismos» (los «teofascismos»). Se constata, entonces, el surgimiento mundial de regímenes autoritarios que nos llevan a la lucha por la urgente consigna política: ¡Democracia real, ya!, y a buscar nuevas convergencias de resistencia y solidaridad.

El texto aludido también considera los impactos de la crisis medioambiental (aunque se presentó al Congreso un extenso documento al respecto) y valora la situación actual como «un mundo permanentemente en guerras» planteando la tarea política de enfrentar las «crisis humanitarias» como resultado de las violencias diversas de la «barbarie moderna».

Se concluye que «el capitalismo global desarrolla una guerra de clases global», en la que la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos acentúa todas estas tendencias. No obstante, ello también puede provocar y ha provocado «movilizaciones democráticas masivas».

Pero ese tema se aborda con detalle en el segundo documento presentado: «Transformaciones sociales, resistencias y alternativas

Resistencias
En este texto se examina la relación que existe entre los cambios sociales en el mundo entero por la dinámica capitalista y las luchas generadas por ello, para así trazar una política que intente hacer una modificación de la correlación de fuerzas internacional a favor de nuestro proyecto revolucionario.

Desde tal perspectiva, se examina la situación de la clase trabajadora en el capitalismo de nuestros días. Se señala que si bien es cierto que la globalización en algunos países ha incrementado el número de trabajadores asalariados así como del sector de servicios, al mismo tiempo ha proletarizando a trabajadores antes cualificados (de la enseñanza y la salud). De hecho, los nuevos trabajadores asalariados se han integrado a un trabajo precario sobrexplotado y carentes de derechos laborales, afectados además por el aumento de la tasa de explotación y las politicas de austeridad.

Respecto a otros sectores de trabajadores, el documento subraya el «ataque sin cuartel contra las poblaciones campesinas», tanto por el impulso a la agroindustria como por el despojo de tierras y recursos naturales, la migración masiva y la pérdida de la soberanía alimentaria, etc. Por esa situación particular se afirma que los campesinos están «en el centro de todas las crisis que atraviesan el mundo actual.»

Después, el texto repasa los diferentes «frentes de lucha» considerando el desarrollo desigual del movimiento sindical así como las diversas luchas campesinas, de la juventud desempleada, contra la deuda externa así como las movilizaciones por la democracia y la justicia social, subrayando las movilizaciones masivas de las mujeres contra las violencias, los feminicidios y su derecho a la interrupción libre del embarazo.

Ante esta situación de constantes luchas diversas el documento se plantea «el problema de la transformación política de las luchas y de la estrategia anticapitalista», apuntando a la necesaria interseccionalidad y convergencia de todos los movimientos con una perspectiva anticapitalista y revolucionaria.
Esta cuestión nos remite a la discusión sobre «el papel y las tareas» del partido amplio y revolucionario que se defiende en la IV Internacional, pero antes de abordarla se expuso otro importante documento, «La destrucción capitalista del medioambiente y la alternativa ecosocialista

Alternativa ecosocialista
De este texto hubo dos versiones: una muy extensa que incluía varios temas como: 1. Aceleración de la destrucción del medioambiente. 2. Crisis ecológica y crisis del capitalismo. 3. Estrategia ecosocialista y Programa de Transición. 4. Lucha ideológica y Conclusiones. Como este documento era demasiado extenso (la Comisión ecosocialista lo está elaborarando como libro), se llevó a la discusión del Congreso sólo la parte tercera, sobre la «Estrategia ecosocialista y el Programa de transición.»
 
En la introducción de este texto se plantea que la destrucción capitalista ha llegado a umbrales críticos y riesgosos para la supervivencia de la civilización actual, pero prevalece, contra los fatalismos y pesimismos, una visión de lucha y posibilidad de superar esta crisis civilizatoria acabando con el modo de producción y reproducción capitalista e instituyendo el ecosocialismo.

Para aclarar nuestra idea de ecosocialismo se empieza por plantear nuestros objetivos estratégicos ecosocialistas. Por eso se establece, en primer lugar, el objetivo de cambiar la relación sociedad / naturaleza para cuidar a ambas e instituir, sin capitalismo, una gestión racional, temperada y prudente del metabolismo que existe entre la sociedad y la naturaleza.

Ello remite, sin duda, a La ecología de Marx (destacada en la investigación del marxista norteamericano John Bellamy Foster). El filósofo alemán que le da forma al proyecto socialista en el siglo XIX, toma el concepto de metabolismo del químico Justus von Liebig para establecer que el trabajo útil, que produce valores de uso, es la mediación metabólica (de tomar y devolver) entre la sociedad y la naturaleza. Sin embargo, para Marx, el capitalismo fractura tal relación metabólica pues su acelerado productivismo y consumismo guiado por el incremento de ganancias toma y devasta los ecosistemas devolviendo sólo contaminación que impide la regeneración de la naturaleza. Por eso, para Marx, el socialismo tiene como tarea gobernar o gestionar el metabolismo humano con la naturaleza de modo racional. Así dice Marx en el tomo III de El Capital:

«La libertad en esta esfera (el reino de la necesidad natural) sólo puede consistir en esto: en que el hombre socializado, los productores asociados, gobiernen el metabolismo humano con la naturaleza de un modo racional, poniéndolo bajo su propio control colectivo, en vez de estar dominados por él como una fuerza ciega; realizándolo con el menor gasto de energía y en las condiciones más dignas y apropiadas para su humana naturaleza.»

Como se puede apreciar, la racionalidad a la que alude Marx es racionalidad ambiental (con el menor gasto energético), racionalidad democrática (control colectivo) y racionalidad axiológica (con dignidad humana). En el documento para el Congreso de la IV Internacional se le agrega a esa racionalidad el que sea temperada (que implica automoderación colectiva como fin del consumismo) y prudente (apelando al principio de precaución en la producción).

De esta concepción se derivan otros objetivos estratégicos tales como: abolir la gran propiedad privada del sector energético, los recursos naturales, el sector crediticio y de los saberes para impulsar una transición de sistema energético, de modo que se pase del actual sistema energético capitalista, es decir: privatizado, centralizado, apoyado en los combustibles fósiles o nucleares no renovables y contaminantes, a otro, ecosocialista, que esté socializado, descentralizado, sustentado en energías alternativas renovables y no contaminantes, como la energía solar.

También se propone acabar con la producción dañina o inútil (como la de armamentos); superar la división entre la ciudad y el campo; cuidar y gestionar colectiva y democráticamente los suelos, el agua, energías, los recursos naturales, etc.

Después de establecer tales objetivos estratégicos, se propone un conjunto de demandas y propuestas para un Programa de Transición que permita avanzar en la conciencia y la organización anticapitalista (transición energética, frenar magaproyectos extractivistas, soberanía alimentaria, impulsar la agroecología, gratuidad de energía y agua, etc.) hasta la conciencia ecosocialista.

Posteriormente examina a los sectores en lucha como potenciales sujetos ecosocialistas, considerando a los trabajadores asalariados (en los que debemos vincular la lucha por sus demandas tradicionales con demandas medioambientales), los campesinos y pueblos originarios (a los que se reconoce como los más comprometidos con la lucha medioambiental y climática) y las mujeres (que son la vanguardia en todas las luchas sociales y ecosociales). En esta perspectiva se valoran las experiencias autogestivas y autonómicas que deben articularse con la lucha ecosocialista para cambiar al sistema capitalista. La tarea política central es, en consecuencia, buscar convergencias que unan las luchas sociales y las ecosociales en una perspectiva anticapitalista, feminista y ecosocialista.

Papel y tareas políticas
Finalmente, se discutió el documento de «Papel y tareas» de los partidos agrupados en la Cuarta Internacional. En este texto se plantea la necesidad de construir partidos con la fuerza suficiente para que tengan impacto en la lucha de clases y cambien la desfavorable correlación de fuerzas en torno a nuestro proyecto, que expresa los intereses históricos de todas las clases y sectores oprimidos por el capitalismo.

En este documento se reconoce que no se puede generalizar un modelo de partido pero sí se sostiene la idea fuerza de construir partidos que tengan más peso en la lucha de clases involucrando fuerzas políticas más amplias y más allá de la identidad trotskista.

Considerando la nueva etapa que abrió el desfondamiento del mal llamado «socialismo real» y del estalinismo, la ofensiva neoliberal y las movilizaciones masivas que se levantan contra ésta, se ha abierto un espacio para reconstruir las organizaciones de izquierda participando en formaciones políticas más amplias.

De hecho, el documento es muy interesante porque hace un repaso de las distintas tentativas de la Cuarta Internacional en los últimos años sobre la construcción del partido revolucionario y se hace un balance crítico de nuestras experiencias en los partidos amplios. Aunque es difícil sacar conclusiones definitivas de estos procesos, una lección política es destacada: la necesidad de mantener el marco de la Cuarta internacional, es decir, estar organizados como cuartistas aunque busquemos formas de organización política más amplias que nos permitan avanzar hacia un ecosocialismo radicalmente anticapitalista, feminista y democrático.

Conclusiones

El XVII Congreso Mundial de la IV Internacional sin duda alguna fue un acontecimiento importante tan solo como la afirmación de la existencia de una fuerza política que mantiene la herencia revolucionaria de las ideas de Marx, Lenin, Trotsky, Luxemburgo y tantos otros comprometidos con la lucha por derribar el capitalismo e instituir un socialismo mundial.

Este Congreso Mundial demuestra que la Cuarta Internacional está viva, presente en las luchas emancipadoras de muchos países y como referente para muchas organizaciones revolucionarias y socialistas de todo el mundo.

Los documentos discutidos en este Congreso nos ofrecen un análisis de la dinámica capitalista mundial no académica sino desde una perspectiva más que política, geopolítica. Por eso enfatiza los conflictos interimperialistas, la tendencia mundial de imponer una dominación política sin legitimidad, la emergencia de una derecha neofascista y la tentativa de generalizar regímenes autoritarios. Sin embargo, el enfoque que prevalece es el de la lucha de clases y por eso examina las luchas y resistencias actuales, para derivar tareas políticas de convergencia.

Por otro lado, en este Congreso se profundiza y mejora nuestra perspectiva ecosocialista (sus objetivos estratégicos), determinando además la importancia de sujetos potencialmente anticapitalistas y ecosocialistas: además de los trabajadores asalariados se considera a los campesinos y pueblos originarios, los jóvenes y principalmente a las mujeres, que están en la vanguardia de todas las luchas sociales y ecosociales. Por cierto, el texto sobre «La destrucción capitalista del medio ambiente y la alternativa ecosocialista» está dedicado a la memoria de Berta Cáceres, «militante indígena, ecologista y feminista hondureña, asesinada el 3 de marzo de 2016 por sicarios de las multinacionales.»

Finalmente, en este Congreso se llevó a cabo un balance colectivo sobre nuestras tentativas de construir, a la vez, partidos amplios, que reagrupen a diversas fuerzas anticapitalistas para la lucha política y para cambiar la correlación de fuerzas a nuestro favor, y organizaciones cuartistas, manteniendo nuestras organizaciones en el marco de la IV Internacional.

Trabajadores y trabajadoras de todos los países, campesinos y campesinas de todo el mundo, indígenas de todas las naciones, jóvenes que luchan por un futuro, mujeres que luchan contra el patriarcado refuncionalizado por el capitalismo salvaje, ecologistas que luchan por salvar la vida de este planeta, ¡agrupémonos todos bajo la bandera de la Cuarta Internacional!

Andrés Lund Medina, militante del PRT, sección mexicana de la IV Internacional

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.