Asumimos la resolución de avanzar hacia la construcción de una central clasista. Lo decidimos en el 2004, y aunque hasta entonces aún sentíamos que era posible soñar con una central única, la entrega de la oreja al modelo y sus administradores de parte de un sector del sindicalismo, nos ha indicado que hay que marcar […]
Asumimos la resolución de avanzar hacia la construcción de una central clasista.
Lo decidimos en el 2004, y aunque hasta entonces aún sentíamos que era posible soñar con una central única, la entrega de la oreja al modelo y sus administradores de parte de un sector del sindicalismo, nos ha indicado que hay que marcar muy bien los énfasis para dejar claro en donde estamos y porque.
Más de 70 acuerdos de asambleas, en diferentes regiones, han ratificado esta decisión de la CGT. Solo un sindicato en Paillaco a expresado, según su presidente, que hablar de clasismo es algo retrogrado e incluso ha insinuado una posible desafiliación.
Si es decisión de los trabajadores están en su derecho. Si solo lo piensa el dirigente, es momento de invitarlo abiertamente a discutir con los socios.
No somos nosotros quienes inventamos la sociedad de clases. El abuso, la explotación, el nulo respeto a la legislación que ellos y todos los trabajadores reciben de parte del empleador, son un indicativo de que un sector de la sociedad no quiere que los trabajadores se dignifiquen y disfruten de los frutos de su trabajo.
Para revertir este cuadro, el primer paso es declararse parte de la clase trabajadora.
Y que quede claro. No aspiramos a un instrumento que sea reconocido por patrones y gobiernos. No nos interesa la legalidad del modelo, pues es esa legalidad la que nos tiene esclavizados. Es este modelo el que promueve leyes aberrantes, leyes que son sancionadas por parlamentarios y gobiernos que dicen ser y no son.
Requerimos de una central independiente y autónoma, legal en cuanto a que quienes la compongan sean instrumentos verdaderos, que coticen mes a mes y cuyos socios tengan la potestad de elegir a sus dirigentes, pero absolutamente independiente de las normas que los gobiernos del capital han instalado.
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Gran sorpresa provocó por estos días la invitación a realizar una manifestación en contra del «director del trabajo patronal», luego de que las últimas resoluciones de dicho funcionario de gobierno, van haciendo aún más mala la mediocre reforma laboral aprobada hace un año y fracción. Un Director del Trabajo Patronal, como si los anteriores no hubieran sido pro empresa.
Harto triste resulta constatar el desconocimiento de algunos dirigentes sindicales. Como no saben que el anterior director del trabajo, el del gobierno de la Nueva Mayoría – burócrata apellidado Melis – acogió una solicitud de los patrones hoteleros y quitó a los trabajadores de este sector la pertenencia al N° 7 del artículo 38, para privarlos de derechos que por años les fueron reconocidos.
Una de las pocas autoridades de gobierno en el plano laboral que merece respeto es la señora María Ester Feres, no solo porque apoyó muchas solicitudes de organizaciones de trabajadores, sino también porque cuando la mediocridad del gobierno le impedía avanzar más, se tomaba el tiempo y nos entregaba las argumentaciones.
Las leyes laborales dejan claro el carácter de clase del gobierno y del Parlamento y nuestro rol es claro y concreto.
Debemos luchar contra eso con todas las herramientas de que dispongamos, sin ignorar ni por un momento que la primera de todas es la organización. Sin organización, solo estaremos haciendo saludos a la bandera. Y esos no sirven a estas alturas del partido.
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Lo anterior a propósito del famoso estatuto laboral juvenil, una más de las banderitas de flexibilidad y explotación de fuerza de trabajo que se han levantado y que cuentan con entusiasta apoyo en el parlamento.
Pero seamos honestos y claros en algo. No es la primera ni será la última ley que busque abrir las puertas a más y más explotación, utilizando en este caso como subterfugio aquello de que es una norma para jóvenes estudiantes, hasta una fecha ya determinada.
Normas como las que en este estatuto laboral se plantean, ya son normas legales que aplican a millones de asalariados. No es ningún secreto esto de que no tendrán días domingos libres, la ley hace decenios que exceptúa del descanso dominical a miles de explotados e incluso estableció hace poco normas para que trabajadores y empleadores puedan acordar una distribución de los domingos libres.
Como si fuera de creerse eso de que «las partes podrán acordar» cuando hasta el más lego sabe que los patrones tienen la sartén por el mango.
Y eso de los turnos cortados?
Por años reclamamos contra esa arbitrariedad en la gastronomía y la hotelería y resulta que hoy, por mandato de ley, el turno se puede cortar a todos los trabajadores de un establecimiento, regalo de los parlamentarios de todos los partidos, cuando dictaron las normas especiales para los trabajadores del turismo.
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Por estos días termina la teleserie del Ingreso Mínimo y tenemos de nuevo a los mismos de siempre apoyando las propuestas de los mismos de siempre.
Ni los parlamentarios ni los dirigentes de la CUT tienen idea de lo que sufre día a día un trabajador con el salario de porquería que recibe. Pero ellos hacen gárgaras con la palabra trabajador, como si eso bastara para ponerles del lado de los explotados.
No solo tendremos un resultado mediocre – un monto que no dejara conforme a nadie – sino que seguiremos siendo testigos de la inequidad que caracteriza a la sociedad de clases.
Y es que quienes fijan este guarismo, no solo se pasan por el aro las necesidades de miles de familias. También discriminan. El ingreso mínimo no es la base sobre la que se genera una política de remuneraciones.
Efectivamente. No solo tenemos el pago de un % del IML a quienes trabajan jornadas de tiempo parcial, toda vez que también reciben menos de este monto quienes tiene menos de 18 años y aquellos que superaron los 65.
Así las cosas solo queda reiterar el llamado a organizarse.
Nada cambiará sino hay pueblo en la calle demandando cambios.
MANUEL AHUMADA LILLO es Presidente de C.G.T. CHILE
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