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Bachelet en la ONU

Fuentes: Rebelión

1. El 24 de septiembre, en la testera de la ONU, la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, en el marco de la crisis económica planetaria, señaló con «heroísmo» verborreico que «la codicia y la irresponsabilidad de unos pocos», junto a la «desidia política» de algunos líderes, ha arrastrado al mundo a esta «situación de incertidumbre». […]

1. El 24 de septiembre, en la testera de la ONU, la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, en el marco de la crisis económica planetaria, señaló con «heroísmo» verborreico que «la codicia y la irresponsabilidad de unos pocos», junto a la «desidia política» de algunos líderes, ha arrastrado al mundo a esta «situación de incertidumbre». Si bien, los latigazos retóricos, meridianamente abstractos (casi sin sujeto) contra los incidentes ruinosos del capital financiero especulativo de los países centrales originados en Estados Unidos de Norteamérica podrían venir de un sacerdote bien intencionado o un derechista de viejo cuño y productivista, cobran cierta relevancia proviniendo de la Mandataria del gobierno más libremercadista de Latinoamérica. ¿Es que ha caído un piano de cola azul sobre la cabeza del gobierno de la Concertación?

2. Bachelet fue la candidata de Ricardo Lagos Escobar. Sus atributos políticos se reducen a ser la primera mujer presidenta de Chile (que no del Continente (ahí estuvo la Chamorro en Nicaragua), ni menos del mundo (ahí estuvo la Thatcher en el Reino Unido)), novedad necesaria para la ilusión del cambio proveniente del rostro concertacionista del bloque en el poder. Sin embargo, pasó de moda a la velocidad de la luz, al convertirse en simple continuadora de una sucesión de gobiernos concertacionistas que no han hecho más que profundizar el recetario antipopular del capitalismo extremista que manda en el país desde hace 30 años.

3. ¿Codicia, desidia, irresponsabilidad? ¿No son estas las categorías que podrían ilustrar inmejorablemente los resortes económicos, políticos y sociales del actual modelo chileno?

4. Además de los programas sociales absolutamente insuficientes y los bonos-miseria que de vez en cuando arroja la Concertación a las franjas más castigadas socialmente por la economía más abierta y antiproteccionista imaginable; los ejecutivos de la Concertación se han caracterizado por reformas que acentúan dramáticamente la concentración de la riqueza y la desigualdad social en el país. A casi 20 años de la inauguración del período de gobiernos civiles luego de la dictadura militar, un puñado de transnacionales y tres grupos económicos nativos, pero de intereses combinados con el capital mundializado (Angelini, Luksic y Matte) son dueños del país, de su soberanía en el plano de los recursos estratégicos, y titiritean a su antojo a los gobiernos de turno y sus carteras de Hacienda y al Banco Central. Mientras tanto, el 5 % más rico de la organización social faraónica de Chile, obtiene mucho más de 220 veces que el 5 % más pobre.

5. La hija política de Ricardo Lagos heredó la privatización sin precedentes del cobre (70 % desnacionalizado); la bancarización social para bien del sistema financiero y engorde de las carteras de deudores; una educación pública en bancarrota, simple reproductora de la sociedad de clases y archifuncional a la estrategia del capital; una salud de camillas abarrotadas en los centros sanitarios públicos (donde se atiende o desatiende, un 80 % de la población nacional) y en crisis permanente de recursos (con Plan Auge o sin él); el reinado de la subcontratación y el mal empleo; y la destrucción de amplias extensiones de territorio y medio ambiente producto de la explotación de la celulosa, la industria del salmón y áreas de la minería. En el plano de los derechos humanos y los objetivos de verdad y justicia promovidos por las organizaciones históricas de las víctimas de la dictadura, pese a los expedientes de Bachelet, apenas se ha avanzado simbólicamente mientras se han sorprendido a los criminales en conocidos restaurantes o paseando por la calle con la tranquilidad que ofrece la impunidad pactada.

6. En Chile existen 6 y medio millones de trabajadores y trabajadoras. Apenas un 11 % está sindicalizado (y la tendencia, desde 1992, corre a la baja), y menos de un 9 % está facultado para negociar colectivamente. Es más fácil crear una organización clandestina antisistémica que un sindicato, y el derecho a huelga, en la práctica, no existe. El Código del Trabajo está hecho como traje a la medida de la patronal, y las centrales de trabajadores existentes son pura extensión subordinada a los movimientos y agendas gubernamentales. Las luchas laborales que cruzan el umbral del miedo al patrón, son castigadas con violencia oligárquica (Agrosuper, subcontratistas del cobre y las forestales, empleados bancarios del Santander, obreros de la constructora San Felipe, etc., etc.).

7. La reforma previsional -perla del programa de Bachelet- fortaleció el sistema de administración privada de los fondos de pensiones que hoy acumula pérdidas de 18 mil millones de dólares, en virtud de las facultades garantizadas por el gobierno para que esas empresas (obra cumbre del pinochetismo) puedan invertir en acciones fuera del país. Los recursos perdidos en inversiones especulativas ya representan lo equivalente a más de la mitad de los ahorros estatales. Y ellos están muy bien guardados para cuando llegue lo peor de la crisis y se tenga que salvar al capital quebrado. Ni hablar que el superávit fiscal -efecto del transitorio boom exportador de cobre y celulosa- se invierta en industria, educación y salud dignas. El FMI, la OMC y el BID, y localmente, la Confederación de la Producción y el Comercio (gremio patronal) jamás lo permitirían.

8. Aquí el artículo podría extenderse sobre los escandalosos casos de corrupción que han protagonizado altísimos funcionarios concertacionistas (y que están asociados a las licitaciones de carreteras, por ejemplo); la ruina del Transantiago (que un 80 % de la gente repudia); la inflación que, por arriba y vía banco Central, pretende controlarse a través de la baja de salarios y la contracción de la demanda; el aumento del precio de los alimentos y los servicios básicos; la creciente insalubridad mental de los habitantes de las grandes ciudades; la superconcentración de los medios de comunicación de masas (unidimensionales, bobos y defensores de los intereses de las clases dominantes); la bancarrota cultural; la exclusión política estructural; y un sinnúmero de asuntos que, a costa de abusar de los lectores, llenarían la más completa biblioteca.

9. Los gobiernos de Colombia, México, Perú y Chile son los enclaves que mejor reproducen los intereses imperialistas en la Región y el recetario neoliberal jaqueado cuando transcurren las quiebras, salvatajes de dudosos resultados y descalabros económicos sin fecha de término en los estados corporativos de Norteamérica y la Unión Europea. Con la cumbre de UNASUR a propósito de los hechos que protagoniza el pueblo boliviano enfrentado a la oligarquía fascista y rascista que le tocó por enemiga a desarmar, el aparato de propaganda gubernamental trató de convertir a Bachelet en una «líder» regional. Ahora, el mismo aparato, insiste, haciendo que Bachellet hable de codicia, desidia e irresponsabilidad ante la crisis de los límites históricos del capitalismo neoliberal. Pero ya es tarde. Esos titulares a los chilenos ya no les importa. Están desacreditados por la cotidianidad concreta de la mala vida y el mal gobierno. De alguna manera, Bachelet ya es parte del pasado; de lo antiguo y arriba. Lo que sí permanece pendiente, como futuro necesario y en ciernes, es la hora urgente de los trabajadores y el pueblo.

En fin, hay que terminar pronto el texto, que en la Plaza de Armas de Santiago hay ahora una concentración en apoyo incondicional al pueblo boliviano.