Uno de los aspectos que destacan del programa de gobierno de Michelle Bachelet, es lo relativo a lo que la mandataria llama «el nuevo trato ciudadano», en la cual señala: «Los chilenos estamos orgullosos de haber derrotado la dictadura, recuperado «la democracia y reestablecido las libertades públicas. También estamos orgullosos del esfuerzo de los últimos […]
Uno de los aspectos que destacan del programa de gobierno de Michelle Bachelet, es lo relativo a lo que la mandataria llama «el nuevo trato ciudadano», en la cual señala: «Los chilenos estamos orgullosos de haber derrotado la dictadura, recuperado «la democracia y reestablecido las libertades públicas. También estamos orgullosos del esfuerzo de los últimos 15 años por «profundizar y perfeccionar nuestra democracia». Luego agrega: «Pero construir un país libre e igualitario es una tarea incompleta. Tenemos muy claro lo que nos queda por hacer. Para llegar a ese diagnóstico basta con mirar francamente nuestra realidad. Todavía hay chilenos cuyos derechos no son plenamente respetados».
Y es aquí precisamente donde quisiéramos detenernos un poco; luego de ser estabilizados en el Hospital Regional de Temuco, los comuneros mapuches Juan y Jaime Marileo, Juan Carlos Huenulao y la activista pro indígena Patricia Troncoso continúan con una huelga de hambre que lleva más de 50 días, en reclamo por la condena de 10 años y un día aplicada por el delito de presunto incendio terrorista que afectó el 19 de diciembre de 2001 al fundo Poluco Pidenco, de la empresa Forestal Mininco.
Los huelguistas exigen al Gobierno la libertad, el cese de la aplicación de la Ley Antiterrorista promulgada durante el régimen militar, y han expresado su deseo de llegar hasta las últimas consecuencias al interior de la cárcel de Temuco, de no acceder las autoridades a sus peticiones.
Lo cierto es que el gobierno de Michelle Bachelet, ante la situación de los huelguistas de hambre, que luchan por sus derechos ancestrales, lo único que ha hecho hasta el momento, no es otra cosa que limpiarse las manos, puesto que el gobierno de la Concertación señala que esta situación es un problema netamente jurídico y son los tribunales los llamados a resolver la situación.
En este plano la cacareada defensa de los derechos humanos que ha realizado la mandataria en la Argentina y Brasil, en sus dos primeros viajes al exterior, no ha sido otra cosa que farándulismo político, como se acostumbra hoy en día, en la restringida y mediocre democracia chilena. Seguramente y lo más probable es que la mandataria, en el encuentro cumbre de la Unión Europea y los países latinoamericanos en Viena, volverá a destacar su papel y labor en defensa de los derechos humanos, mientras a los comuneros mapuches en huelga de hambre se les deteriora más y más su estado de salud, con grave riesgo de sus vidas, es la doble moral, de los gobiernos de la Concertación.
Florencia Saravia, madre de los hermanos Marileo, manifestó a la prensa que el estado de salud de todos los huelguistas es crítico. ‘Están muy mal. Van a morir por haber sido condenados injustamente. Pido al Gobierno que les dé la libertad’, manifestó la mujer. Los huelguistas han perdido cerca de 20 kilos y presentan debilitamiento físico, pérdidas momentáneas de conciencia y fatiga para realizar acciones básicas.
Con respecto a la discriminación y los derechos humanos, la Bachelet dice en su programa: «Será prioridad fundamental de nuestro gobierno procurar la erradicación de toda forma de discriminación por motivos de raza, color, género u orientación sexual, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, condición o estatus de inmigrante, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social».
Sin embargo lo que está claro hasta el momento, es que durante 16 años de gobiernos concertacionistas, además de los de la dictadura, se han realizado todo tipo de intentos de aniquilación de los pueblos originarios chilenos, se han implementado políticas de asimilación y exterminio. El Estado chileno ha ido en defensa de los hacendados y latifundistas que han usurpados, de diversas formas las tierras del pueblo mapuche. El Estado chileno, siempre ha actuado de forma totalitaria y con una conducta imperial, con respecto a la situación de los pueblos originarios chilenos, de eso, sin duda que la presidenta Bachelet, nada dice al respecto.
La primera mandataria incluso comenzó su primera gira a Europa, dando las espaldas a la situación de los huelguistas de hambre Juan y Jaime Marileo Marileo, Juan Huenulao y Patricia Troncoso que están recluidos en la cárcel de Angol, tras ser condenados a diez años de prisión. Los presos, que exigen la revisión de su situación judicial y que se revoque el fallo por el que se les aplicó la legislación antiterrorista, también fueron sentenciados al pago además de una indemnización de $ 423 millones a la empresa Forestal Mininco, propietaria de los bosques quemados.
Pero la presidenta Bachelet no solo ha dado las espaldas a la situación que están padeciendo los huelguistas de hambre y los problemas sin resolver del pueblo mapuche, además hace tabla rasa de las preocupaciones que manifiestan lo más diversos organismos internacionales, preocupados por la suerte de los pueblos originarios en América Latina, en materia de derechos ancestrales y humanos.
Al respecto vaya un ejemplo, Rodolfo Stavenhagen instó al Gobierno ‘a desarrollar todos los esfuerzos que estén a su alcance para llegar a acuerdos que permitan dar una salida a la situación planteada por los presos’. El relator especial de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos y las libertades fundamentales de los indígenas, Rodolfo Stavenhagen, manifestó una vez más su preocupación por el ‘debilitado estado de salud de varios presos mapuche en huelga de hambre’ desde hace 58 días. La oficina de Stanvenhagen informó en Ginebra que el relator ha transmitido esa preocupación en una carta dirigida el pasado 21 abril a la Presidenta Michelle Bachelet, sin que hasta el momento exista ninguna respuesta.
El experto de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU instó, además, al Gobierno ‘a desarrollar todos los esfuerzos que estén a su alcance para llegar a acuerdos que permitan dar una salida a la situación planteada por los presos’. También pide a la Presidenta que considere la posibilidad de abrir un diálogo con las poblaciones afectadas que lleve a ‘soluciones duraderas, no sólo a la situación planteada por los presos mapuche, sino también a las demandas históricas de su pueblo’.
De allí que el «nuevo trato ciudadano», no pasa de ser una verborrea política demagógica expresada en un programa de gobierno, que más parece un boquete de flores, que el deseo real de resolver los grandes problemas que padecen los chilenos, y entre ellos el de los pueblos originarios del país sudamericano.
Es cuestión de que el propio lector juzgue, leyendo in extenso el programa de gobierno de la presidenta Michelle Bachelet, para darse cuenta que en los apartados relativos a la situación de los pueblos originarios y los derechos humanos, todo no son más que frases para el bronce. Pareciera que la primera mandataria, desde el momento mismo que fue candidata presidencial de la Concertación, viene sufriendo una suerte de amnesia permanente con respecto a los sufrimientos padecidos en el plano de los derechos humanos por miles de chilenos, además de lo que significa estar en la cárcel, situación que ella misma padeció junto a su madre y que pareciera haber olvidado.
La lucha de los huelguistas de hambre y de todo el pueblo mapuche es una lucha legitima, justa e histórica. Bachelet es presidenta no sólo gracias a los votos del pacto Juntos Podemos Más, también lo es por lo votos entregados a su candidatura por una buena parte del pueblo mapuche. Sin embargo, pareciera que la elite política chilena, una vez que empieza a saborear los privilegios del poder, empieza también a sufrir una suerte de metamorfosis, cuyo efecto mayor es olvidarse de los que han sufrido todas las consecuencias del capitalismo neoliberal, que en Chile ha creado grande desigualdades sociales y que los pueblos originarios han padecido de una forma más brutal que el resto de los chilenos. Por ello la huelga de hambre de los comuneros mapuches, requiere de la denuncia y de la solidaridad de todos los que abrazan la causa de los derechos humanos y el reconocimiento integral de los pueblos originarios chilenos.