La huelga mapuche en prisiones acaba de cumplir 65 días. Y por fin pareciera estar derribando los cercos informativos, la desidia de las autoridades y el crónico desinterés de la clase política respecto de los mapuches en el Chile de Alonso de Ercilla y Zúñiga. Ya lo advertía Neruda hace añazos: «La Araucana está bien, […]
La huelga mapuche en prisiones acaba de cumplir 65 días. Y por fin pareciera estar derribando los cercos informativos, la desidia de las autoridades y el crónico desinterés de la clase política respecto de los mapuches en el Chile de Alonso de Ercilla y Zúñiga. Ya lo advertía Neruda hace añazos: «La Araucana está bien, huele bien. Los araucanos están mal, huelen mal». Es este el racismo que aflora cada tanto en el país y sin mayor distinción de clase o posición social. Digamos que cruza de manera transversal desde la cota 1.000 a la 0,0. Desde La Dehesa a Cerro Navia. Desde el Barrio Inglés a la Población Lanin.
Y claro, es que una cosa es ser pobre y otra muy distinta ser indio, ¡no, eso si que no, más respeto! Es la compleja realidad de una sociedad como la chilena, extraviada en su identidad y que en cada encuesta de opinión termina contradiciéndose por enésima vez a sí misma. ¿Considera usted legítimo el reclamo mapuche? «Sí» ¿El Estado debe devolverles sus tierras? «No». ¡Benditos colonizadores que nos fueron a tocar!
Si Chile es bipolar, su clase política no podría ser menos. Ahí tenemos a la Concertación, rasgando vestiduras por 20 años de farra sin abordar «debidamente» la demanda mapuche. Carolina Tohá, niña símbolo del recambio generacional en dicho conglomerado, realizó la semana pasada un publicitado mea culpa. «Fue un error haber aplicado la Ley Antiterrorista», señaló compungida en las afueras de la cárcel de Temuco la ex vocera de Palacio. Soledad Alvear, ex ministra de justicia, haría lo propio, entrevistada en los noticieros de TVN. La lista de auto flagelantes étnicos suma y sigue desde el puntapié inicial dado por la hija del ex ministro de Salvador Allende; Jorge Pizarro, Osvaldo Andrade, José Antonio Viera-Gallo, Patricio Walker, Andrés Zaldívar, Eduardo Frei y un largo etcétera de ex autoridades y personeros de la Concertación, todos reconvertidos hoy en férreos defensores de la causa indígena y las relaciones interétnicas respetuosas. «Basta de atropellar a nuestros hermanos mapuches», se les oye decir a diario y casi al unísono en radio, prensa y televisión. «Mi no entender», como diría Tarzán.
Pero hay alguien que ha guardado sacramental silencio en estos 65 días de ayuno forzado. Se trata de la ex presidenta Michelle Bachelet, responsable de las querellas por infracción a la Ley Antiterrorista que gatillaron en definitiva la presente huelga de hambre. Durante su mandato, Bachelet dejó en evidencia y mejor que nadie el doble estándar chileno en la materia. Víctima de la dictadura, no dudó a la hora de criminalizar las demandas sociales de las comunidades en la zona sur. Y todo ello haciendo uso de la misma ley con que Pinochet se ensañó en los años 80′ contra su familia. A Felipe Harboe primero y Patricio Rosende después, ambos personajes abyectos y sin escrúpulos, les correspondió ser la cara visible de una estrategia represiva desatada. Y si bien ambos parecían disfrutarlo, la verdadera responsable no era otra que Bachelet. Así se lo recordó el escritor José Saramago, ello en el marco de su primera gira presidencial por Europa a comienzos del año 2006. «Hágame el favor de mirar a los mapuches, los chilenos más antiguos», le lanzó Saramago y sin anestesia en el marco de una gala en su honor en Madrid.
La petición del Nobel portugués no era casual. Al otro lado del Atlántico, a miles de millas de distancia, decenas de campesinos mapuches poblaban los calabozos chilenos, acusados de «delitos terroristas» que arrancarían más de una carcajada en las melenudas filas de Al Qaeda. Fue en mayo de 2006 que Bachelet anunció la voluntad de su gobierno de «no volver a aplicar la Ley Antiterrorista en el marco de la protesta social mapuche», demarcándose de esta forma de su antecesor, el ex presidente Ricardo Lagos. Sucedió tras aquella polémica gira, marcada por manifestaciones en su contra en diversas capitales del Viejo Continente. Y solo tras 54 días de ayuno de cuatro presos políticos recluidos por entonces en la cárcel de Angol. Demás está decir que poco y nada duraría aquel veranito de San Juan. Bien lo saben los 34 mapuches hoy en huelga, todos encarcelados por «terrorismo» en la segunda mitad de su aplaudido mandato. El garrote pronto volvería a ocupar el lugar de la zanahoria. Y el resto, como siempre en estos casos, sabemos es historia.
«Asumo la autocrítica. Los que tuvimos una convicción respecto de la causa mapuche y la defensa de los derechos indígenas, perdimos la pelea dentro del Gobierno», sostuvo este lunes Paula Quintana, ex ministra de Mideplan. «Me consta personalmente que la Presidenta Michelle Bachelet no fue nunca partidaria de aplicar la Ley Antiterrorista», subrayó por su parte Carolina Tohá en La Segunda. «Aquí se tomaron decisiones equivocadas. No se sopesó lo complejo, lo delicado y los efectos que tenía el ocupar esta herramienta. Y estos errores se deben en gran parte a las decisiones que se tomaron desde una política sólo de seguridad pública, con una mirada desde el Ministerio del Interior y no integral», remató la timonel del PPD. ¿Bachelet víctima de los arranques represivos de Pérez Yoma, Harboe y Rosende? No nos engañemos. La orden del día en la Concertación es clara; blindar a la ex mandataria mientras dure el temporal mapuche. No exponerla. No sacarla al ruedo. Que no responda preguntas incómodas. Nada de explicaciones a la ciudadanía. Mejor muda que tartamuda.
Pedro Cayuqueo: Periodista, director de Azkintuwe