«La Moneda en llamas como hace 33 años» es una escena que no debe volver a repetirse, advirtió la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, al repudiar este lunes el ataque a la sede de gobierno perpetrado por manifestantes que condenaban el sangriento golpe de Estado contra Salvador Allende. La diputada socialista Isabel Allende, hija […]
Durante la ceremonia ecuménica que presidió esta mañana en homenaje a Allende y de sus colaboradores caídos en ese ataque militar, Bachelet dijo lamentar «profundamente que haya algunas personas, que afortunadamente son minoría, que no han logrado entender todo el sacrificio que significó recuperar la democracia».
La mandataria, del Partido Socialista al igual que lo fue Allende, se refería principalmente a la tensa situación que se vivió en la mañana de la víspera, cuando grupos que se autodefinen anarquistas y participaban de una marcha callejera arrojaron una bomba molotov hacia una ventana del palacio de La Moneda, que ardió algunos minutos.
Este lunes se conmemoró el aniversario 33 del golpe de Estado, que dio paso a la dictadura de 17 años de Pinochet. Al igual que otras veces, la violencia se hizo presente en los actos de recordación de las víctimas de la represión militar.
La marcha del domingo convocada por la Asamblea de Derechos Humanos, que reúne a la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos, entre otras organizaciones sociales, había sido autorizada por el gobierno dado su declarado carácter pacífico.
Sin embargo, durante todo el trayecto por Santiago, desde la céntrica plaza Los Héroes hasta el Cementerio General, donde se levantó un memorial a los detenidos-desaparecidos, se registraron numerosos disturbios.
Un grupo de jóvenes atacó sedes de edificios públicos, fachadas de sucursales bancarias y locales de empresas trasnacionales, como la cadena de comida rápida estadounidense Burger King.
Los manifestantes escribieron con spray muros que encontraron a su paso y lanzaron bombas de pinturas a los edificios de los ministerios de Obras Públicas y de Justicia.
Además, quemaron banderas chilenas y de la Concertación por la Democracia, la coalición de centroizquierda que gobierna desde 1990 este país sudamericano de 15,6 millones de habitantes. Todos los años una columna de personas pasa por un costado de la sede del gobierno nacional para rendir homenaje a Allende, quien se suicidó en este lugar luego de que el edificio fuera bombardeado por la Fuerza Aérea el 11 de septiembre de 1973. Esta vez fue también en ese momento que se realizó el ataque incendiario, el cual fue rápidamente repelido por la policía.
El subsecretario del Interior, Felipe Harboe, comentó este lunes que la agresión a La Moneda es también al país. «Habíamos tenido incidentes en los años pasados muchos más graves, con una cantidad de heridos importantes, una cantidad de saqueos que no vimos ahora, pero no se había dado un hecho tan simbólico», precisó. La marcha, que congregó a más de 6.000 personas, terminó con cuatro policías lesionados, 33 detenidos, nueve de ellos menores de edad, y uno portando una bomba molotov.
A la hora del atentado, Bachelet, junto al resto del mundo político se encontraba en el tradicional Te Deum Evangélico, ceremonia de acción de gracias organizada por la Unión de Iglesias Evangélicas con motivo de la independencia del país, que se celebra el próximo 18 y 19 de septiembre.
Tanto el ministro del Interior, Belisario Velasco, como el intendente de Santiago, Víctor Barrueto, tuvieron que abandonar anticipadamente el acto para atender el problema.
Barrueto aseguró que los incidentes habían sido menores que en otras ocasiones y que a su juicio se habían presenciado «dos marchas diferentes».
«La marcha de la gente que comparte un sentimiento común respecto de los acontecimientos de septiembre, que son tan relevantes para el país, que es una marcha que aporta ideas y una visión profunda y respetuosa de los hechos del pasado, y otra marcha completamente distinta de grupos violentos, que actúan como verdaderos delincuentes, cuyo único objetivo es destruir», sostuvo.
En plena caminata, uno de los jóvenes autodenominados anarquistas, pero que no participaba de las agresiones, fue entrevistado por el canal de televisión Chilevisión para conocer sobre sus motivaciones.
El joven señaló que se manifestaban contra el capitalismo y que buscaban la «libertad». «Esta es una guerra de todos los días. El sistema capitalista nos violenta con hambre y marginación», relató a las cámaras.
El abogado y sociólogo chileno Humberto Lagos comentó a IPS que «el ataque a La Moneda es un gesto simbólico que da cuenta de la radicalización de los grupos anárquicos del país, los cuales aprovechan las marchas masivas convocadas por otras organizaciones sociales para manifestar su oposición al sistema capitalista neoliberal globalizado».
A su juicio, el hecho de que los encapuchados se trenzaran a golpes con algunos familiares de detenidos-desaparecidos durante el acto realizado en el cementerio también da cuenta de esa nueva estrategia.
Lagos cree que, si en el futuro se autorizan marchas cerca del palacio de gobierno, lo más probable es que se vuelva a repetir la escena, ya que los seguidores del anarquismo han optado por métodos más extremos de acción.
En la madrugada de este lunes, también se registraron incidentes pero en barriadas periféricas de la capital chilena y de regiones, donde jóvenes con sus rostros cubiertos levantaron barricadas y se enfrentaron con la policía, Según el reporte oficial, resultaron 51 personas detenidas.
En tanto, el jueves pasado una bomba incendiaria fue lanzada en las puertas de la catedral de las Fuerzas Armadas, en el sector oriente de Santiago, provocando un pequeño incendio que fue rápidamente apagado por bomberos. En el lugar se encontraron panfletos alusivos al golpe de Estado militar de 1973.
Ese mismo día, en la catedral se realizó una ceremonia conmemorativa del 20 aniversario del atentado que el entonces insurgente Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) perpetró contra Pinochet el 7 de septiembre de 1986, y que terminó con cinco escoltas muertos y 12 heridos.
La presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Lorena Pizarro, fue la principal oradora del acto realizado en el Cementerio General al finalizar la marcha. En su discurso pidió verdad y justicia en materia de derechos humanos y llamó a terminar con los «candados de la antidemocracia».
«La mayoría del país se ha pronunciado por terminar con toda forma de exclusión, cuya causa principal es el actual sistema electoral binominal. Ha llegado el momento de romper los candados de la antidemocracia. Y si no se quiere modificar, desde aquí le exigimos a la presidenta Michelle Bachelet que convoque a un plebiscito nacional y nos tomaremos las calles bajo la consigna de ‘plebiscito ahora'», señaló.
Más de 3.000 personas fueron asesinadas o desaparecidas de modo forzoso por el régimen de Pinochet, y más de 28.000 padecieron torturas, entre ellos niños y niñas. Como un gesto hacia los familiares de las víctimas de la represión, Bachelet instauró el 30 de agosto como el Día Nacional del Detenido Desaparecido.
Para evitar nuevos incidentes, las principales universidades de la capital suspendieron sus clases durante toda la semana. De todas maneras, se esperan nuevas manifestacione.