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Balance de una histórica huelga en Spence

Fuentes: Clase contra Clase

La huelga más extensa que tenga memoria la minería privada en Chile desde antes de dictadura fue la que protagonizaron cerca de 560 trabajadores de Spence. Esta huelga, que se extendió por más de 40 días -del 13 de Octubre hasta el 23 de Noviembre- si bien puso en la palestra los métodos históricos de […]

La huelga más extensa que tenga memoria la minería privada en Chile desde antes de dictadura fue la que protagonizaron cerca de 560 trabajadores de Spence. Esta huelga, que se extendió por más de 40 días -del 13 de Octubre hasta el 23 de Noviembre- si bien puso en la palestra los métodos históricos de la clase obrera no logró torcerle del todo la mano a la patronal, asestándola una derrota, si bien parcial, a los trabajadores. ¿Por que decimos esto?: «Los trabajadores, pese a los millonarios beneficios, también perdieron, ya que el acuerdo está bastante lejos de su ambicioso petitorio original… y, lo que es peor -según cálculos preliminares- en su globalidad es casi un 30% inferior a la última oferta de la empresa, hecha el 10 de octubre, durante la etapa de «buenos oficios». Es decir, los 41 días de huelga sólo significaron desgaste y pérdida de beneficios para los trabajadores.» (El Mercurio de Antofagasta, 24 de Noviembre 2009)»

Esto último de que los días en huelga «sólo significaron desgaste y pérdida de beneficios», no es más que un ataque de parte del vocero de los patrones -en donde apuestan por dejar entendido que la huelga no sirve con un discurso para poner a la población contra los trabajadores mineros como han hecho todos estos años-. Pero recordemos que según algunas cifras, la empresa había perdido unos 123 millones de dólares durante la huelga, lo cual era muchas veces mayor a lo que tenía que desembolsar si hubiese accedido al petitorio del sindicato, entonces ¿Por qué no lo hizo desde un comienzo? ¿Por qué perder todos estos millones de dólares? Porque la patronal sabía que el bono otorgado a los trabajadores de Escondida, había dejado «un piso» en donde tanto los trabajadores de Codelco y Spence estaban tomando como referencia para sus petitorios, en otras palabras, le salió el tiro por la culata, ya que el haber calmado las aguas en Escondida, fue como apagar un incendio con bencina -y que generó toda una horda de declaraciones  por parte de los patrones en torno al «efecto escondida» y que este ojalá no se traspasase a las demás negociaciones colectivas mineras, ya que claramente veían amenazados sus bolsillos-. Esto si bien no logró desarrollarse, principalmente con el límite que pusieron las direcciones oficiales de la minería -centralmente la FMCH- que durante más de un mes no hizo más que declaraciones y amenazas que nunca se llevaron a cabo y no apostó por tener una política activa de apoyo al conflicto que significase un triunfo. Para nada, estas direcciones hicieron todo lo contrario, dejaron de lado la lucha de los mineros de Spence confiando en la mediación del gobierno, que ya sabemos dónde quedó. Basta con dar tan solo como ejemplo, la actuación de Pedro Marín, principal dirigente y vocero de la Federación Minera de Chile, en todo momento apostó por depositar la confianza en el gobierno y en la patronal, pero no apostando la confianza que la misma lucha de los trabajadores podría doblarle la mano a la intransigencia, en donde una coordinación efectiva de lucha y un paro en solidaridad que estaba planteado fue sustituido por la confianza en la política patronal. Debemos de paso comenzar a cuestionar esta actuación de las direcciones, apostando por que el día de mañana la FMCH, la FTC, la CTC y la CUT se transforme en un instrumento político al servicio de la clase trabajadora, no como es actualmente, servil a la política del gobierno y los patrones.

Si bien la alarma por parte de los patrones no se ha vuelto total principalmente por lo que explicamos más arriba -por la política de conciliación de clases de las direcciones- también se explica porque no han habido grandes movilizaciones en la minería. Pero aún no pueden respirar tranquilos ya que los llamados «sindicatos históricos» de Codelco, se han unido y se aprontan a negociar colectivamente estos días -Solo la División Norte de Codelco agrupa a casi 6 mil trabajadores- por tanto aún no está todo zanjado que cierren los conflictos mineros.

Cabe destacar un hecho no menor, ya que la dirección sindical hizo votar que se aplicara una multa a los trabajadores que se bajaran de la huelga. Aquí hay un problema real: los descuelgues ¿Pero los descuelgues se deben a la voluntad de los trabajadores, a su falta de solidaridad con sus compañeros? No. Se debe a la intransigencia patronal, la falta de derecho efectivo a huelga fuerza a los trabajadores a descolgarse. ¿Son entonces las sanciones y multas la manera de resolver el problema? No, la única manera es que todos los sindicatos de base y la CUT lancen una campaña unitaria por el derecho efectivo a huelga, además recordemos que solo mediante una política desde la clase obrera, que plantee una acción conjunta de los explotados, podrá fortalecer una huelga, sin esto es imposible mantenerla.

Por tanto y a modo de balance (ver nota en periódico anterior), como Clase contra Clase creemos que hizo falta una política de unidad en Spence que se expandiera hacia el resto de los trabajadores mineros desarrollando la unidad de las luchas y la coordinación en solidaridad. Aún en Codelco está planteada esa posibilidad, por tanto llamamos a la más amplia movilización de los trabajadores mineros, por la unidad y solidaridad con los trabajadores de la planta estatal, los cuales de a poco comienzan a recuperar sus métodos históricos -huelgas, paros, tomas del lugar de trabajo, cortes de ruta, etc.- Sólo unidos podremos enfrentar los ataques constantes de los patrones. Pero para ello, no podemos depositar nuestra confianza en los políticos patronales del gobierno o parlamentarios ni menos en las patronales. Debemos confiar en nuestras propias fuerzas, en una política independiente (como por ej. unificando las luchas con los forestales del sur), en pos de ir instando a que el lento despertar de la clase obrera chilena, comience a dar pasos firmes luchando por una política independiente, anti-patronal.