En los comentarios periodístico sobre el fin del 2004, se señalan algunos hechos que sucedieron de importancia institucional o para los políticos patronales: la aprobación del divorcio legal, la «solitaria caída de Pinochet», el virtual cierre de las acusaciones de Gema Bueno contra el UDI Jovino Novoa, la realización de la APEC, etc. Los trabajadores […]
En los comentarios periodístico sobre el fin del 2004, se señalan algunos hechos que sucedieron de importancia institucional o para los políticos patronales: la aprobación del divorcio legal, la «solitaria caída de Pinochet», el virtual cierre de las acusaciones de Gema Bueno contra el UDI Jovino Novoa, la realización de la APEC, etc.
Los trabajadores y la izquierda debemos reflexionar sobre otros hechos de importancia para la lucha por nuestros derechos e intereses.
Entre los intereses de los patrones de aumentar sus ganancias sobreexplotando al pueblo trabajador, y las justas luchas en defensa de los derechos e intereses del pueblo trabajador, comienza a recorrerse dificultosamente un camino que se irá definiendo según quién, si los patrones y sus políticos patronales o el pueblo trabajador, se impongan sobre el otro.
Por el momento, van llevando la delantera los patrones y sus políticos patronales, pero con el aliento encima de los trabajadores y el pueblo.
Desandan el camino…
Hacia fines de 2003, la clase trabajadora realizó su primer paro nacional en casi 20 años. Significó un momento de importancia, porque como clase, unida, volvía a aparecer en la escena política nacional, que los patrones y sus políticos de la Concertación y la derecha pretenden un coto privado, inaccesible a «la chusma».
Este camino comenzó lentamente a ser desandado durante el 2004: los dirigentes oficiales de la CUT, Arturo Martínez junto al PC, sustituyeron la convocatoria a un 2º Paro Nacional por una movilización.
Posteriormente, reclamaron un diálogo social serio, y ser recibidos por La Moneda, lo que obtuvieron.
Para coronarlo, ante la fiesta de los ricos de la APEC, en lugar de convocar a una jornada de repudio, plantearon incorporarle un «capítulo sindical», en esa fantasía de «humanizar al capitalismo».
Así, principalmente por acción de la dirigencia oficial de la CUT, se fue desandando el camino iniciado con el Paro Nacional del 13 de agosto del 2003.
… pero no terminan de llegar al punto de partida
Sin embargo, la aparición en la escena política nacional de la clase trabajadora va dejando huella. Durante este año, se produjeron múltiples huelgas, legales e ilegales, en distintas industrias. Los trabajadores portuarios de Arica, protagonizaron una dura lucha contra las condiciones de trabajo, que movilizó a los empresarios de la zona, las asociaciones empresariales nacionales, la prensa patronal, las fuerzas de represión (como la Armada, que dejó hospitalizado a su dirigente) y el gobierno, local y nacional.
Es aún insuficiente. Y está aún en sus primeros pasos. Pero los trabajadores van mostrando una disposición a dejar de seguir viviendo de rodillas.
Hubo también derrotas de importancia. Claramente para los trabajadores de la Salud, iniciándose ya abiertamente la privatización de parte de los restos de la Salud Pública y el cambio en sus condiciones de trabajo. Contra los trabajadores municipales, se envió el proyecto que incluye el repudiado artículo 101 que busca dividirlos, flexiblizarlos y dejarlos librados a la arbitrariedad de los alcaldes. A los profesores, con la colaboración del dirigente del Colegio de Profesores Pavez, se les impuso la flexibilización y se consagraron los mecanismos de mercado en la educación básica y media donde faltaba hacerlo. Los fuertes gremios del sector público, protagonistas de importantes luchas en los últimos años, ven retroceder sus derechos adquiridos en años y años de lucha. ¿La multiplicación de luchas en las industrias, los puertos e incluso las minas, estarán mostrando una tendencia que releve a los sindicatos del sector público del lugar protagónico que ostentaron? No podemos afirmarlo con toda certeza, pero es una probabilidad cierta.
La flexibilización laboral, como ley, no pudo pasar en el Congreso, como un efecto todavía vivo del Paro Nacional, y también, favorecido por el ciclo electoral reaccionario (que obliga a elegir entre los dos verdugos del pueblo trabajador, los de la Concertación haciéndose pasar por amigos del pueblo, y los de la derecha que ni siquiera pueden intentar esta trampa porque hasta la palabra pueblo les da resquemor, como declaró el pinochetista Sergio Diez cuando dijo que Alianza Popular le sonaba a Unidad Popular, secundado por Jovino Novoa).
El intento de dividir al movimiento organizado de los trabajadores, constituyendo una central abiertamente pro- patronal, que se declaró favorable a discutir la flexibilidad laboral, la UNT, fracasó: Ni siquiera pudo, hasta ahora, obtener reconocimiento legal.
Junto con esto, los sectores medios, a pesar del veranito económico (a cuyo sol sólo se calientan los patrones), no parecen estar inclinándose a favor de los patrones y sus políticos de la Concertación y la derecha. La imponente movilización contra la APEC, fue una muestra clara de esto. Y en el movimiento estudiantil, comienza a instalarse una política de Reforma Universitaria (que impulsara originalmente la corriente de estudiantes marxistas Las Armas de la Crítica, que integra Clase contra Clase junto con independientes), política que apunta a cuestionar la Universidad a lo Pinochet, la educación de mercado impuesta en la dictadura, que la Concertación conservó y profundizó.
Aunque la lucha del pueblo- nación mapuche retrocedió de sus importantes acciones de los últimos años, en el pasado 2004, aunque con el fin evidente de legitimar la Reforma Procesal Penal, se debió evitar la condena de los mapuche sometidos a esos juicios cavernarios con testigos encubiertos.
Todo esto, confuso, inicial, dificultoso, en sus primeros pasos, aún a la defensiva mayormente, sin poder tomar la iniciativa, tuvo su expresión distorsionada, como en todo proceso electoral, en las municipales, con la importante votación del pacto Juntos PODEMOS, la abrupta caída de la derecha, y la suave caída de la Concertación.
Es una situación de tira y afloje, donde los patrones y sus políticos patronales van intentando avanzar en sus políticas contra los trabajadores y el pueblo pobre, obteniendo algunos triunfos parciales importantes, pero encontrándose con obstáculos cada vez mayores, mientras que los trabajadores y el pueblo pobre comienzan un camino de recomposición de sus luchas, sus políticas y sus organizaciones, y que va obligando a los patrones a dar rodeos, aminorar los ritmos de sus ataques, tener que medir sus políticas. Y más que esto todavía.
Un cambio en la política patronal
Comienza, como planteamos varias veces desde las páginas de esta periódico, a desarrollarse un agotamiento- aún lento y controlado- del neoliberalismo en nuestro país. La Concertación, pilar del régimen patronal, no puede seguir gobernando como hasta ahora. Esto se manifestó tanto en sus crónicas crisis recurrentes, aún con la alta adhesión que las encuestas revelan al gobierno de Lagos, como en estos rodeos que deben dar en su política de ataque al pueblo trabajador (con los patrones monitoreando cuántos de los puntos de las Agendas Pro- Crecimiento se cumplieron y cuántos no). La derecha, tampoco. Se manifestó como un baldazo de agua fría para sus militantes, en los resultados de las municipales, en parte porque el rey se vio desnudo actuando con sus métodos de choque- característicos de hijos, amigos y entenados de la dictadura cruel de Pinochet- ante el caso Spiniak.
Una estación de este agotamiento- lento y controlado- del neoliberalismo en nuestro país, es este período de bonanza económica. Se sostiene en parte en las condiciones favorables de la economía mundial del año 2004 y el aumento en los precios de las materias primas y los recursos naturales, y por esto mismo es frágil. Esta bonanza económica fue en beneficio exclusivo de los patrones, y con una clase trabajadora en disposición a no seguir viviendo de rodillas, se comenzó a cuestionar la distribución del ingreso, las condiciones de trabajo y de vida del pueblo trabajador. Desde estas páginas, planteamos que comienza a conformarse una nueva cuestión social (en condiciones naturalmente distintas a la de principios del s. XX).
En estas condiciones, en que los partidos no pueden seguir gobernando (o siendo oposición) como antes, en que comienza a emerger una nueva cuestión social, se va planteando un cambio en la política patronal.
La derecha discute fórmulas (Alianza Popular, mayor peso de los partidos, más política o más cosismo, desplazar a las figuras irritantes y dejar paso a nuevas generaciones, etc). Lavin comienza a recorrer el país para «empaparse de los problemas de la gente» (aunque rinde cuentas ante los empresarios en ENADE y elaboran el programa en los Talleres Bicentenarios dirigidos por los mismos UDI de siempre como Larroulet y sus aistentes tecnicos y profesionales). Y habla de «construir el Chile de las oportunidades’ (para los empresarios, le falta completar la frase, es claro). Dejan en solitario a Pinochet ante los múltiples procesos que enfrenta. Y centra su discurso en los pobres: si no elaboran nada pensando en los pobres, no me traigan nada, dice Lavin, mientras habla de renegociación de deudas para las PYMES, nuevo esquema de créditos para los universitarios, creación de 1 millón de empleos. Por supuesto, de nada dice cómo. Hace rato que los patrones dicen que quieren crear empleo. Esclavo, eso sí. Flexibilizado. De todos modos, el discurso viene cambiando. Oportunidades, equidad, resuenan en la boca de los políticos patronales.
La Concertación se vio enfrascada en una discusión política. Tal vez después de mucho tiempo. La protagonizó la DC, entre quienes hablan de corregir el modelo (más pragmáticamente que por un ideologismo semi socialcristiano; aunque de esto hablaron también los socialistas con el «grito de Aguilo» I y II) y los continuistas. Triunfó esta última variante en la figura de Soledad Alvear, agitando el fantasma de una ruptura de la Concertación si ganaba Adolfo Zaldivar. (Lo que será un error en caso que no lo tome el que resulte abanderado). Entre tanto, la Bachelet rinde cuentas y culto a los empresarios y militares (en sus reuniones con la CPC, la cúpula de las FFAA, el viaje a Estados Unidos). De todos modos, la Concertación viene dando algunos pasos en el sentido de producir reformas parciales por arriba (los previstos cambios en la Constitución, la Comisión Valech y sus efectos en las FFAA, mecanismos para facilitar la formación de sindicatos, los procesos y condenas a Pinochet, etc), todo bien favorecido por las expectativas que despierta la bonanza económica (aunque sea transitoria).
Los políticos patronales de esta manera, y aunque en el marco de un ciclo electoral de casi 2 años que los obliga a tratar de capturar votos, buscan retener la iniciativa en sus manos, evitar que los trabajadores y el pueblo pobre tomen la resolución de los problemas en sus manos. Lo que llaman «mantener la gobernabilidad». Inclusive, en un reciente estudio de la ONU sobre las elites chilenas, se señala que se realizó para que estas, ante los cambios políticos y sociales, puedan mantener la iniciativa en sus manos: «En ningún país del mundo las elites cambian por voluntad propia, sino que por presión de la sociedad. Lo que nosotros estamos diciendo en el informe es adelantémonos» (La Nación, 16/1/05).
Aunque entorpecido por el clima electoral, en que se obliga a elegir entre dos verdugos, y donde aún sigue actuando el dilema entre autoritarios y demócratas, entre la Concertación presentándose como amigos del pueblo y la derecha con sus métodos de choque (con el PC desencantado, después de años de proponer acuerdos y pactos a la Concertación), lo que verdaderamente comienza a estar comenzando a ponerse sobre la mesa de la política nacional, es quién, si los trabajadores o los patrones, irán definiendo el camino que la política nacional está empezando a recorrer.
En un año electoral, y en estas condiciones en que los patrones cambiando su política se van adelantando, con los trabajadores dando sus primeros pasos y sus direcciones oficiales desandando el camino que se inicia, probablemente no se produzcan hechos decisivos en el 2005 que fuercen esta definición. Pero sí se trata de construir un partido revolucionario de los trabajadores que acumule fuerzas para las luchas, hoy discusiones, que irán produciendo estas definiciones. Esta es la tarea de Clase contra Clase.