En los próximos días, se cumplirá el 125 aniversario de la fundación del Fútbol Club Barcelona. Ante el acontecimiento, he optado por dedicarle un artículo a Bartomeu Terradas, una de las personalidades más relevantes que tuvo el primer Barça.
Bartomeu Terradas Brutau nació en Barcelona en 1874 y fue hijo de Bartomeu Terradas Mont y Àngela Brutau. Bartomeu Terradas creció en el seno de una familia dedicada a la industria del textil, porque tanto su padre como su abuelo materno fueron propietarios de fábricas del sector.
Después de acudir a la escuela, Terradas completó sus estudios en Francia y Suiza, lugares en los que se aficionó a jugar al fútbol. En la ciudad suiza de Winterthur, conoció a Hans Gamper, con el cual acabaría fundando en 1899 el Fútbol Club Barcelona.
Tras regresar a la capital catalana, la pasión de Terradas por el fútbol aumentó y eso le condujo a relacionarse con otros aficionados al mismo deporte como el citado Hans Gamper, quien había recalado en la ciudad, y a consumar la mencionada fundación.
El 29 de noviembre de 1899, así pues, Bartomeu Terradas fue uno de los asistentes a la primera reunión del Fútbol Club Barcelona, celebrada en el Gimnasio Solé de la ciudad condal, en la que los asistentes cofundaron la entidad. Una noche mágica y ya algo lejana de la que se cumplirán 125 años en pocos días.
El acta fundacional del Fútbol Club Barcelona acabó firmada por Walter Wild (primer presidente), Lluís d’Ossó (secretario), Bartomeu Terradas (tesorero), Hans Gamper (vocal y capitán del equipo), Otto Kunzle, Otto Maier, Enric Ducal, Pere Cabot, Carles Pujol, Josep Llobet, John Parsons y William Parsons.
La presencia de muchos extranjeros en aquella primera reunión del Fútbol Club Barcelona se debió a que varios de los allí presentes se conocían por acudir cada domingo a iglesias protestantes de la Barcelona católica de aquellos años.
El día 8 de diciembre de 1899, Bartomeu Terradas también fue uno de los jugadores del Fútbol Club Barcelona que disputaron el primer partido de la historia del club, un enfrentamiento contra un equipo de ingleses que terminó con un marcador en contra de uno a cero. El partido se disputó en el campo del velódromo de la Bonanova, situado cerca del actual Turó Parc barcelonés, y el diario barcelonés La Vanguardia publicó la noticia.
Cuando el presidente del club Walter Wild abandonó el cargo en abril de 1901, Bartomeu Terradas además se convirtió en el primer presidente catalán de la entidad, ejerciendo como tal desde el 25 de abril de 1901 hasta el 5 de septiembre de 1902.
Por tanto, en un espacio de tiempo de menos de tres años, Bartomeu Terradas cofundó el Fútbol Club Barcelona, tuvo el honor de ser su primer presidente catalán y jugó el primer partido de la historia del club, lo cual no es precisamente poco. A todo eso, añadió otros dos logros al ganar como jugador y presidente la Copa Macaya y el subcampeonato de la Copa de la Coronación (posterior Copa del Rey) de 1902.
En ese año, Bartomeu Terradas se casó con Pilar Soler Julià, relación de la que nacieron diez hijos, y tomó la decisión de retirarse como jugador para ejercer de vocal y vicepresidente del club.
En las mismas fechas, Terradas igualmente encargó la construcción de tres edificios para sus hermanas Àngela, Josefa y Rosa al arquitecto Josep Puig i Cadafalch, edificios que acabaron juntos y se convirtieron en la famosa Casa Terradas, conocida popularmente como la Casa de les Punxes. Una vez fallecieron sus hermanas, Bartomeu se quedó como propietario de la casa hasta el final de sus días.
La Casa Terradas, una obra modernista de extraordinaria categoría completada en 1905, reflejó el catalanismo de Bartomeu Terradas con un plafón decorativo de su fachada que portaba la leyenda: Sant Patró de Catalunya, torneu-nos la llibertat (Santo Patrón de Cataluña, devuélvenos la libertad).
A partir de la construcción de la casa, la vida de Bartomeu Terradas se ensombreció por el destino de sus mejores amigos, casi todos catalanistas como él. Su arquitecto Josep Puig i Cadafalch, presidente de la Mancomunitat de Catalunya entre 1917 y 1924, tuvo que exiliarse en Francia durante las dictaduras de Miguel Primo de Rivera y Francisco Franco. Y solo pudo regresar a España en 1942, bajo la prohibición de ejercer su profesión.
Su compañero de aventuras futbolísticas Hans Gamper, el cual acabó constando como el fundador oficial del Fútbol Club Barcelona, tras una pitada de la afición azulgrana al himno español en 1925, se exilió en Suiza presionado por la dictadura de Primo de Rivera. Gamper tuvo un final trágico. Arruinado en los negocios, falleció por suicidio el 30 de julio de 1930 en su domicilio de la calle Girona número 4 de Barcelona.
Pasada la Segunda República y finalizada la Guerra Civil (1936-1939), Joan Soler Julià, hermano de su mujer y responsable de la Comisión Gestora del Fútbol Club Barcelona de la posguerra, también padeció atropellos por parte de los franquistas que controlaban la entidad. Llegó a tal gravedad el sometimiento del club y sus gestores a los franquistas que, en el año 2014, los periodistas Jordi Finestres Martínez y Xavier García Luque le dedicaron un libro de investigación a esa etapa titulado El Barça segrestat.
En medio de esas situaciones, pasó Terradas sus últimos años, falleciendo finalmente en Barcelona en 1948. Entonces una ciudad oscura, triste, de cartillas de racionamiento, de prohibiciones e imposiciones, propia de la posguerra.
Tras su muerte, Bartomeu Terradas sufrió un cierto olvido, aunque, con el final de la dictadura de Franco, su figura fue recuperada poco a poco y recolocada en el lugar que le correspondía. En 1975, su Casa Terradas recibió un reconocimiento importante al ser declarada Monumento Histórico Nacional. Y, en 1980 y 2003, dos reformas acabaron de dignificarla.
En los años 2010, el Barça de Messi lo ganó todo y eso provocó un extraordinario interés por los pioneros del club. Varios libros abordaron sus biografías y gestas y Terradas estuvo en el primer plano de la actualidad y tuvo su momento de gloria.
Una década después, Bartomeu Terradas sigue siendo considerado un personaje muy relevante del Barça. Su memoria se mantiene y su recuerdo en el 125 aniversario de la entidad así lo prueba. La justicia para él y los otros cofundadores del club ha prevalecido. Quizás, no podía ser de otra forma.
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