Favorecer a los más pobres causó crecimiento y desarrollo. Diez años de evaluación social por parte de ‘Bogotá cómo vamos’ han permitido medir y valorar una transformación social y económica de la ciudad. La evaluación sobre el estado de la ciudad en el 2006 mostró que en los últimos siete años se ha disminuido la […]
Favorecer a los más pobres causó crecimiento y desarrollo. Diez años de evaluación social por parte de ‘Bogotá cómo vamos’ han permitido medir y valorar una transformación social y económica de la ciudad. La evaluación sobre el estado de la ciudad en el 2006 mostró que en los últimos siete años se ha disminuido la pobreza, y especialmente la más extrema, con una velocidad que tiene pocos precedentes, mejorando la equidad, al mismo tiempo que se logró un buen crecimiento económico, se aumentó el empleo y se mantuvo el equilibrio fiscal.
Los análisis econométricos demuestran que la causa de la disminución de la pobreza y el aumento de la equidad no son simplemente un efecto del mejoramiento económico ni de la ciudad, ni del país. Las pruebas estadísticas de causalidad permiten afirmar que las mejoras en la equidad disminuyeron el nivel de pobreza e impulsaron el crecimiento.
Se supera, en la práctica, la discusión tradicional sobre si es necesario crecer económicamente para poder disminuir la pobreza. No solo Bogotá logró los dos objetivos al mismo tiempo, sino que favorecer a los más pobres causó crecimiento y desarrollo.
Centrar el esfuerzo de la ciudad en la gente ha sido muy rentable económica y socialmente. El trabajo de la última administración de la ciudad ha procedido sabiamente desde el punto de vista administrativo. Dio continuidad a programas probados e impulsados por sus excelentes tres predecesores, sin dejar de poner en acción sus propios énfasis.
Coordinar las instituciones en un eje social donde la educación, el abastecimiento de alimentos y la salud, se centran en las familias, con preferencia en los niños, dio excelentes resultados sociales.
Los avances cuantitativos y cualitativos en la infraestructura física de la educación y de la salud en los barrios más pobres y el rescate de centros de salud que habían tenido grandes problemas de operación han significado una oferta más cercana para la ciudadanía.
Avanzar a favor de los más desfavorecidos no ha significado abandonar las familias y los barrios de los demás niveles.
Naturalmente, no se han resuelto todos los problemas. La creciente dimensión y complejidad de la ciudad ha generado problemas nuevos cuyas soluciones son cada vez más exigentes.
El reto mundial de mejorar el medio ambiente y lograr un desarrollo sostenible exigirá al país y a la ciudad un manejo de fuentes de energía que garanticen aire puro y ambiente libre de ruido y basuras.
El crecimiento de la red vial y el aumento de los vehículos hacen urgente una mayor eficiencia en la construcción y mantenimiento de las vías.
Además, la superación de unas etapas de desarrollo tiene una dinámica propia que crea ella misma retos mayores y más complejos.
Mejorar en los logros de la formación básica y media exigirá un esfuerzo en la oferta de educación postsecundaria; las notables mejoras en la disminución de homicidios exigirá ahora más esfuerzos en la lucha contra las demás transgresiones; las mejoras en la salud infantil y en la atención hospitalaria de los más pobres deberán complementarse con la evaluación más técnica y continua para que la prestación de los servicios de salud sean de calidad.
La lección aprendida y probada permanece. La continuidad en políticas y programas ha sido un excelente negocio para la ciudad, le ha permitido a cada alcalde poner su propio sello en la administración y ha demostrado que las mejoras en equidad, la disminución de la pobreza y el crecimiento económico son tres caras necesarias del desarrollo humano de la ciudad.
Alfredo Sarmiento es Director de DNP/PNUD
Nota:
Bogotá está gobernada desde el 1 de enero de 2004 por la coalición de izquierdas Polo Democrático Independiente, su alcalde es Luis Eduardo Garzón