No es la primera vez que en un clima de censura burocrática bien ajena a lo esperable en un proyecto socialista como el cubano, Bohemia “salva la honrilla en el clavo ardiendo” de la prensa criolla con un excelente reportaje de investigación que, en las circunstancias censoras concretas, “llega hasta donde puede… y un poquito más”.
Tal es el caso de “Violencia social en Cuba: Entre la realidad y la idea”“, publicado este 15 de noviembre y de la autoría de Bohemia, Liudmila Peña Herrera, Lilian Knight Álvarez, Ricardo R. Gómez Rodríguez y Talía Suárez, quienes en un bien urdido trabajo de equipo “van hasta el fondo, hasta donde pueden”, del preocupante incremento de la percepción popular sobre la comisión de delitos en Cuba y ¿de los delitos como tales?
De inicio, obstáculo tremendo: los anuarios estadísticos de Cuba no brindan números sobre la comisión de delitos desde ¡1975!, ni sobre su esclarecimiento, ni sobre la población penal.
Según la Lista de la Población Carcelaria Mundial del Centro Internacional de Estudios Penitenciarios, correspondiente al 2023, Cuba ocuparía el quinto lugar entre las naciones con mayores tasas de encarcelamiento en relación con su población, con 510 por cada 100 mil habitantes. Tal estimado no toma en consideración una importante percepción sobre delitos no esclarecidos y consiguientes sanciones que deberían producirse: de tomarse en cuenta números públicos, esa percepción tendría un notable ajuste; nadie sabe si a favor o en contra.
“Visto el caso”, aún en pesquisas, ¿cómo se explica semejante enajenación del derecho del público a saber? ¿Qué relación tiene la muy justificada necesidad de proteger informaciones oficiales ante la brutalidad de las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos contra Cuba -vulgo bloqueo -, con un secretismo que atenta contra el sagrado principio de rendición de cuentas de elegidos o designados a electores?
Bohemia, “salvadora de honrillas”, merece los aplausos y el apoyo que otras publicaciones mejor consideradas en el discurso oficial parecen incapaces de ganarse; es un hecho, los hechos son tercos y “cuando no pueden entrar por la puerta, saltan por la ventana”, gustaba apuntar Lenin.
Entretanto, parece que esperan por su publicación las presentaciones realizadas en el pasado XI Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) sobre la crisis del modelo de prensa cubano y en lo cual destaca la crisis de credibilidad. Sí: se habla de crisis, abiertamente…
Glosando a Bohemia
Según la más antigua de las existentes revistas cubana, “La sociedad cubana hoy percibe un aumento de la violencia en el país, y si bien esta apreciación se ve estimulada por los contenidos no siempre verídicos de redes sociales y medios no oficiales, existe un incremento de varios tipos de delitos que ha fracturado la sensación de seguridad de la población. El trasfondo económico-social incide en la aparición de vulnerabilidades, desigualdades, en la pérdida de valores y de mecanismos de solución de conflictos que a la postre generan mayor criminalidad”.
Al parecer enajenada como cualquier cubano de a pie del derecho a acceder a estadísticas oficiales sobre el delito, Bohemia realizó una encuesta informal cuyos resultados fueron los siguientes:
1) participaron 92 personas en redes sociales; la mayoría e/ 20-29 años de edad;
2) 92,4% percibe un aumento significativo de los delitos en los últimos dos años;
3) 42,4% conoció de 10 o más hechos delictivos en los últimos 6 meses;
4) 48,9% ha sido víctima o conoce a alguna víctima;
5) 66,7% ha denunciado el hecho ante las autoridades;
6) 73,4% no ha tenido solución.
Sin perjuicio del poco valor asignable a un sondeo de este tipo, sí es innegable un valor indicativo y por sí mismo invitación a realizar una investigación «con todos lo hierros», –se dice en Cuba– o a acabar de exigir a los Diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) la difusión de las estadísticas oficiales sobre el delito, las cuales no parecen ameritar la necesidad de ser secretas o siquiera restringidas, aún ante la criminalidad del bloqueo a Cuba y la necesidad de proteger ciertas informaciones oficiales, para lo cual existen decretos-leyes ad-hoc o una Ley de Comunicación Social y su Reglamento, a la espera de estar plenamente vigentes desde pronto hará seis meses de la aprobación de la primera.
Dato a no perder de vista: el 73,4% de los participantes en la “muestra no representativa” –califica Bohemia–, observa que el delito de que ha sido víctima o ha conocido del hecho delictivo “no ha tenido solución”; es decir, no ha sido esclarecido, procesado, y las víctimas no han hallado justicia razonable.
Con el debido respeto, es un número que “habla” muy poco en favor de la prevención, persecución y sanción del delito en Cuba, por muchos delincuentes que estén ocupando las cárceles o cumpliendo sanciones subsidiarias: los hechos, tan tercos como siempre.
Dos ejemplos en los que a las claras se nota que Bohemia “hizo cuanto pudo”, al mencionarlos:
1) según el coronel Hugo Morales Karell, jefe de brigadas de patrullas de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), “los hechos violentos ocurridos hasta junio del 2023 solamente constituían el 8.5 por ciento del total de delitos del año en curso; las tres quintas partes de los autores de esos actos ya estaban detenidos”;
2) de acuerdo con el “coronel Raúl Cano López, segundo jefe de órgano de la Dirección General de Investigación Criminal, en los delitos en los que se priva de la vida de una persona, existe un nivel de esclarecimiento de 98 por ciento, en tanto el resto no prescribe”.
Y nada más, cantaría Silvio Rodríguez. Aunque dichas informaciones fueron difundidas por la televisión, en horario estelar y entrevistando un periodista que es miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, ¿ha de conformarse el ciudadano –es decir, el soberano– con semejantes “limosnas informativas”, habida cuenta del secretismo al parecer injustificado respecto al delito? ¿No parece tal secretismo un “escudo para burócratas”, de ésos que se erigen en “clase en sí y para sí”?
Bohemia menciona al antropólogo Pablo Rodríguez Ruiz, para quien los delitos patrimoniales (hurto, robo con fuerza sobre las cosas), “si bien no encajan en la definición de delitos violentos, sí inciden en la percepción que sobre la seguridad se tiene. Este tipo de casos no posee niveles tan elevados de esclarecimiento, a lo que se añade un número no despreciable de personas que no denuncian el robo o las lesiones leves”.
Rodríguez Ruiz no es “cualquier académico”: ha sido premiado cuatro veces por la Academia de Ciencias de Cuba; “comenta –continúa Bohemia– sobre la llamada cifra negra del delito (casos que no son denunciados o asentados debidamente), la cual no es recogida por las estadísticas o informes institucionales, pero sí comentada en los entornos comunitarios, lo cual ha reforzado la idea de inseguridad en los imaginarios sociales”.
¿Así que no sólo el delito no esclarecido, sino además el no denunciado? ¿Cuál credibilidad tendrían las cifras oficiales, incluso de hacerse públicas?
Siguiendo a Bohemia, “A mediados de julio de 2023, durante la Sesión Ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, fue presentado por las comisiones de Asuntos Constitucionales y Jurídicos, y de Defensa Nacional y Orden Interior un dictamen sobre las medidas adoptadas para el enfrentamiento al delito, las indisciplinas sociales y la violencia. Éste respondía al informe del Primer Ministro Manuel Marrero Cruz respecto a la situación de los delitos en el país… El documento refería que en el primer semestre de 2023 crecieron las cifras de asaltos, robos con fuerza, alteraciones del orden público, hurtos, agresiones y amenazas, al igual que los delitos asociados al sacrificio de ganado mayor y equinos. Estas últimas tipologías muestran un nivel de esclarecimiento muy bajo…Tanto la Fiscalía General de la República (FGR) como el Tribunal Supremo Popular (TSP) consideraron que los datos oficiales de los hechos reportados están algo alejados de la realidad porque las víctimas muchas veces no formulan denuncias, quizás por miedo a represalias, por desconfianza en la posibilidad de solución de los hechos, o para no quedar expuestos ante la familia o la sociedad”.
Disgresión necesaria: según el vicepremier Jorge Luis Tapia Fonseca, citado por Cubadebate, “sólo en el primer semestre del 2023, el hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor creció en todas las provincias, con 44 318 cabezas hurtadas y sacrificadas, 23 651 más que en igual etapa de 2022”.
O sea, que sólo en ese período se cometió un delito de esa naturaleza –¡sólo esa tipicidad!– por cada unos 250 habitantes, quienes además ¿no habrían formulado denuncias «por miedo a represalias, por desconfianza en la posibilidad de solución de los hechos, o para no quedar expuestos ante la familia o la sociedad»? ¿La subliminal amenaza no es en sí misma violencia? ¿Qué decir de la «desconfianza en la posibilidad de solución de los hechos»?
¿Palabras, palabras? “Los debates dejaron claro que estos hechos son preocupación, tanto del pueblo, como de sus autoridades. Prueba de ello fue la aprobación del Acuerdo X-22 que llama a ‘encarar decididamente a los que vulneran el orden legal del país y atentan contra la seguridad de las personas, cuidando con especial atención la tranquilidad ciudadana, la integridad personal, la propiedad y enfrentando cualquier manifestación de corrupción’”.
Por obvias razones –no es su propósito– el reportaje de Bohemia no ahonda en tipos de delitos económicos como el desvío de recursos, la malversación, el tráfico de influencias y el cohecho, varios de éstos nombrables como corrupción –si no todos-, y sobre los cuales existe en Cuba un inquietante manto de silencio; es casi verdad de Perogrullo que la mayor transparencia informativa posible es un poderoso antídoto contra tales delitos;si se sabe que se castiga con efectividad, ya se previene.
No por gusto, la Contralora General de la República, Gladys Bejerano, afirmó en el VI Pleno del Comité Central del Partido Comunista (PCC), y frente a las cámaras de la televisión, que el gobierno no está haciendo lo suficiente para mejorar la vida de la población y que las leyes y resoluciones que se aprueban no se implementan… «Ninguna de las medidas que ha dictado nuestro gobierno, nuestro partido, cuando uno va a analizarla, de lo que decidimos, de lo que se acordó, de lo que todos apoyamos, a lo que sucede, hay una diferencia extraordinaria».
Sin embargo, necesaria interrogante: ¿hasta cuánto la presunta o real impunidad de los “delitos de cuello blanco” estimula la comisión de los de “manos sucias”, en un escenario de caída del lugar 51 en el 2007 al 83 en el 2022 respecto al Índice de Desarrollo Humano, y con un Coeficiente de Gini estimable en más de un 0,45 –según el economista cubano José Luis Rodríguez–, lo cual expresa una desigualdad social nada acorde con la ética del proyecto socialista cubano? ¿No parece probable que si “el de arriba puede, el de abajo se atreve”?
Bohemia no se circunscribe a la mera persecución y sanción del delito: también resalta el valor de la prevención; menciona a la Dra. en Ciencias Jurídicas Iracema Gálvez Puebla, Profesora Titular en la Universidad de La Habana, quien apunta que “el sistema penal no puede alcanzar, ni puede pretender por sí solo garantizar la seguridad… porque interviene sobre los resultados, sobre los hechos acontecidos y no sobre las causas que generaron el conflicto social… El Derecho Penal no es un instrumento de cambio. Para ello se trazan las políticas públicas del Estado, mediante las cuales se trata de producir con su implementación un impacto positivo en la comunidad”.
Siguiendo a Bohemia, “las autoridades del Tribunal Supremo Popular afirmaron durante la sesión del Parlamento que los Tribunales Populares han intensificado su labor de prevención mediante encuentros sistemáticos con quienes cumplieron sanciones penales y gozan de libertad condicional o plena en la comunidad. En esos intercambios se les escucha y se dan respuesta a inquietudes, como la dificultad de esas personas de reinsertarse en la sociedad. ‘Les es difícil encontrar trabajo e incluso ser recibidos por sus familias’”; ésto, puro caldo de cultivo para la reincidencia.
Según Bohemia, “Una de las aristas más visibilizadas de la violencia social ahora es la basada en cuestiones de género. Los datos más generales del fenómeno, que datan de 2016, cuando fue aplicada la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género, refieren que un 26.7 por ciento de las mujeres había sido víctima de algún tipo de violencia de mano de su pareja actual o anterior durante los 12 meses previos a la investigación (pero) tras la pandemia de la covid-19 y el agravamiento de los parámetros económico-sociales, como indican algunas investigaciones y expertos, es probable que la cifra de mujeres violentadas pudiera ser mayor”.
O sea, que 1 de cada 5 mujeres –más o menos– habría sido víctima de violencia de género. “Bonita” cifra…
En la anterior dirección, el tema del femicidio (asesinato por motivos de género), es uno de los más seguidos por su trascendencia. “El observatorio de Cuba sobre Igualdad de Género informó que en el 2022 hubo 18 mujeres asesinadas por esta causa, en tanto los expertos aclaran que este año la cifra ha aumentado”.
Observable es que “antiguamente se tenía una baja percepción lo que hace difícil determinar si ese aumento existe en verdad o en realidad siempre existió un número similar de casos no tipificado como tal”.
A entender de este periodista, ambas causas confluyen; aparte de que “esas estadísticas oficiales” ¿bajo siete llaves? no sólo no ayudan a la real visibilización del problema y por ende a la adopción de medidas apropiadas, sino que además son caldo de cultivo para manipulaciones mediáticas contra el proyecto socialista cubano, harto conocidas, y en las que los amantes u oportunistas interesados de la propaganda barata “pro Cuba”, ni siquiera se toman la molestia de aprender que estas palabras ¡son de Lenin!: “en el juicio de un enemigo inteligente, es rara la total confusión; dime quién te alaba y te diré en qué te has equivocado”.
¿Algo huele a podrido y no es en Dinamarca?
“El análisis de los Anuarios Estadísticos de Salud entre 2011 y 2022, en el apartado de muerte por agresiones, muestra cifras bastante constantes (unos 500 fallecimientos por esta causa), máxime en el último lustro. No obstante, los decesos por eventos de intención no determinada, que pudieran incluir algunos asesinatos sin esclarecer, sí han sufrido un aumento significativo, de 185 defunciones en 2011 a 544 en 2021 y 495 en 2022“.
O sea, que las muertes por estos conceptos se habrían multiplicado por alrededor de 2,67 en un decenio, y éso de considerarse que, desde el punto de vista metodológico, ¿nada por objetar?
¿Policía, “buena perla” la policía?
¡Insólito, este aserto de Bohemia, en país donde es casi “herejía y tea inquisitorial que tú conoces” criticar a los órganos del Ministerio del Interior cubano (MININT), aunque el principio de rendición de cuentas de elegidos y designados a electores se suponga sagrado!
“Cuestionamientos a los damnificados a la hora de hacer la denuncia, desestimación de peligro o la gravedad que implica la situación, demoras en la toma de declaraciones en las Unidades de la Policía o en el levantamiento de evidencias en el lugar de los hechos, exposición de las víctimas a la reconstrucción del relato demasiadas veces…, todo lo cual pudiera estar influyendo en la pérdida de la confianza a la hora de establecer la acusación” ¿Con “esos truenos” se enfrenta al delito?
Este periodista cosecha anécdotas propias, de familiares o de amistades, acerca de frecuentes actuaciones poco o nada profesionales de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) o de otros órganos, y en ocasiones hasta faltas de ética; pero en ese muestrario, por causas diversas, la PNR, “primera cara” ante el pueblo del MININT, “se lleva el palmarés”: este escribidor ha reído a carcajadas junto a cientos de espectadores en algún teatro habanero, mientras los “degenerados humoristas del país” hacen de las suyas a costa de los gendarmes.
Burlas aparte y el buen humor es signo de sanidad mental, el choteo a la policía es también una inquietante señal, no tanto por su existencia como por su naturaleza: los chistes ponen el acento en las pocas luces policiales y éso sí es una llamada sobre si los órganos policiales se hallan realmente capacitados para enfrentar un incuestionado pero no cuantificado públicamente incremento del delito.
De inicio, la disciplina ciudadana, el pensar en el otro: vaya esta anécdota de quien escribe, quien por razones de salud poco benignas está visitando el habanero Hospital Clínico – Quirúrgico Comandante Manuel “Piti” Fajardo; frente al mismo radica la Unidad Policial conocida como “Zapata y C”; pese a disponer de espacio suficiente, tanto dentro como fuera del cuartel, los autos policiales “aparcan alegremente” a la entrada del hospital y hasta allí se friegan los patrulleros, mientras de hecho hasta se podría obstaculizar la entrada de una ambulancia o de cualquier vehículo con una urgencia a bordo.
“Detalles, revelan esencias”: ¿esta policía está en capacidad de combatir eficazmente el delito? ¿Se comprende ahora el tan loable servicio público que Bohemia presta con su reportaje? ¿Se entiende por qué la necesidad cívica de que las estadísticas del delito sean absolutamente públicas? ¿Qué clase de Diputados hay en el Parlamento cubano?
Quede claro: tan incómodas preguntas son derechos del ciudadano y del elector, no sólo del periodista. Y estar en cualquiera de los tres roles –si se es cívico y además éstos se mezclan, por esencia– implica enfrentar justificados o interesados enojos, ataques en las redes sociales de las llamadas ciberclarias, y hasta discretas y no tan discretas represalias. Cuba, el pueblo, va primero; la desvergüenza sólo es contagiosa cuando se quiere…
Sin dudas, según Bohemia, el delito es “en esencia un fenómeno multicausal, multidimensional, en el que hoy incide de modo significativo el difícil contexto económico del país ”
¿Sólo el contexto, o se está ante la manifestación causal y casual de un modelo socio-político agotado –más allá del bloqueo estadounidense– que está dejando de ser una utopía socialista o comunista ante una creciente burocratización –en tanto hegemonía de una casta que se erige en “clase en sí y para sí”– y en la que una no menos creciente pérdida del sentido de la responsabilidad va camino de imponerse? ¿Qué tiene que ver el bloqueo estadounidense con el bochornoso espectáculo de policías interfiriendo el tránsito en la entrada de un hospital, para sólo citar un ejemplo entre millones?
Guste a quien guste, pese a quien pese, el excelente reportaje de Bohemia se alza contra esa horrible posibilidad y avisa de que aún en la prensa cubana hay motivos para soñar. Por parte de este periodista, ¡honor en recoger el batón!
Post Scriptum: ¡No faltaba más, lector! Aquí, no sólo en su inicial hipervínculo, Violencia social en Cuba: Entre la realidad y la idea
https://bohemia.cu/violencia-social-en-cuba-entre-la-realidad-y-la-idea/
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