Firmar hoy un acuerdo de la naturaleza que pide el presidente resulta notoriamente ridículo. Más ridículo y tenebroso que cuando se firmó el Pacto Por Chile o el Acuerdo Por la Paz, documentos que también fueron suscritos por el presidente en su debido momento. No parece que un nuevo pacto vaya a servir mucho.
CONVOCATORIA DESDE EL EXTERIOR
En el transcurso de su gira por Europa, y hablando a través de la radio española Cadena Ser, llamó el presidente Boric “[…] a firmar, junto a todos los partidos políticos, una declaración para conmemorar los 50 años del Golpe de Estado” 1 .
No deja de ser loable la propuesta del presidente Boric en orden a firmar, con todas las fuerzas políticas del país, sin excepción, un acuerdo para impedir que tan infausto acontecimiento se vuelva a repetir. La posibilidad de dirigir un país en donde exista compromiso de defender los principios democráticos es la máxima aspiración de todo gobernante. Especialmente, en el caso del primer mandatario, pues mantendría estricta correspondencia con el anhelo que manifestara, al momento de ser elegido: ser presidente de todos los chilenos. “[…] ojalá todos fuéramos capaces de decir que no queremos que vuelva a suceder. Y que los problemas de la democracia se tienen que resolver con más democracia y no con menos” 2 .
Pero, ¿puede eso ser posible? ¿Puede celebrarse un pacto en el que todas las organizaciones políticas existentes en el país acuerden nunca más recurrir al golpe de Estado para dirimir sus controversias o, al menos, repudiar en conjunto el advenimiento de un régimen como el indicado?
LAS CLASE S Y FRACCIONES DE CLASE
Una sociedad no es, precisamente, un conjunto homogéneo, como podría suponerse. Cualquier acuerdo sobre esa materia, aunque constase por escrito, podría ser ilusorio. Porque las sociedades no solamente son tremendamente heterogéneas sino contienen estamentos sociales en su interior cuyos intereses se encuentran enteramente contrapuestos; se les llama ‘clases sociales’. Y, lo que es peor: hay clases que dominan a clases que, por esa circunstancia, pasan a ser dominadas. Las unas y las otras, a su vez, tampoco son homogéneas: se fraccionan y, por regla general, a cada una de tales fracciones le aparece una organización política que intenta representarla. Por tanto, los partidos no son sujetos neutros dentro de la sociedad sino representan políticamente los intereses de esas fracciones; y, por lo mismo, toman a su cargo la defensa de esos intereses. Además de los propios. En consecuencia, para establecer un acuerdo, el que sea, las partes que van a suscribirlo deben conocer las bases y contenido del mismo. Con mayor razón si se trata de un acuerdo que involucra a una sociedad que no es sino el campo donde se libran las contiendas por la imposición de determinados intereses de clase o fracciones de clase.
A pesar de todo, los sujetos políticos (partidos) suscriben determinados acuerdos siempre que no lesionen sus respectivos intereses o la conveniencia de ese acuerdo sea recíproca; también puede suceder en el caso del llamamiento formulado por el presidente Boric.
Pero los acuerdos son acuerdos: duran mientras se respetan; por ende, pueden, igualmente, no cumplirse. Las representaciones políticas pueden romper el compromiso contraído. En esos casos, es importante conocer a quién o quiénes acostumbran romper sus compromisos y quién o quiénes los respetan. El problema se hace más complejo cuando el compromiso al que se invita a suscribir a otra parte versa sobre la eventualidad de un golpe de Estado y del quiebre de la democracia: la teoría social entrega un sinnúmero de variables que lo hacen un tanto más complejo.
LA DEMOCRACIA COMO FORMA DE GOBIERNO EN EL SISTEMA CAPITALISTA
El funcionamiento del modo de producción capitalista se realiza bajo una forma de gobierno llamada ‘democracia’. La democracia es, pues, la forma normal de funcionamiento de una sociedad dentro del modo de producción capitalista.
Examinada más de cerca, la democracia presume la existencia de partidos, la separación de esos tres llamados ‘poderes’ (ejecutivo, legislativo y judicial) y las periódicas elecciones de autoridades. Las elecciones, dentro de un régimen democrático han de ser, a su vez, libres, secretas e informadas. Así, constantemente, se renueva el Parlamento, las presidencias o el primer ministro; y, en ciertos países, hasta los miembros de las magistraturas.
Todo parece bien. Hasta que las dificultades comienzan.
LAS REVUELTAS SOCIALES
El ingenio es parte de la naturaleza del ser humano. Inventar, descubrir nuevos derroteros, innovar, reemplazar lo que existe por nuevos adelantos, es algo que jamás podrá detenerse. Constituye la esencia de la humanidad. Algunos autores denominan a este fenómeno ‘fuerzas productivas’ de la sociedad; otros la llaman ‘tecnología’. Poco importa. Lo cierto es que tanto la tecnología como las fuerzas productivas se desarrollan constantemente; y lo que existía ayer, hoy ya no sirve. Entonces, las relaciones que se habían establecido entre los seres humanos con ocasión de determinados adelantos científicos ya no son útiles, deben ser cambiadas por otras.
A menudo, sin embargo, eso no ocurre: las relaciones de producción entran en contradicción con el desarrollo de las fuerzas productivas y se abre, entonces, una época de ‘revolución social’ 3 . Entonces, las bondades de la democracia representativa no sirven; las exigencias de los sectores desposeídos se hacen permanentes, no bastan las candidaturas ni las elecciones. Incluso, puede ocurrir que la forma sobre la cual se realizaba la acumulación capitalista pida que se le introduzcan talas o reajustes, modificaciones e, incluso, se exija su abrogación. El conflicto excede los márgenes que la democracia establece. Y la forma normal de funcionamiento del sistema capitalista, su forma normal de gobierno (que es la ‘democracia representativa’) debe suspenderse para ceder su lugar a un régimen de excepción o ‘dictadura’.
LA ‘DICTADURA’ COMO RÉGIMEN DE EXCEPCIÓN
La democracia representativa no puede resolver los problemas que plantea la no correspondencia entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Esa situación afecta a las clases que dominan. Pero ellas no pueden dejar de dominar; echan, entonces, mano al último recurso del cual disponen: las Fuerzas Armadas.
No es éste un recurso que poseen por casualidad. Por el contrario: tiene cientos de años de antigüedad. Siempre lo han usado. De ello hay constancia en los escritos de Friedric Engels quien hace una referencia muy especial al baron Von Bogulawsky, personaje que no se cansaba de reclamar y recabar para las clases dominantes lo que llamaba ‘el derecho a realizar un golpe de Estado’; el pensador alemán le respondía reclamando para el pueblo el ‘derecho a la rebelión’.
El golpe de Estado es, pues, la puerta que se abre para el establecimiento de la ‘dictadura’ como régimen de excepción para el sistema capitalista; son dos instantes de un mismo proceso. No existe el uno sin el otro; lo que no impide que un régimen democrático, en determinadas circunstancias, derive a dictadura. El golpe de Estado, propinado de esa manera, se conoce como ‘golpe blanco’, porque el autoritarismo se impone como en un juego de ajedrez.
Por tanto, es difícil que la representación política natural de las clases dominantes firme un documento en el que se comprometa a resolver los problemas políticos dentro de los márgenes establecidos para la forma normal de funcionamiento del sistema capitalista, es decir, la democracia. Es obligarlas a renunciar al ejercicio del golpe de Estado. Porque los problemas pueden agravarse y la solución puede ser un golpe de Estado. No hay que olvidar que las clases dominantes tienen por vocación dominar, no el suicidio.
LOS PARTIDOS EN EL CHILE DE HOY Y EN EL PASADO
Hay, no obstante, un obstáculo mayor para la firma de ese acuerdo.
En efecto, bajo la Unidad Popular, el sistema de partidos políticos en Chile vivió un clima de tal exaltación que bien podría considerarse como un período de pleno apogeo. Para una población nacional de casi 9 millones de habitantes, la militancia de esa coalición se acercaba a casi medio millón de personas, algo que también ocurría en la CODE (Confederación Democrática). Hoy, con una población que supera los 18 millones de habitantes, la militancia partidaria total no supera los 440.000 afiliados.
Se puede inferir de lo dicho que, si en 1973 era posible hablar de representatividad y, en consecuencia, refrendar pactos o establecer acuerdos pues existía un amplio respaldo ciudadano, hoy eso no es posible: la ‘elite política’ se encuentra notoriamente deslegitimada y, consecuentemente, no cuenta con el respaldo de la ciudadanía. Cálculos aproximados sitúan la aprobación ciudadana hacia los partidos en no más allá de un 3%.
Firmar hoy un acuerdo de la naturaleza que pide el presidente resulta notoriamente ridículo. Más ridículo y tenebroso que cuando se firmó el Pacto Por Chile o el Acuerdo Por la Paz, documentos que también fueron suscritos por el presidente en su debido momento. No parece que un nuevo pacto vaya a servir mucho.
CLIMA DE ODIOSIDAD
Hay otro aspecto que considerar. Boric representa una juventud que fue tremendamente crítica con la ‘elite política’ nacional. Sin excepciones. Y eso no se le perdona. Hay un clima de odiosidad en su contra que es palpable. Cualquier cosa que proponga encuentra obstáculo, y sus errores y faltas se magnifican por ser esa coalición, precisamente, quien cometen tales desaciertos. Hay una actitud tremendamente negativa en contra del Gobierno que puede hasta considerarse cinismo, desfachatez e, incluso, tal vez, perversión.
Ingresemos a un antro extraño: al Parlamento. Allí se desplazan sujetos peligrosos que no solamente son críticos a la gestión del actual Gobierno de la Concertación sino que están dispuestos no solamente a repetir el golpe que dio Pinochet sino, incluso, a superarlo en sufrimiento y crueldad. Son sujetos desmesurados, carentes de empatía, sin alma. Des-almados. Desalmados. Expertos en fabricar mentiras, falsedades, sucesos jamás ocurridos, sólo piensan en imponer sus ideas y su voluntad. Defienden el pensamiento único.
En defensa de ese anticomunismo enfermizo que padecen, buscan convencer a la comunidad nacional que la Unión Soviética está viva, que Putin es comunista y que Chile es una víctima que puede caer en manos del comunismo internacional. Falta solamente aseverar que los tanques soviéticos van a llegar, en cualquier momento, a asediar La Moneda. Como se hizo en la campaña en contra de Allende. La historia nada vale para ellos. No les interesa su relato. Son sujetos perversos.
Tomo en mis manos el artículo escrito por Amado de Mérici, 15 años atrás, con ocasión de la revelación que hiciera el Servicio Médico Legal por el caso de la ciudadana uruguaya/rumana Mónica Cristina Benaroyo Bencu, militante del partido Comunista de Uruguay, ex empleada de la Alcaldía de Arica, cuyo cadáver decapitado fue encontrado en un terreno del Ejército, en Pampa Chaca, en julio de 2008. Como dice el trabajo citado: “Todavía guardaba el cadáver una cajetilla de cigarrillos Hilton entre sus ropas. Y un billete de la moneda escudo” 4 .
Los voceros de la dictadura se apresuraron en señalar que la joven había sido expulsada del país. Falso. No era así. Había sido ejecutada. Pero cuando se descubrió el cadáver de la joven, y no su cabeza, se dijo que había sido devorado por los animales. También aquello era falso. El columnista de ‘El Siglo’, Eduardo Contreras, luego de compenetrarse de los trabajos del Servicio Médico Legal realizados tanto para descubrir la identidad de la víctima como la forma en que había muerto, escribió, horrorizado: “[…] la compañera fue enterrada viva en la arena cerca del mar dejando afuera su cabeza, la que los uniformados patearon hasta decapitarla” 5
¿Cómo pudo ser posible tanta perversión? ¿Cómo pudo ser posible tanta degeneración? Vuelvo los ojos hacia el Chile actual y pongo atención en algunos de los parlamentarios de esos que no vacilan en defender el régimen de Pinochet y piden repetirlo. De esos parlamentarios que acusan de engaño a quien ha sido privada de la visión por la acción de la policía. Me estremezco ante esa falta de empatía. Me estremezco porque el horror del pasado puede retornar en cualquier momento. Los verdugos están ahí. También los que van a festejar esa eventual victoria con mano ajena. Están en el Parlamento mismo, en los medios de comunicación, en la calle. Actúan. Hablan. Se mueven. Cuentan con el apoyo de electores. No puedo evitar verlos a todos ellos, reunidos en la playa de Pampa Chaca, Arica, como si nada hubiere ocurrido y les importara, alegres, jugando fútbol para patear una y mil veces la cabeza de la pobre Mónica como si fuera una pelota. Vuelvo a estremecerme. La historia está ahí. Viva. Con los personajes de siempre. Como en una obra literaria: corregidos y aumentados.
CONCLUSIÓN
Habida la consideración de otros analistas, no me parece que la decisión del presidente haya sido sensata. Proponer un acuerdo que jamás va a tener aplicación me parece una invitación manifiesta a la claudicación. En otras palabras, la confesión declarada de considerarse derrotado o de haber asumido el interés de quienes eran sus adversarios en el pasado. Me parece demasiado. Como muchas otras concesiones que no ha vacilado en hacer.
Bien pudo dejar que la conmemoración fuese realizada por las organizaciones sociales, y apoyarlas en ese cometido, a pesar de las críticas 6 . Pero no, insiste en llegar a acuerdos imposibles con sujetos no confiables.
Tomic lo advirtió una vez: cuando se gana con la derecha es la derecha la que gana. Con esos personajes no puede celebrarse acuerdo alguno. Porque representan la continuidad de la dictadura. Son, ni más ni menos, la reproducción ampliada de los criminales de Punta Peuco. No por otro motivo anhelan liberar a esos abuelitos de rostros tan bondadosos 7 .
No debe llamar la atención que, a muchos, nos haga reflexionar acerca de cuánta razón tenía el presidente Allende al señalar, en cierta oportunidad, con esas valentía y franqueza que les eran tan características: No soy presidente de todos los chilenos. Y tenía toda la razón. No podía serlo. Nunca lo sería. Porque también la decencia tiene límites que no se pueden trasgredir.
Estocolmo, julio de 2023
1 Ruiz-Tagle, Gabriela: “50 años del Golpe: Oposición descarta firmar acuerdo ‘escrito con la mano izquierda’”, Radio Biobío, 16 de julio de 2023. La negrita es del original.
2 Redacción: “Gabriel Boric y convocatoria a acuerdo por golpe de Estado: ‘Un presidente no puede imponer versiones oficiales respecto de la historia’”, Radio Universidad de Chile, 18 de julio de 2023. La negrita es del original.
3 Véase de Karl Marx su ‘Introducción a la Crítica de la Economía Politica’.
4 De Mérici, Amado: “A Mónica la decapitaron a patadas”, PiensaChile, art. disponible en INTERNET con la rúbrica de 15 años atrás.
5 De Mérici, Amado: “A Mónica la decapitaron a patadas”, PiensaChile, art. disponible en INTERNET con la rúbrica de 15 años atrás.
6 Solís, Francisco: “Chile Vamos critica ‘derroche de dinero’ oir millonario monto dispuesto para los 50 años del Golpe”, Radio Biobío, 18 de julio de 2023.
7 Castro Mauro, Joaquín:”La arremetida del partido Republicano para beneficiar a los presos de Punta Peuco”, ‘El Desconcierto’, 19 de julio de 2023.