En el mes de julio pasado, tuve el agrado de conocer en Valparaíso a Carlos Pronzato, documentalista de nacionalidad argentina, actualmente radicado en la ciudad de Bahía, Brasil. El motivo de este encuentro se originó, en el momento que vino a este puerto para mostrar y promocionar un emotivo y excelente documental de su autoría, […]
En el mes de julio pasado, tuve el agrado de conocer en Valparaíso a Carlos Pronzato, documentalista de nacionalidad argentina, actualmente radicado en la ciudad de Bahía, Brasil.
El motivo de este encuentro se originó, en el momento que vino a este puerto para mostrar y promocionar un emotivo y excelente documental de su autoría, que relataba los últimos instantes de vida del Che Guevara en la selva boliviana, titulado «Carabina M- 2». En la ocasión, aprovechó mostrarnos, a un grupo de amigos, en función exclusiva, un documental que se encontraba todavía en su última etapa de edición, titulado «Buscando a Allende».
Carlos Pronzato, es un documentalista de fuste, que se ha dedicado a documentar hechos políticos y sociales de distinta naturaleza, que han aparecido como más relevantes en América Latina. En esta línea, a los dos documentales, recientemente nombrados, hay que agregar los siguientes: de Bolivia, «La guerra del agua», «La guerra del gas», «Jallalla» y «Evo presidente»; de Argentina, «El cacerolazo», «La rebelión argentina» y «Fábrica Brukman bajo control obrero»; de Uruguay «Comienza otra historia»; de Chile, «La rebelión pinguina», y diversos documentales sobre movimientos sociales en Brasil.
Para el caso, me interesa destacar su documental sobre Allende. Una exhaustiva y profunda investigación en las ciudades de Valparaíso y Santiago, en búsqueda del lugar donde habría nacido el compañero presidente. Como se sabe, surgen dudas sobre el lugar de su nacimiento, ya que existen diversos documentos que lo dan por nacido, unos en Santiago, y otros en Valparaíso. En el transcurso del documental, vemos a Pronzato echando los pies por los cerros de Valparaíso, consultando a personalidades de la época y gente de los cerros, en búsqueda de indicios que permitan identificar el lugar exacto del nacimiento del compañero presidente. Un documental de interés, cuya narrativa se desarrolla en forma llamativa y muy amena. Un aporte cultural que investiga sobre uno de los aspectos de la vida del presidente Allende, que no se encuentra claramente definido, ni menos aún documentado visualmente.
Pero, sin perjuicio de destacar los aportes fílmicos de sus documentales, me interesa, en esta ocasión, destacar, la exquisita personalidad humana de este hermano argentino, con quien tuve la oportunidad de compartir ideas y reflexiones, más allá de nuestros mutuos intereses por el mundo de la cinematografía. En una sola palabra: una persona amena, sencilla, alejado de aquel estereotipo de cineasta que presumimos en nuestro imaginario como esos vanidosos y presuntuosos intelectuales, que más parecen venidos de otras galaxias. No nada de eso, Carlos es una persona que contraría radicalmente dicha imagen. En mis conversaciones con él, lo supe apreciar un tipo ameno, franco, solidario, muy sensible, con una profunda fe en los destinos de la gente sencilla de nuestros pueblos latinoamericanos. Y creo no equivocarme al decir, que es de la profundidad de ese sentimiento de donde ha provenido su particular interés por las figuras del Ché, Allende y Evo Morales, a quienes ha querido plasmar en el celuloide como personalidades de ayer y de hoy, plenamente identificadas con los sentimientos y anhelos de la gente más sencilla de nuestro subcontinente.
A decir verdad, Carlos Pronzato, es un verdadero Quijote del celuloide quien, cámara en mano, se aventura por los escondidos vericuetos de nuestras ciudades y pueblos, para investigar y contar aquellas historias que retratan lo más genuino de nuestra idiosincrasia, a través de las figuras más destacadas y representativas que tenemos, como lo son, sin duda, por ejemplo, la tríada de personalidades que ha sabido mostrarnos en cada uno de sus excelentes documentales.
Quiero destacar, particularmente, la gran admiración que siente Carlos Pronzato por el presidente Allende. En las conversaciones que sostuve con el, este sentimiento se le notaba de inmediato, y más aún, sabía transmitir las emociones de sus sentimientos a quienes lo escuchábamos. A medida que lo seguía oyendo me daba cuenta, más que antes, de la inmensa trascendencia que ha tenido el ejemplo de Allende para las sensibilidades de otras gentes y otros pueblos de nuestra América latina y el mundo. Por boca del amigo Pronzato tuve la sensación, que la figura de Allende, como que dejaba de pertenecernos en exclusiva a los chilenos, sino que también trasciende universalmente a gente y pueblos de otras latitudes.
En mi fuero íntimo nunca he dejado de agradecer a Carlos, por haberme enseñado que sentimientos que son muy nuestros, también son compartidos por hermanos de otros países. Me sentía en esos momentos orgullosos de ser chileno, lo cual es mucho decir, toda vez que el estado actual de nuestro país no da mucho motivo para enorgullecernos. Esa es la magia que produce Allende en los corazones del mundo y en el propio nuestro, magia que sentí acrecentada cuando el hermano argentino Carlos se refería a nuestro querido presidente.
Quise hacer esta breve reseña, antes de pasar a relatar un hecho un tanto bochornoso. Recibí en mi correo una nota de Carlos Pronzato, que me hizo sentir bronca por mi país y sus instituciones culturales. Me relataba en su nota, que prestándose hacer el lanzamiento de su documental sobre Allende, recibió la notificación de parte de la «Fundación Salvador Allende», haciéndole presente que debía pagar ciertos derechos, por haber utilizado como apoyo de fondo en su documental, ciertas imágenes sobre los cuales la Fundación tendría la exclusividad de los derechos. Se daba aquí de pleno, el dicho aquel «el pago de Chile», pero en la ocasión, no sobre un chileno, sino sobre un querido y valioso hermano argentino, admirador del presidente Allende, y amante de la cultura, por sobre todas las cosas.
No quiero entrar en controversias sobre si ese cobro que se le hace a Carlos corresponde o no. Supongo que sí, atendidas las leoninas y aberrantes leyes que se han promulgado últimamente sobre las creaciones culturales. Tampoco estoy en contra de los derechos de propiedad intelectual, entiendo que estas son atendibles cuando recaen directamente sobre el creador, no tanto así cuando son traspasadas a interpósitas personas naturales o jurídicas, las cuales usufructúan comercialmente, a partir de creaciones que son de otros. Siempre he sido un convencido, que tras estos recónditos subterfugios leguleyos es en donde se encuentra la verdadera piratería. Claro está, piratería legal, pero al fin y al cabo, piratería igual que otras.
Creo que la Fundación Salvador Allende, debiera en esta ocasión hacer una excepción, como pago y mérito a Carlos Pronzato, por su trabajo de investigación, que coincide y va en la misma dirección de los presupuestos que dieron a origen a dicha Fundación, a saber: promover y difundir a través del mundo la obra del presidente Salvador Allende. Ante sólo dicho mérito, la fundación Salvador Allende, más que hacerle cobro de derechos, en nombre de todos los chilenos, debiera agradecerle por ayudar a difundir internacionalmente la figura de nuestro querido presidente Eso, en mi modesta opinión, petición que espero hacer llegar a los directivos de dicha fundación.
No sería justo, que todo un abnegado trabajo de Pronzato, se fuera al traste por aquello del interés tras unos cochinos pesos. Más sobre todo, cuando se que Carlos Pronzato, ha hecho su trabajo de investigación a puro pulso y a todo corazón, incluso, a menoscabo de su propio peculio. Se también, y me consta, que sus documentales los da a conocer en poblaciones y sindicatos en forma gratuita, sin que el rédito comercial esté presente en su ánimo como requisito previo a cualquier exhibición. Es decir, un verdadero artista, un verdadero creador, que hace y siente la cultura mirada en su más pura y genuina expresión.
Ahora bien como quiera que derive este asunto, expreso a través de estas líneas mi más completa solidaridad hacia mi amigo Carlos Pronzato, contra esta especie de baldón de agua fría que ha recibido desde Chile. Se y comprendo, que su inmenso amor por Salvador Allende y su exquisita sensibilidad, sobre todo aquello que tenga que ver con la estética y la cultura, le deben estar pasando una mala jugada y teniéndolo a mal traer.
Desde Chile, y más precisamente desde el puerto de Valparaíso, donde nos conocimos y compartimos momentos gratos y de compañerismo, en nombre de los amigos de este puerto, y en el mío propio, hago extensivos nuestros más sinceros sentimientos de afecto hacia tu persona, aquellos que puedan aliviar en algo, el gratuito agravio de que has sido objeto desde nuestro país, aquel Chile que, según el poeta Armando Uribe, «Premio Nacional de Literatura», es un país » que ya no existe».