Ante 300 000 personas, Calle 13 estremeció la tarde habanera del 23 de marzo en un memorable concierto donde recibió el Premio Internacional Cubadisco por Los de atrás vienen conmigo. Residente lo dedicó a todos los músicos cubanos, «los que llevan años y los que empiezan, que deben saber hacer música sin miedo y decir lo que se siente»
Cuba amaneció el martes sabiendo que sería un gran día. El esperado concierto del grupo puertorriqueño Calle 13 iba a estremecer la Tribuna Antiimperialista en La Habana a las cinco de la tarde, y luego, los fanáticos del béisbol se darían cita en el Sandino -sentados en sus gradas o frente al televisor- para ver el primer juego de la final en la Serie Nacional.
Desde las ocho de la mañana, en la plaza que linda con el Malecón de La Habana y la Oficina de Intereses de los Estados Unidos, una pareja marcaba su puesto para el espectáculo vespertino. Los boricuas habían prometido una fiesta gratuita para el pueblo cubano, y a la hora pactada, el público desbordaba la Tribuna y sus calles aledañas. Se estima que unas doscientas mil personas estaban allí para cuando los once músicos del grupo irrumpieron en el escenario, portando, a tono con el palpitar de los criollos, la camiseta del equipo cubano de pelota.
La banda del invitado cubano Kelvis Ochoa, vistiendo en reciprocidad el pulóver de la selección puertorriqueña de béisbol, ya había calentado el escenario e invitado al auditorio a bailar con su «Curandera», «La natilla» y el ritmo de la conga. Kelvis, quien convidó además al trompetista Julito Padrón y al bajista Gastón Joya, agradeció la presencia de Calle 13 en Cuba, y, enarbolando su frase identitaria, «lo más grande de la vida», dedicó la actuación a sus «hermanos de la Brigada Martha Machado» que se encuentran prestando ayuda en Haití.
El tiempo entre la presentación de Ochoa y la irrupción de Calle 13 en escena, fungió -aunque los organizadores no lo planificaran con total intención- como catalizador de los ánimos de los presentes. En el momento en que René Pérez Joglar tomó las riendas del show, nada fue más cierto que aquello escrito en el cartel de un admirador: «Esto es una fiesta de locos. Estamos en talla». Los concurrentes bailaron y corearon cada tema, sin defraudar a Residente, quien pidió al inicio del concierto «demostrar que Cuba está viva».
Con «No hay nadie como tú» se abrió la senda por la cual Calle 13 condujo a los cubanos a cantar «sin tabúes» sobre sexo, amor, violencia y política. A la canción que originalmente la banda interpretara con el grupo mexicano Café Tacvba, siguió su «Cumbia de los aburridos», durante la cual René dejó descubierto un letrero dibujado en su espalda con la sentencia: «recibimos flores y balas en un mismo corazón».
Esta declaración «a piel descubierta» caracteriza el contexto de manera única, casi ideal. Mientras Willy Chirino y Emilio Estefan criticaban en Miami la visita de los músicos a la Isla, Calle 13 recibía el Premio Internacional Cubadisco por su CD Los de atrás vienen conmigo. Residente dedicó el lauro a todos los músicos cubanos, «los que llevan años y los que empiezan, que deben saber hacer música sin miedo y decir lo que se siente».
El concierto volvió a hablar de un Calle 13 que en Cuba ha demostrado no temerle a nada. «Yo tengo mis ideas, pero estoy en contra de matar a la gente así por así», expresó Residente al introducir «Querido FBI», una canción que escribiera en Puerto Rico y que en esta ocasión ofrendara, además de a Filiberto Ojeda Ríos, «al Buró Federal de Inteligencia, a los presos políticos, a este país que se ha mantenido siempre de pie, a todas las familias, y al edificio que está allá atrás», señalando a la Sección de Intereses norteamericana.
Y mientras sonaba «Pal Norte», tema inspirado en el viaje de la agrupación por diferentes comunidades de América Latina, René apuntó de nuevo al inmueble que se encuentra al fondo de la Tribuna, para pedir respeto a los emigrantes. «Este tema es para todos los emigrantes del mundo, para los que se quedan en su país cosechando, para los que se van, para los que vienen a ayudar a Cuba, y para los cubanos que salen a ayudar a otros países como Haití».
«La crítica me hace crecer», apuntó René cuando el recital proponía «Ven y critícame», un número en el que asume la utilidad del señalamiento oportuno, y en el cual aborrece, a la vez, «a la gente que critica pa joder».
Muy difundidos en Cuba, temas como «Atrévete-te-te» y «Se vale to-to», fueron algunos de los más reclamados por el público, pero al mismo tiempo, propusieron el reto que no desaprovecharon algunas muchachas para subir a bailar al escenario. «Todas las cubanitas están muy buenas», dijo Residente, un perenne enamora´o caribeño, quien vive además, orgulloso de tener cuatro hermanas «que me defienden». A estas y a todas las mujeres, regaló el boricua, en un «Beso de desayuno», los versos: tú eres mi vitamina del pecho, mi fibra/ tú eres todo que me equilibra.
El grupo quiso escucharse cerca, al final de la Tribuna, en el oído del último hombre a la vista y a la altura de los edificios vecinos: «¿Cuba está conmigo?», preguntaba René sin lograr apenas terminar la frase por la bulla que llegaba desde todas partes. Calle 13, «bien contento», se propuso «tumbar las nubes». La gente, además de música, vio llover cerveza y hasta zapatos. Casi oscureciendo, antes de hacerse servir de la noche como sábana, los músicos invitaron otra vez a Kelvis para cantar, en «La Perla», a «lo bonito que se ve La Habana desde un avión» y sellar estas horas de un martes memorable con su «¡Viva Cuba Libre y Latinoamérica unida!».