Este film de Carmen Castillo es tan bello como sobrecogedor. El documental constituye un testimonio espléndido de las razones de la lucha revolucionaria que se desarrolló en Chile durante los tiempos de la Unidad Popular y bajo el impacto de la Revolución cubana y el movimiento guevarista. También es un documento demoledor de los sacrificios […]
Este film de Carmen Castillo es tan bello como sobrecogedor. El documental constituye un testimonio espléndido de las razones de la lucha revolucionaria que se desarrolló en Chile durante los tiempos de la Unidad Popular y bajo el impacto de la Revolución cubana y el movimiento guevarista. También es un documento demoledor de los sacrificios de la lucha clandestina contra el terror fascista de Pinochet.
Entre la historia y la autobiografía… entre el yo y el nosotros Uno de los aspectos más interesantes de la película es su vaivén permanente entre lo personal y lo político, entre el aspecto histórico y el autobiográfico de una época. Muestra que el compromiso con un proyecto político no inhibe, sino que alimenta y potencia el crecimiento de personalidades ricas y vitales. Los individuos crecen cuando luchan por algo que es mucho más importante que ellos mismos. La organización es lo contrario de la atomización. La disciplina es la base de la fuerza colectiva, pero a la vez un síntoma de madurez personal y de sentido de la responsabilidad. Solos no somos nada, juntos todo es posible. Es emocionante ver como muchos militantes del MIR admitían que su militancia política les aportó conciencia y autoestima, ilusión y esperanza, solidaridad y conocimientos. Una militante lo definía así: «para mí el partido era mi verdadera familia».
La historia del MIR, un partido revolucionario
La película rinde homenaje a los hombres y mujeres de carne y hueso que lo dieron todo por la revolución y la lucha clandestina en esos tiempos. Da cuenta de la plenitud de la vida cuando cada acto está repleto de sentido, cuando la vida y la política se funden. Como dice una militante torturada por la dictadura, «sin memoria los ojos no ven nada». Por esto es tan importante esta película. Los sacrificios de esa generación, tan brillantemente retratados por Carmen Castillo, nos interpelan, nos cargan de deberes, nos recuerdan que nunca se puede tirar la toalla… por ellos y ellas, sin duda, pero también por nosotros y nosotras… En fin, nos aporta dinamita contra el desaliento y voluntad de redimir a los nuestros. El combate heroico de Miguel Enríquez nos recuerda la gesta del Che y renueva nuestro odio al enemigo. Como dice una militante del MIR al final de la película: «mataron a los mejores»… por eso debemos superarnos cada día y crecer.
Un film que permite el debate estratégico
Las pinceladas que aparecen sobre el contexto de la Unidad Popular permiten abrir ricos debates políticos. La naturaleza del régimen de Allende y sus contradicciones, el problema de cómo enfrentarse a la reacción, la cuestión del armamento del proletariado, de la autoorganización, de la relación entre las vanguardias revolucionarias y las grandes organizaciones populares, de la lucha armada… permiten abrir riquísimos debates políticos… Quizás, junto con la Revolución portuguesa de 1974-75 y las luchas de los tiempos de la República de Weimar (1918-33) en Alemania, el ascenso de la actividad de las masas durante la Unidad Popular chilena sea la experiencia prerrevolucionaria que plantea más elementos pertinentes para los debates de estrategia revolucionaria que deben dar cuerpo al socialismo del siglo XXI.
Política y vida
Otro gran activo de la película es el hecho de que se piensa la política y el compromiso también desde el punto de vista de las mujeres. Las dificultades por encontrar un equilibrio entre las necesidades de la vida de pareja y familiar y las exigencias de la lucha revolucionaria son retratadas de un modo desgarrador. Es una reflexión sobre el dolor y el peaje emocional que supone ser aplastados por la historia. El exilio y la melancolía, los espectros de los ausentes, el dolor del retorno y el extrañamiento están siempre presentes.
Después de una generación… viene otra
En fin, el otro aspecto realmente interesante de la película es ver cómo, a través de sus retornos a Chile, Carmen Castillo va tomando consciencia de que se puede matar a los militantes pero no a sus ideas, de que aún hay una tradición de autoorganización popular que sobrevivió a la dictadura, que una nueva generación revolucionaria se reconoce en sus ancestros del MIR. Como dicen los raperos que aparecen al final de la película, «¡lucha, conciencia y organización!». En fin, ¡¡todos y todas al cine cagando leches!!… que durará cuatro días en la cartelera. Por desgracia, sólo ha llegado a un cine de Madrid y a otro de Barna.