Cuatro tribus guardan la Sierra Nevada de Santa Marta, al Norte de Colombia, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Son los pueblos Wiwa, Ika, Kogi y Kankuamo, descendientes de la civilización Tairona. Desde el comienzo de la colonización en el siglo XVI han sido despojados de sus bienes, desalojados de sus tierras, intimidados […]
Cuatro tribus guardan la Sierra Nevada de Santa Marta, al Norte de Colombia, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Son los pueblos Wiwa, Ika, Kogi y Kankuamo, descendientes de la civilización Tairona. Desde el comienzo de la colonización en el siglo XVI han sido despojados de sus bienes, desalojados de sus tierras, intimidados y asesinados. Colonos, misiones, guerrilla, ejército y paramilitares se han ido turnando en la tarea de eliminarlos.
A finales del siglo XIX, el Kankuamo era un pueblo extinguido. Hoy son 13.000 personas repartidas en doce asentamientos a las que el conflicto armado en Colombia ha dejado una herencia desde 1986, de 180 viudas, 700 huérfanos, 400 familias desplazadas y 230 muertos (90 de ellos bajo el mandato del actual presidente Uribe Vélez y su política de «seguridad nacional»). En más de la mitad de los casos los responsables de estas muertes son grupos paramilitares.
La memoria de un padre y un hermano muertos merece algo más que silencio en una guerra «irregular e ilógica» que para Jaime Enrique Arias «ha dejado de tener un motivo político». Los principios culturales de los Kankuamo les impiden participar en un conflicto que les ha convertido en víctimas porque son un «obstáculo para la implantación de un modelo de desarrollo que no tiene en cuenta a las personas», sino «el control de intereses económicos». Se les intimida para hacerse con sus tierras y cuando la intimidación no es efectiva se les elimina físicamente. «Nadie quiere morirse, pero uno es consciente de que no puede seguir callando», dice Jaime, «callemos o no callemos nos van a seguir matando, porque los intereses que hay detrás son mucho más grandes».
En el año 1993 se organiza el primer congreso de indígenas Kankuamo para reanimar su cultura. Sin embargo esa fue una de las épocas más sangrientas. ¿Qué avances supuso el congreso para la comunidad?
Adriana Pumarejo: El proceso de recuperación empezó a mediados de los ochenta pero la organización indígena Kankuama como autoridad representativa ante el gobierno colombiano se creó en 1993. En este momento no había presencia de paramilitares en la zona, sólo había una presencia esporádica de la guerrilla. Durante esos años pudimos trabajar, desde el 93 hasta el 97. Había movilidad, se podían organizar talleres, fue una época muy productiva para la Organización Indígena Kankuama (OIK), porque se establecieron las autoridades locales en cada pueblo, las organizaciones de mujeres, de ancianos, de jóvenes…
En el 97 se dio la primera incursión paramilitar en la región de Atanque. En ese momento asesinaron a tres personas. A partir de aquí ellos se establecieron en Valledupar, la ciudad más próxima al territorio Kankuamo y empezaron a intimidar a la gente que venía a Valledupar y que subía a la sierra. Tenían una lista de personas a quienes acusaban de ser colaboradores de la guerrilla. Entonces aprovechaban que la gente venía a Valledupar para detenerlos en la carretera, bajar a la gente y si encontraban a la persona que buscaban, asesinarle delante de todo el mundo, incluidos niños… y eventualmente hacer incursiones en los pueblos. Llegaban a los pueblos y sacaban a la gente de la casa a las tres de la mañana. Se la llevaban y la asesinaban después de torturarla.
Esta es la estrategia de los paramilitares, la de la guerrilla era detener a la gente cuando salía del pueblo para sus fincas. Ahí detenían a la gente y la asesinaban acusándola de colaborar con los paramilitares. Este periodo debilitó a la organización de alguna manera porque ha habido muchos líderes asesinados, autoridades locales… creo que hay cinco cabildos locales de pueblos que han sido asesinados.
Jaime Enrique Arias: … y tres sacerdotes.
Adriana: Pero al mismo tiempo fortaleció la pertenencia de la gente a la región. La gente en el desplazamiento, en la huida del territorio, se cohesionó culturalmente. Muchas personas que no pertenecían a la organización entraron a participar, porque la organización Kankuama, a pesar de que había otras organizaciones sociales en la zona, es la única que ha denunciado lo que pasa en la región. Lleva la vocería de la violencia que se vive en la zona. Si la ha debilitado porque han matado a algunos de sus miembros, la ha fortalecido porque es la única a la que la gente puede recurrir para hacer las denuncias.
La OIK atribuye a los paramilitares el 60 por ciento de las muertes, el 30 por ciento a la guerrilla y un 5 por ciento al ejército. ¿Hay algún tipo de relación entre los diferentes grupos?
Adriana:En muchos casos se ha comprobado que hay una relación entre los grupos paramilitares y las fuerzas armadas del Estado. En muchas regiones la gente los reconoce como los mismos. Hay muchas denuncias a nivel internacional sobre esto. Además, el sistema paramilitar no es únicamente la gente armada, es una estructura que funciona no sólo a nivel de Estado en Colombia. En Bogotá, en todas las ciudades, los paramilitares se adueñan de la región. Hay muchos casos en la costa en los que se denuncia a autoridades por estar mezcladas con paramilitares. No es que la gente los acuse, ellos mismos dicen que tienen el 30 por ciento del Parlamento colombiano. Son sus candidatos, que controlan el país.
La guerrilla estuvo en la zona desde los años ochenta, entonces era imposible no verlos. A una persona armada nadie le puede prohibir que pase frente a su casa. Los paramilitares lo llaman colaboración pero tiene sus matices, puede ser una extorsión. No hay ningún tipo de relación entre la guerrilla y la organización Kankuama.
Si se estableciese una comisión de observación permanente de la ONU en la zona, ¿cómo cambiaría la situación de los Kankuamo?
Adriana: Creo que eso sería en alguna medida un acompañamiento importante porque realmente lo que nosotros vemos -y la experiencia que hay en Colombia- es que a lo único que respetan los grupos al margen de la ley y del Estado mismo es a las organizaciones internacionales. Yo creo que una presencia de las Brigadas de Paz en el territorio sería importante para la seguridad de la gente.
Si los países ricos cancelasen la deuda externa de Colombia, 1,93 billones de dólares, consideran que ayudaría a mejorar vuestras condiciones?
Jaime: Pero que no haya corrupción. Creo que eso tendría que ir acompañado de que haya más democracia en el país, que sea más representativa.
¿Es el cambio político la clave?
Jaime: Claro, para reducir sobre todo la desigualdad. En Colombia hay una alta concentración de tierra y de riqueza en pocas manos. Hay mucha gente excluida y eso es lo que origina el desempleo. Y estos grupos armados, al no haber trabajo, consiguen muchachos y los entrenan. Matan y no saben ni por qué. Matar por matar.
Adriana: Los límites ideológicos ya no tienen mucho sentido en relación con los combatientes que están en los grupos armados. En todas las regiones donde hay desempleo ellos aprovechan, porque es una fuente de empleo en Colombia. Es grave decir que matar sea un empleo pero así es.
Creéis que la causa de lo que la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) considera el etnocidio del pueblo Kankuamo es de origen económico?
Adriana: Yo creo que hay motivos económicos que prevalecen sobre el conflicto armado. De todas las regiones, la Sierra Nevada es una región que ha sido estratégica para el traslado de armas para los grupos en conflicto. Hay una región, sobre todo en la parte Norte, donde hay grandes extensiones de cultivos ilícitos. Es una fábrica de agua y en las partes bajas de la Sierra hay grandes cultivos de banano y de palma, y esta gente necesita agua y quieren represar muchos de los ríos. Yo sí creo que los grupos armados -sobre todo ahora los grupos paramilitares porque son los que tienen el poder en la zona, no la guerrilla- tienen intereses económicos, de controlar el territorio para controlar los recursos que necesitan para el desarrollo de proyectos en las zonas bajas.
Si pudieseis resumir lo que los Kankuamo quieren en un propósito, una demanda, un fin… ¿como lo condensaríais?
Adriana: Lo que pedimos es respeto a la autonomía en el territorio Kankuamo. Respeto a las autoridades, respeto a las tradiciones y que dejen que la gente se desplace libremente en su territorio. Que se desmonte el control que los grupos armados tienen en el territorio Kankuamo y en el territorio indígena de la Sierra.
¿De qué manera podrían ayudar las personas a las que llegue vuestro mensaje?
Adriana: Haciendo una presión al gobierno colombiano para que cumpla con las medidas que han sido dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Creo que contempla recomendaciones importantes para proteger la vida de la gente y también la recomendación del Alto Comisionado de Naciones Unidas para pueblos indígenas. Hay que hacer una presión efectiva al Gobierno, pedirle resultados sobre la protección que brinda al pueblo Kankuamo porque es lo único que les importa, la presión internacional.
Jaime: Presión real de la comunidad internacional que ofrezca un poco de seguridad, no mera diplomacia. El Gobierno le teme a la comunidad internacional, se podrían tomar medidas como enviar Brigadas Internacionales de Paz, que Amnistía Internacional le diese una llamada de atención, o que la UNESCO preguntase en serio sobre la situación de los derechos humanos en la zona.
Jaime cambiaría sus dos escoltas por una Brigada Internacional de Paz que garantice la vida de toda su comunidad. En riesgo de extinción «física y cultural» y «aferrados a la esperanza de crear un nuevo modelo de sociedad», en paz, los kankuamo se resisten a desaparecer callando.
Adriana Pumarejo Hinojosa es doctoranda sobre identidad indígena y construcción nacional en Colombia en la Universidad de L’Ecole de Paris. Jaime Enrique Arias Arias es cabildo gobernador del pueblo indígena Kankuamo. Adriana y Jaime han sido los principales participantes en la Latin America Week de Irlanda, organizada anualmente por el Latin America Solidarity Centre (LASC), Dublín. Si estás interesado en la problemática de los kankuamo puedes encontrar información en www.onic.org.co o puedes escribir a la Organización Indígena Kankuama: [email protected].
María Varela es periodista y miembro del Latin America Solidarity Centre.