La polémica desatada entre el periodista Daniel Samper Ospina y el senador Álvaro Uribe Vélez reafirma la actualidad del debate sobre el uso de las redes sociales, el papel de los creadores de opinión y el contenido de la información pública en los medios privados. El uso ególatra de las redes sociales Las redes sociales […]
La polémica desatada entre el periodista Daniel Samper Ospina y el senador Álvaro Uribe Vélez reafirma la actualidad del debate sobre el uso de las redes sociales, el papel de los creadores de opinión y el contenido de la información pública en los medios privados.
El uso ególatra de las redes sociales
Las redes sociales han generado, en definitiva, una nueva forma de comunicación alrededor del mundo. Pero lo que sería un mundo mayormente interconectado se ha convertido hoy en referente de reafirmación individualista donde, a través de los trinos, la anexión a grupos y los seguidores, se mantienen identidades vacías que nunca se confrontan con el otro generando un debate de sordos.
Las relaciones sociales del cara a cara se ven reemplazadas por las relaciones en la red, porque éstas nunca interpelan al sujeto que las crea, no les genera ningún tipo de reto o compromiso con lo que se dice o se hace. Es por eso que la polémica actual es solo una demostración del uso ególatra de las redes sociales donde, sin ningún tipo de responsabilidad pública, un personaje como Álvaro Uribe Vélez es capaz de injuriar e incluso calumniar, siendo reafirmado por quienes consideran su pensamiento válido aunque carezca de cualquier sustento en la realidad.
El debate se convierte en una pelea intestina de insultos entre bandos, donde gana quien tiene la capacidad de reproducir un mensaje a mayor número de personas, así sea un mensaje vacío. Lejos se encuentran las redes sociales hoy (en su conjunto) de ser una vitrina de la confrontación de ideas que permita generar acuerdos colectivos sobre la realidad del país, aunque ésta sea la intención de un gran número de colombianos.
La caída del debate público
Si las redes sociales son foco de interconexión, los planteamientos de quienes las usan se convierten en temas de interés público, incluso de carácter nacional, y las posiciones de cada actor se vuelven determinantes para el país. Por eso se debe hablar de la responsabilidad de los personajes públicos con sus mensajes y acciones, valor que en una sociedad competitiva, egoísta y aislacionista se ha perdido de manera definitiva.
No es de extrañar la reacción de Daniel Samper frente a la calumnia generada por Uribe Vélez, al decir que sus afirmaciones lo llevan al exterminio político. La élite colombiana se ha caracterizado por usar la injuria y la calumnia contra quienes tienen un pensamiento crítico, incluso contra aquellos que, siendo de la misma élite, tienen planteamientos progresistas.
De peor manera hemos sido silenciados quienes nos encontramos en la orilla revolucionaria, quienes hemos sufrido un verdadero genocidio, un exterminio político con base en calumnias mucho más fuertes y extendidas en la historia que las del debate actual. Los motes de terroristas, asesinos y secuestradores, como nos ha tratado la élite a los revolucionarios, han llevado al riesgo de exterminio político, del que las redes sociales son solo una herramienta más en el proceso de exclusión.
En la actualidad, la ausencia del debate público reafirma el interés en despolitizar a la sociedad que tiene la élite dominante. Los personajes carecen de todo tipo de ética y, por lo tanto, niegan la creación de criterios colectivos haciendo que la mayoría de los colombianos sean meros espectadores de historias ficticias.
Datos sin contenido
Bajo la ausencia de argumentos se esconde una intención clara de desviar el debate público de los temas de real interés nacional, aquellos que afectan a la sociedad colombiana.
Las redes sociales son el reflejo de una opinión pública llena de datos sin contenido, es decir, de ausencia de información pública, lo que imposibilita la creación de pensamiento crítico. No es de extrañar que las redes sociales, junto al conjunto de medios masivos, sean objeto del lucro de las grandes corporaciones de la información, quienes crean temas de interés lejanos a los reales problemas de la sociedad.
Es por eso que la disputa ideológica por lo que es y no es propio del debate público continúa vigente. Se debe exigir responsabilidad con el uso de las redes sociales, ampliar su utilización con fines de crear verdadera información diversa que atienda las necesidades del pueblo colombiano, para avanzar en la consolidación de una conciencia crítica de la sociedad.
Esta batalla es posible si se genera una regulación de los medios masivos de comunicación: el interés público debe prevalecer sobre el interés lucrativo de los privados, así como el debate de ideas debe prevalecer sobre la calumnia. Son exigencias que solo el pueblo colombiano puede conquistar a través de la movilización real, en las calles y carreteras del país.