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Cambio al sistema binominal: un paso adelante

Fuentes: Crónica Digital

En política, los cambios hay que evaluarlos y dimensionarlos históricamente. Es una forma de comprender mejor el presente, y también el futuro. El desplazamiento de Pinochet y su dictadura del poder total, fue un pacto de consenso sobre bases estratégicas entre fuerzas que se opusieron y resistieron a esa dictadura, y fuerzas que respaldaron plenamente […]

En política, los cambios hay que evaluarlos y dimensionarlos históricamente. Es una forma de comprender mejor el presente, y también el futuro.

El desplazamiento de Pinochet y su dictadura del poder total, fue un pacto de consenso sobre bases estratégicas entre fuerzas que se opusieron y resistieron a esa dictadura, y fuerzas que respaldaron plenamente a ese régimen de facto.

Esa «salida» implicó una condición por parte de los poderes imperiales y por parte de otras fuerzas internacionales que marcaron el carácter de la llamada «transición»: La exclusión y la marginación política, institucional y de hecho del Partido Comunista y de las fuerzas revolucionarias y emancipadoras.

Pero hay que agregar otro hecho no menor: Y es que cuando se inicia ese proceso en Chile, «hacia la Democracia Plena», con un primer programa de gobierno que contenía efectivamente contenidos democratizadores, se produce la caída de los socialismos reales.

Entonces, en una reacción casi fóbica, muchos piden y otros demandan al PC que se disuelva, que desaparezca, que ponga término a la «ilusión comunista».

En ese contexto, muy pocos, casi contados con los dedos de la mano, llamaron la atención del significado político del sistema binominal y sus consecuencias. Era un tiempo de cierta embriaguez pos moderna en la política; era el comienzo de la década de los noventa.

Entonces, tal vez el principal candado diseñado por la dictadura de Pinochet comenzó a jugar su papel en la concreción, ahora «en democracia», de la exclusión de la izquierda.

Ha pasado más de una década. El mundo ha cambiado notablemente. En nuestro continente arrecian aires de libertad y transformaciones profundas. En Chile, El Partido Comunista y otras fuerzas de izquierda no han dejado de bregar por cambios de fondo; no han dejado de luchar; no han dejado de buscar pasos y acciones tácticas que impliquen reformas o cambios parciales, en una dirección democratizadora.

Más de una vez se propuso a la Concertación un Acuerdo Nacional por Cambios Democráticos, que tuviera expresión en un pacto electoral, con el objetivo de a lo menos debilitar la falsa representación parlamentaria de las fuerzas que se benefician con el sistema binominal.

Siempre se mantuvo en alto la bandera de la lucha contra la exclusión.

Desde mediados de los noventa, el PC viene planteando contenidos básicos en varios aspectos: Anulación de la ley de amnistía; cambio del Código del Trabajo; nuevo sistema previsional; nuevo sistema educacional; nuevo sistema electoral. Esos han sido los contenidos básicos, la plataforma para concordar cambios democratizadores.

Hay que recordar que, cuando Gladys Marín fue candidata presidencial, tras la primera vuelta, el comando de campaña de Gladys, encabezado por Tomás Moulián, propuso públicamente a la candidatura de Ricardo Lagos un entendimiento en esta línea. No hubo siquiera un intento de acercamiento, para conversar, por parte de quien, después, sería el Presidente de Chile.

En esas condiciones, y ante el cuadro político nacional, se decidió llamar a anular.

La batalla contra la exclusión social y política continuó. Hitos relevantes que muestran eso: La gran y multitudinaria marcha para protestar por la presencia de Bush en Chile; el Paro Nacional que durante el gobierno de Lagos realizó la CUT, fuertemente respaldado por el PC; luchas sectoriales y locales; las batallas por verdad y justicia y contra el pinochetismo; el avance electoral en las elecciones municipales; el resultado electoral en las parlamentarias y presidenciales últimas. En fin, la lista es muy larga.

Cuando se produjo la segunda vuelta, el PC y otras fuerzas de izquierda plantearon a la entonces candidata, Michelle Bachelet, una propuesta de contenidos democratizadores, entre los cuales el cambio al sistema binominal. La respuesta fue positiva.

Uno de los argumentos básicos y esenciales para adoptar tal determinación, por parte de la izquierda y el PC, fue que ello ayudaba a crear un nuevo momento político y social; ayudaba a las luchas populares y ayudaba a seguir construyendo la alternativa al neoliberalismo en Chile. Los hechos tienden a demostrar que se estaba en lo correcto.

Ahora, en el presente, es posible que se produzca un cambio parcial al sistema binominal. Si los actores involucrados miran más ese cambio como un paso democratizador, el hecho será políticamente positivo para el país. Eso, todavía, está por verse. Por ahora, el PC ha expuesto una serie de contenidos muy básicos para darle sentido realmente democrático al cambio que se propone.

Varios de esos contenidos están ya acordados entre algunas de las fuerzas políticas que intervienen en este proceso.

Si se produce el cambio, en tal dirección, será un paso adelante, un avance. Permitirá seguir luchando con más fuerza y convicción. Permitirá seguir bregando por cambios profundos que terminen con la exclusión en todos sus aspectos. Estas, son horas bastante determinantes. La batalla por echar abajo todo el andamiaje constitucional y político neoliberal, continuará, seguramente, de mejor manera. Habrá más fuerzas y espacios para demandar una nueva Constitución Política y una Asamblea Constituyente. Habrá más dinamismo que respalde y genere movimientos y propuestas sociales.

Casi está demás decir, en este sentido, que se trata de un cambio absolutamente parcial. Pero ello no resta su importancia política. Casi está demás decir que, en este accionar, nadie pretende quedarse pegado con lo que se alcance. Pero si es necesario señalarlo, es bueno entonces explicitarlo así.

Lo que resulta muy injusto, especialmente cuando se dice en tono acusatorio, violento y con una fuerte descalificación incluso personal, es atribuir a quienes hemos impulsado este proceso, desde la izquierda, intenciones que nunca han estado en los propósitos de esta batalla.

Es bueno recordar, en estas horas, que un hito en la batalla contra la exclusión fue la muerte de Gladys. Fue como si el país entero asumiera que esa mujer y su historia, habían quedado excluidas.

Gladys fue candidata a Diputada y candidata al Senado. En esta última condición, logró más de 170 mil votos en la Región Metropolitana, la octava mayoría nacional, y no fue elegida.

Pero su muerte marcó la conciencia nacional, y a partir de esos momentos la batalla contra la exclusión y el sistema binominal tomó más fuerza y legitimidad.

En estas horas, es bueno recordar su ejemplo, porque eso ayuda a seguir adelante y a seguir construyendo futuro.

Juan Andrés Lagos: Subdirector de Crónica Digital; Académico de las universidades de Santiago y ARCIS; miembro de la Comisión Política del Partido Comunista de Chile.