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Cambio de calendario

Fuentes: El Siglo

No se necesita ser un sabio para concluir que lo más importante de lo sucedido durante el año que se nos escapa ha sido la movilización social que, encabezada por los estudiantes en torno a la urgente necesidad de cambios de fondo en la Educación, se transformó en la protesta de muchos cientos de miles […]

No se necesita ser un sabio para concluir que lo más importante de lo sucedido durante el año que se nos escapa ha sido la movilización social que, encabezada por los estudiantes en torno a la urgente necesidad de cambios de fondo en la Educación, se transformó en la protesta de muchos cientos de miles que reclaman y seguirán reclamando por cambiar de raíz la estructura económica política y social con la que mal vive la sociedad chilena desde la dictadura militar. Y desde que en los 20 años siguientes de gobiernos dizque democráticos no se tocó el modelo ni con el pétalo de una rosa, no fuera a ser que se entrabaran los consensos con el enemigo.

Lo que ha quedado en claro este año es que las chilenas y chilenos no queremos más de lo mismo. Ni alianzas ni concertaciones. Lo que queremos es retomar el camino interrumpido, claro está en las condiciones de una nueva época, de un país y un mundo diferentes. Pero con igual derrotero y la misma meta. Terminar con todo tipo de injusticias, garantizar a cada uno y cada una trabajo, salud, educación, vivienda, descanso, belleza, cultura, aire limpio, en fin la vida a la que todos tenemos derecho. Que al fin de cuentas para eso es que las sociedades humanas se dan esa organización política que llamamos Estado. Para avanzar se requiere una coalición y un gobierno distintos de los de los últimos 38 años, un pacto y un gobierno de nuevo tipo.

Así lo hicieron sentir los jóvenes durante 7 meses en las calles. Es lo esencial del 2011. Ha sido la masividad y creatividad de la movilización encabezada por una generación que a las claras reconoce el carácter de la contradicción de clases antagónicas en las condiciones de este país, lo que anticipó este despertar colectivo. Por eso es que cambiaremos calendario con la alegría de saber que lo que viene será mejor, que otros sectores se incorporarán a las movilizaciones y que la izquierda sabrá rencontrar caminos de victoria.

Lejos, muy lejos, cada vez más lejos, irá quedando la pequeñez de la derecha. Su incapacidad para gobernar y sus insultos al Partido Comunista y a sus figuras públicas más destacadas, en especial a la dirigente de la FECH, compañera Camila Vallejos.

Digamos que en esta materia, el ministro del Interior suele pasarse de la raya. Se pelea con jueces y fiscales a los que más tarde dedica temas de Juan Gabriel, pero su obsesión real son los comunistas a los que en los últimos días pretendió agredir a propósito del tema de los derechos humanos. El mundo al revés. El número 2 del gobierno del pinochetismo hablando de derechos humanos. Y lo hace mientras en tribunales siguen las causas por centenares de crímenes de la dictadura de la que fue partidario y mientras sus correligionarios rinden homenaje a Krasnoff Marchenko y a Jaime Guzmán.

Son en todo caso personajes menores en un escenario en que los protagonistas están en las calles. Movilizaciones de las que surgen nuevos líderes, nuevos hombres y mujeres que toman en sus manos la tarea histórica de abrir la anchas alamedas. En que todas son camilas y todos son camilos y giorgios. Es lo que nos deja el 2011 y es lo que nos permite brindar por la alegre certeza de un 2012 de más y mejores combates por la democracia y la justicia.