En estos días leí el discurso de asunción a la presidencia de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), de Camila Vallejos Dowling, joven de 21 años de edad, actualmente amenazada a muerte por la derecha chilena en el poder. Camila ha estado en las primeras filas de la indignación de la juventud y del […]
En estos días leí el discurso de asunción a la presidencia de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), de Camila Vallejos Dowling, joven de 21 años de edad, actualmente amenazada a muerte por la derecha chilena en el poder.
Camila ha estado en las primeras filas de la indignación de la juventud y del pueblo chileno frente a los resultados de casi cuatro décadas de modelo neoliberal. Al frente de sus expresiones de rebeldía cada vez más concientes y cada vez más organizadas
El llamado «Jaguar de América» está mostrando sus podridas entrañas, después que el bisturí del descontento acumulado desgarrara su recia y encallecida piel.
Me impactó sobremanera la sencilla profundidad de su pensamiento y he querido incluir en esta entrega una parte de sus expresiones; a plena conciencia de que lo que en Chile -después de largos años de oscuridad- se está tornando multitudinario, bien podría estarse gestando poco a poco en nuestra sociedad y en otras parecidas (ya comienzan a aparecer brotes juveniles con esa tónica antisistémica), lo que estamos en el deber de estimular y potenciar.
Palabras impactantes de Camila
Aquí las palabras impactantes y alentadoras de Camila, con su agudo cierre feminista:
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«Creemos que la clave del éxito para el movimiento estudiantil esta en volver a situar a la federación en una posición de vanguardia a nivel nacional, en volver a entretejer redes sociales con los pobladores, los trabajadores, las organizaciones sociales, y gremiales, los jóvenes que se quedaron fuera de la universidad patiando piedras, en otra palabras hablamos de volver nuestra mirada al conjunto de los problemas sociales que hoy rodean las universidad y con los cuales estamos íntimamente vinculados y comprometidos».
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«Debemos romper con aquella burbuja universitaria que instala el individualismo, la competencia y el exitismo personal como patrón de conducta para los estudiantes por sobre ideas y conceptos fundamentales como lo son la solidaridad la comunidad y la colaboración entre nosotros. «Somos contrarios a la visión de que la Universidad es solo venir, sacarse buenas notas, y abandonar cuanto antes sus aulas para salir pronto a ganar dinero en el mercado laboral, tenemos los ojos lo suficientemente abiertos como para darnos cuenta que afuera hay un mundo entero por conquistar, que este mundo requiere de nuestra entrega, de nuestro esfuerzo y de nuestro sacrificio y que para quienes ya hemos abierto los ojos a las inequidades sociales que asoman por todos los rincones de nuestra ciudad, se nos vuelve imposible volver a cerrar la puerta y hacer como que nada hemos visto o como que nada ha pasado. Nuestro compromiso por la transformación social es irrenunciable. Porque necesitamos hoy, más que nunca, una profunda discusión respecto del país que queremos construir y a partir de aquello cuál es el tipo de Universidad que se pondrá al centro de dicha construcción. Porque no creemos en la Universidad como un espacio neutro dentro de la sociedad, la universidad es un agente vivo en su construcción y en el desarrollo del proyecto país que como ciudadanos levantamos día a día. Nuestra responsabilidad está en generar organización al interior de aquella, lo cual nos permita transformar la universidad, para así poder transformar la sociedad.»
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«Nuestro concepto de Universidad nos habla de un espacio abierto, participativo y democrático, con una comunidad universitaria activa, dialogante, una comunidad que se involucra en el diseño y conducción de su casa de estudios. Nuestra visión es la de una Universidad que se ubique ya no en los primeros rankings de la competencia o el marketing universitario, de los cuales hoy en día mucho se habla, sino que se ubique en el primer lugar de aporte al desarrollo social del país, el primer lugar en el fomento de la equidad en cuanto a la composición social de sus estudiantes, que ocupe el primer lugar en el desarrollo de la ciencia y tecnología al servicio de los intereses de Chile y su pueblo. Creemos en una Universidad permanentemente vinculada con los problemas que nuestro pueblo le presenta, activa en la búsqueda de soluciones y en la entrega de aportes por medio del conocimiento».
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«Sin embargo, nuestra realidad actual dista mucho de estos conceptos brevemente aquí esbozados, hoy la Universidad es cada vez más un proyecto sin otro norte que no sea el que le señala el mercado, a la educación superior se le ha puesto precio y nuestras Universidades son medidas por criterios industriales de producción como si fueran una empresa más dentro del esquema productivo de la nación, una empresa especial con muchas comodidades en su proceso productivo, pero empresa al fin y al cabo. En este esquema, un rol fundamental lo jugó el desfinanciamiento sistemático que vivió la Universidad Pública al momento de implementarse las políticas neoliberales. El autofinanciamiento, establecido como doctrina, fue un golpe seco que dio en la esencia misma de lo que constituía el quehacer universitario hasta ese momento, condicionando y sometiendo a la Universidad a lógicas y esquemas mercantiles que le eran desconocidos. La Universidad Pública tuvo que verse obligada a competir en situaciones desfavorables en lo que se llamó «el nuevo mercado de la educación superior»…
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«Esta será una batalla importante que enfrentará nuestro sector el próximo año, para dar respuesta a este desafío debemos desplegar un movimiento que escape a tan solo los estudiantes, necesitaremos de los académicos, los trabajadores, las autoridades universitarias, todos juntos en las calles exigiendo que el Estado cumpla con sus Universidades, que el Estado cumpla con la educación superior pública de nuestro país. Pero el problema no pasa tan solo por exigirle al Estado lo que a nuestras Universidades le debe, sino que también debemos mirarnos con visión autocrítica y preguntarnos qué es lo que como Universidad le estamos entregando a nuestro pueblo. Necesitamos un nuevo trato del Estado para con la educación superior pública de nuestro país y, a la vez, necesitamos un nuevo compromiso de las Universidades Públicas para con el pueblo de Chile y sus intereses, esta Universidad tiene que ser la Universidad de todos los chilenos y no solo la de unos pocos.
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Por más que quieran hacernos creer lo contrario, para nosotros la Universidad no puede ser un negocio ni mucho menos la educación puede ser una mercancía. La pelea será dura, pero está el futuro de la Universidad en juego y en esta batalla nosotros no bajaremos los brazos.»
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«No quiero terminar mis palabras sin antes aludir a un hecho que para mí reviste gran notoriedad, algo señalaba más arriba pero quisiera ahora poder extenderme un poco más en aquello, me refiero a mi condición de mujer. Como mujer puedo ver y vivenciar en carne propia las actuales formas de opresión de la que somos víctimas en la actual configuración machista de la sociedad. En Chile nos decimos un país desarrollado y nos llenamos de orgullo por nuestro reciente ingreso a la OCDE, no obstante, detrás de la cortina del progreso económico y del optimismo del jaguar latinoamericano se esconde una historia de opresión y sexismo que aún perdura hasta nuestros días. Las mujeres seguimos sufriendo hoy día todo tipo de discriminaciones, a la hora de buscar trabajo, en los planes de cobertura para nuestra salud, en la escala de sueldos, incluso a la hora de participar en política. Tan solo ayer leía unas ideas que quisiera poder trasladarles en este momento ya que me parecen esclarecedoras respecto de lo que les quiero decir, abro comillas «respecto de las mujeres, cuando buscan trabajo, además de calificación se le pide presencia y no basta con que sean amables y generosas, sino que deben además ser graciosas, simpáticas y coquetas, pero no mucho. Se les exige estar presentables y cuando juzgan que se ha pasado un milímetro, se les critica por presuntuosas. Se les elogia por ser madres y se les excluye por tener hijos. De la mujer se sospecha cuando es joven porque desestabiliza a la manada y se le rechaza cuando los años pasan porque ha perdido competitividad. Es excomulgada por fea y también cuando es bella. En el primer caso se dice que es repulsiva, en el segundo provocadora. Cuando no es lo uno ni lo otro la tildan de mediocre«, cierre de comillas.» «Estas son las condiciones en las cuales las mujeres nos desarrollamos actualmente, estas son las condiciones que desde mi Presidencia también buscaré transformar.»
Una «siembra» que rebrota enriquecida
Estas palabras y el «colectivo político» que las inspiran (construido en Chile bajo la denominación «ESTUDIANTES DE IZQUIERDA» desde una «diversidad revolucionaria» con «participación y democracia») deben escribirse en el espejo dominicano para valorar su contenido ejemplar y ponderar sus lecciones.
Estas son las cosas que indican que la «siembra» no ha podido ser aplastada y que, por el contrario, ha tenido capacidad de «germinar» en grande.
A mi memoria llega el entonces innovador pensamiento sobre universidad, educación, revolución y sociedad del joven Julio Antonio Mella (nieto de nuestro patricio) desplegado en el marco de la Cuba pre-revolucionaria y de la fundación de su primer partido comunista con fuerte impronta juvenil, cuyas ideas centrales sobre el tema preceden y nutren cuasi telepáticamente las de la Camila, sin reducirse al calco.
Llega igual el grito del Manifiesto de Córdoba: ¡reforma universitaria y revolución nacional! Y el recuerdo de Asdrúbal Domínguez haciendo constantes referencias a esa manera de pensar el movimiento estudiantil en el contexto de la naciente autonomía universitaria y de su inserción en la sociedad dominicana de entonces.
Recuerdo a Amín Abel abrazado a ese doble compromiso.
Recuerdo el movimiento renovador universitario de la post-guerra de abril y las ideas que lo inspiraron.
Pienso con dolor en el desvío, la mediatización, la mediocrización, el retroceso…seguido del impacto degradante de la contrarreforma neoliberal en la sociedad dominicana y en su sistema educativo.
Fenómeno no solo dominicano, si no continental, mundial, producto de las reveses cualitativos y cuantitativos sufridos por las izquierdas y las fuerzas transformadoras, de los desvíos y contaminaciones, y de la funesta entronización sin contrapartida -aunque con heroicas resistencias- de la era neoliberal del capitalismo.
Pienso ahora, con especial alegría, en el rebrote -junto al auge de las rebeldías- de la semilla sembrada, espléndidamente actualizada y enriquecida…
Pienso que las Camila de esa estirpe y los Camilo parecidos habrán de reproducirse allá, aquí y acullá… si nos proponemos que así sea.
Porque es una necesidad imperiosa. Y la necesidad es madre y padre de la posibilidad… siempre que sea alimentada, estimulada, irrigada…. siempre que ideas así la abonen; siempre que pensamiento y acción se fundan contra las injusticias.
Lo de Camila y del movimiento que representa, indica que ya esa manera de ser y proceder debidamente renovada, no es solo referencia histórica y pasado heroico y esplendoroso. Es presente y -más aun – podría ser futuro promisorio.
Por eso hay que insistir en lo de estudiar mucho más para luchar más y mejor. Diagnosticar desde la ciencia el fenómeno perverso en sus nuevas modalidades y efectos, y disponerse a arrancar de raíz sus causas. Protestar, luchar, combatir.., proponiendo soluciones sesudas, audaces y armoniosas respecto a los intereses colectivos.
Esa voz juvenil esperanzadora debería multiplicarse en nuestra América y en el mundo, lo que también vale como desafío para la juventud dominicana con vocación revolucionaria; a la que la experiencia histórica inclaudicable está en el deber de acompañar hasta la victoria, fundiendo capacidades y energías diversas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.