«Ustedes saben que me crié en una población y escucho los partidos de fútbol con una cervecita», respondió Camilo Escalona a los periodistas, al intentar explicar la sarta de improperios que profirió contra el precandidato presidencial radical, José Antonio Gómez, en el preciso instante que Eduardo Frei Ruiz-Tagle era proclamado candidato de la Concertación. Escalona […]
«Ustedes saben que me crié en una población y escucho los partidos de fútbol con una cervecita», respondió Camilo Escalona a los periodistas, al intentar explicar la sarta de improperios que profirió contra el precandidato presidencial radical, José Antonio Gómez, en el preciso instante que Eduardo Frei Ruiz-Tagle era proclamado candidato de la Concertación.
Escalona – presidente del Partido Socialista y senador por la Décima Región – estuvo a punto de aguar el momento más esperado por el empresario demócratacristiano, que sueña con llegar a La Moneda por segunda vez y convertirse en el quinto presidente de la Concertación.
Mientras Frei hacía denodados esfuerzos para concentrarse en su proclamación oficial, en la trastienda, Escalona lanzaba un amplio repertorio de insultos contra Gómez. Los empujones y patadas iban y venían, entre los «capos» concertacionistas, que pusieron en serio peligro la solemnidad del momento, y por cierto, la imagen de gobernabilidad que el oficialismo busca proyectar.
Pero al timonel socialista poco le importan las apariencias, cuando vislumbra algún mínimo riesgo para los intereses de la Concertación, que a estas alturas son indivisibles de los propios. Como a Escalona le gusta apostar a caballo ganador y arrimarse al poder, su candidato es Frei, que cuenta con el no despreciable apoyo del empresariado nacional y transnacional, y por supuesto, del imperialismo norteamericano, que tiene en la familia Frei aliados de larga data.
Por ello, nunca le gustó la idea de primarias e hizo infructuosos esfuerzos para que Gómez bajara su candidatura. El día de la proclamación, lo tuvo a «tiro de escopeta» y no desaprovechó la oportunidad de dar rienda suelta a su infinita vulgaridad, que no duda en atribuir a su origen «poblacional». Para Escalona, tras 20 años de legitimar el legado neoliberal de Pinochet, junto a sus socios de la Concertación, ordinariez y pobreza son la misma cosa.
Nada extraño, para quien traicionó a la clase a la que dice pertenecer. Nada extraño para el impulsor de «La Oficina», aquel Nido de Ratas dirigido por sus correligionarios Marcelo Schilling, Antonio Ramos y Oscar Carpenter, soplones a sueldo, que hicieron el trabajo sucio de delatar a los internacionalistas chilenos que lucharon en Nicaragua, miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
Mientras el modelo neoliberal condena a más de 2 millones de chilenos a la pobreza (1), sin posibilidad alguna de acceder a educación y salud, el «socialista» Camilo Escalona saca cuentas alegres ante la posibilidad cierta de un nuevo gobierno del oficialismo.
Para él significará una posibilidad inmejorable de asegurar los intereses y privilegios miserables de su sector, en un contexto de consolidación del modelo de acumulación impulsado por la Concertación.
El «flaite»(2) neoliberal – al menos por ahora – continuará disfrutando el fútbol con una cervecita.
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(1) Encuesta Casen 2006.
(2) Denominación peyorativa para referirse a personas de sectores populares, de mal vocabulario, consumistas y arribistas.