La candidatura de la derecha, encabezada por el señor Sebastián Piñera, acusa a sus adversarios de llevar a cabo una suerte de «campaña de terror», por atreverse a recordar algunos escándalos financieros que ponen el nombre del candidato en más de un expediente judicial en trámite. Llama la atención de que sea este sector, precisamente, […]
La candidatura de la derecha, encabezada por el señor Sebastián Piñera, acusa a sus adversarios de llevar a cabo una suerte de «campaña de terror», por atreverse a recordar algunos escándalos financieros que ponen el nombre del candidato en más de un expediente judicial en trámite. Llama la atención de que sea este sector, precisamente, el que levanta tal reclamo, pocas semanas después de haber invitado al señor José María Aznar para enlodar la campaña electoral chilena con su rabioso anticomunismo.
En la historia reciente de Chile, los únicos que han practicado «campañas de terror», han sido, justamente, los sectores de derecha, los mismos que crearon las condiciones propicias para la asonada militar de Pinochet, cuyo modo de gobernar no fue otro que la represión, el terror y el miedo. Los mismos que amenazaban con un regreso al caos si triunfaba la opción No en el plebiscito de fines de los ochenta. Los mismos que hoy anuncian el Apocalipsis y la catástrofe económica para el país, cada vez que los trabajadores reclaman un sueldo ético.
Si bien los actores políticos ya no visten uniformes, lo cierto es que el imaginario autoritario se prolonga en la vida cotidiana de los ciudadanos a través de un complejo mediático empresarial cuya filiación política es más que evidente. La estricta administración de los medios, en especial los canales de televisión y la prensa, asegura la pervivencia de aquellos miedos que justificaron la violencia. Así, por ejemplo, cada vez que los medios hipertrofian la llamada crónica roja, refuerzan la Agenda Política de derechas en torno a la seguridad ciudadana.
Es de lamentar que en la actualidad, todavía se puede constatar en la sociedad chilena un cierto temor derivado del trauma autoritario. El ocaso de la dictadura puso fin a la represión, pero no al miedo, escribió Norbert Lechner. Como lo sabe muy bien la derecha, Chile ha sido domesticado en el miedo. Esto se traduce en una incapacidad de pensar un futuro distinto del que hoy vivimos. Para decirlo de manera suave, estamos sumidos en un clima de extrema prudencia.
La verdadera «campaña de terror» se fraguó durante el gobierno democrático de Salvador Allende, sirvió de coartada ideológica para la represión durante la dictadura y persiste hasta nuestros días como discurso mediático empresarial de la derecha. Chile ha estado sumido durante casi cuatro décadas en una sistemática «campaña de terror» en que se agitan añejos fantasmas cada vez que se levantan voces distintas del credo neoliberal que pretende imponerse como verdad suprema.
La única «campaña de terror» en el actual proceso electoral radica en numerosos rostros de siniestros personajes ligados a la dictadura militar, que hoy se presentan ante la ciudadanía como pulcros candidatos de la derecha. Sus rostros sonrientes en carteles testimonian la prolongación de un pasado atroz que persiste obstinado entre nosotros, como una herida, acaso como una burla a los vivos y a los muertos.
Fuente: http://www.argenpress.info:80/2009/10/chile-campana-de-terror.html