Las técnicas de ultrasecuenciación del genoma humano han permitido un avance fundamental para la investigación médica: secuenciar un genoma individual. Este proceso, que antes requería meses de trabajo y una inversión de cientos de miles de euros, hoy se puede llevar a cabo en tres días y cuesta unos cuatro mil. Plazo y cantidad que […]
Las técnicas de ultrasecuenciación del genoma humano han permitido un avance fundamental para la investigación médica: secuenciar un genoma individual. Este proceso, que antes requería meses de trabajo y una inversión de cientos de miles de euros, hoy se puede llevar a cabo en tres días y cuesta unos cuatro mil. Plazo y cantidad que seguirá reduciéndose en el futuro.
Una de sus aplicaciones la tiene en el campo de la oncología. Al constituir el cáncer múltiples enfermedades diferentes, será posible gracias a este método ponerle «nombre y apellidos» a un tumor, de tal modo que su diagnóstico, tratamiento y pronóstico serán mucho más eficaces. No es una garantía de curación por el momento, pero sí que aumentan notablemente las probabilidades de la misma al poder establecerse una terapia personalizada en función del análisis de las características genéticas de las células tumorales. Sin embargo, este descubrimiento no se está empleando en la red de sanidad pública debido a su «elevado» coste.
Por otra parte, en España y tomando como origen las diferentes administraciones, se destinan en concepto de subvenciones a la tauromaquia unos 560 millones de euros anuales, eso sin sumarle lo que reciben las escuelas taurinas concebidas para instruir a niños y jóvenes en la lidia.
Si dividimos la cifra que representa el dinero de los presupuestos utilizado para asegurar la continuidad de las corridas de toros – pues por si solas son inviables económicamente – entre el precio actual de la secuenciación del genoma, comprobamos que con esas partidas asignadas al sector taurino se podría aplicar cada año dicha técnica médica a 140.000 pacientes con cáncer, causante de la muerte de unas 100.000 personas en nuestro País durante ese mismo periodo.
No garantiza, repito, la curación, pero hay mayores posibilidades demostradas de alargar la esperanza de vida, y numerosos científicos tanto extranjeros como pertenecientes a centros de investigación españoles así lo han publicado, por lo que su uso aún sin certeza absoluta de éxito estaría tan justificado como cuando se le realiza un TAC a alguien en coma tras un accidente o se interviene quirúrgicamente a una víctima con gravísimas quemaduras. Nadie asegura su salvación, pero no por eso se escatiman esfuerzos y gastos en utilizar la ciencia conocida.
Ahora, vistos los números, que cada uno reflexione sobre lo que pasa en España y cuál debe ser nuestra reacción. Porque vivimos en un lugar en el que disponemos de dinero suficiente para gastarlo en matar públicamente a miles de toros, pero resulta que no lo tenemos para invertirlo en un avance científico extraordinario que podría salvar miles de vidas. ¿Es admisible?
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