A tres semanas de los comicios presidenciales, los candidatos chilenos salen a la calle a pelear voto a voto, en una puja donde el gobierno sacó la víspera «toda la carne a la parrilla». En medio del nerviosismo por los vaivenes de las encuestas, hasta Luisa Duran, esposa del presidente Ricardo Lagos, salió el jueves […]
A tres semanas de los comicios presidenciales, los candidatos chilenos salen a la calle a pelear voto a voto, en una puja donde el gobierno sacó la víspera «toda la carne a la parrilla». En medio del nerviosismo por los vaivenes de las encuestas, hasta Luisa Duran, esposa del presidente Ricardo Lagos, salió el jueves al terreno con varios ministros a tocar puerta a puerta en apoyo de la oficialista Michelle Bachelet, quien registra un caída en la recta final. Un día después del debate televisivo, un sondeo del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC) dio a la ex ministra de Defensa un 44 por ciento de respaldo, cinco más que otra del día anterior en la que había caído a 39. En la muestra Bachellet sigue al frente con 24 y 25 puntos de ventaja sobre sus más cercanos competidores, Joaquín Lavín y Sebatián Piñera, respectivamente, pero distante aún del 50 más uno que requiere para ganar en la primera vuelta electoral. Como un factor de complicación en este juego, la encuesta CERC mostró al aspirante del izquierdista Junto Podemos Más, Tomás Hirsch, con 7,0 por ciento, y con apetito para seguir «engordando» luego de sus buenas demostraciones en los dos debates televisivos.
Hirsch sacaría puntos a Bachellet de sectores progresistas que se sienten defraudados por la incapacidad del gobierno para reducir la desigualdad social, el desempleo, la delincuencia y el desamparo de los segmentos más humildes de la sociedad chilena. La ofensiva desplegada por La Moneda, que busca ganar el 11 de diciembre para evitar las complicaciones de una segunda vuelta, fue duramente criticada por los candidatos de la oposición, que lo ven como una intromisión del Ejecutivo en la campaña política. Piñera, abanderado de Renovación Nacional (RN), dijo que «los candidatos a Presidente tienen que basar su campaña en su propio liderazgo y no andar buscando madrinas, padrinos y bastones en los cuales apoyarse». Evitando confrontar directamente al gobierno, el empresario indicó que sus críticas no apuntan a la Primera Dama, que tiene derecho a participar, sino a Bachelet, quien no debiera apoyarse en su figura para conseguir mejores resultados electorales. «Como candidato y futuro Presidente no tengo padrinos ni madrinas, ni me apoyo en ningún bastón y eso es lo que se requiere de alguien que aspire a la primera magistratura de la República», dijo Piñera. En el mismo sentido se pronunció Lavín, aspirante por la ultraderechista Unión Demócrata Independiente (UDI), quien atribuyó el hecho al nerviosismo que impera en las filas del oficialismo por el derrumbe del denominado «fenómeno Bachelet». La ex ministra de Defensa, quien en un inicio buscó guardar distancia del presidente Lagos, descartó que la compañía de Luisa Durán sea intervencionismo electoral. «Ella es una ciudadana que está dispuesta a acompañarme, de lo que yo me siento honrada», apuntó. Durán también defendió su presencia en el puerta a puerta al afirmar que está en su derecho ciudadano: «Yo no soy funcionaria de gobierno, así que elijo yo lo que quiero hacer y por consiguiente, no me preocupa lo que diga la derecha», afirmó.
En el campo de la izquierda, Hirsch no se refirió al hecho, pero denunció la «campaña de terror» iniciada por los partidos de la coalición de gobierno que, en un esfuerzo por frenar el éxodo de sus filas, están apelando al denominado «voto útil». Al igual que lo hicieron en 1999 durante la campaña del entonces candidato Lagos, el oficialismo está llamando a la izquierda a votar por Bachelet en la primera vuelta para evitar que la extrema derecha opositora se haga de La Moneda, recalcó. «Lo hemos visto en el pasado y lo que busca es instalar que la ciudadanía vote por este para que no salga el otro y empiezan a manipular el cuento del voto útil, el voto ganado, el voto perdido, como si la elección fuera una carrera de caballos», aseveró.