Por más de tres horas he ido pasando pueblos pequeños y villorrios, muchos a la orilla del mar en una variedad de ensenadas y bahías, de esta pintoresca provincia que es Nova Scotia en el Atlántico de Canadá. En un día de otoño especialmente asoleado el escenario muestra matices y se torna muy atractivo con […]
Por más de tres horas he ido pasando pueblos pequeños y villorrios, muchos a la orilla del mar en una variedad de ensenadas y bahías, de esta pintoresca provincia que es Nova Scotia en el Atlántico de Canadá. En un día de otoño especialmente asoleado el escenario muestra matices y se torna muy atractivo con sus casas de madera coloridas y típicas, muchas de ellas centenarias, como adornando este confín de Norteamérica cerca del mar y sus árboles de hojas rojo intenso, de último color vestidas antes de morir. Detrás de este cuadro de comunidades y de geografía hay además una historia, como en cualquier otro lugar del mundo, una historia que nos cuenta sobre sus habitantes y las relaciones sociales y económicas entre ellos, pero más que eso la historia de Canso es una particular e interesante.
Al final de mi camino lleg o a Canso, hoy un pequeño pueblo de cerca de mil habitantes y uno de los más antiguos de esta provincia, fundado en 1605. Su mayor actividad económica por siglos fue la pesca, pero además tuvo una importancia que muchos en su provincia han olvidado o ignoran. A finales del siglo 19 y principios del 20 Canso fue uno de los centros de comunicaciones más importantes en el hemisferio occidental gracias a la importancia tecnológica de las comunicaciones por cables.
El primer cable transatlántico submarino entre América y Europa fue inaugurado en 1866 y fue tendido entre Irlanda y lo que hoy es la provincia de Newfoundland y Labrador en Canadá; los mensajes para New York City llegaba a Heart’s Content Newfoundland y de allí se iban por tierra a Cape Ray y cruzaban por mar al norte de Nova Scotia y continuaban por los cables del telégrafo. Por supuesto que este sistema tenía sus errores, los mensajes pasaban por diferentes estaciones. En 1869 Francia también trajo su primer cable submarino desde Petit Minou, Europa, a Saint-Pierre et Miquelon sus islas coloniales cercans a Newfounland, islas que incluso hoy pertenecen a Francia. Los cables franceses tenían una extensión que terminaba en Duxbury, Massachusetts, Estados Unidos. No pasó mucho tiempo sin que otras corporaciones, viendo la importancia de las comunicaciones por cable, comenzaran a competir en este negocio que ya prometía grandes dividendos, estas terminaron con el monopolio que hasta entonces había tenido la Anglo-American Telegraph Company, operando desde Newfoundland.
El cable mismo estaba estructurado por siete alambres de cobre como conductor, revestidos con tres capas de una resina del sureste asiático llamada gutta-percha y envuelto con hilados de jute. Fuera del mar pasaba por lagos o lagunas y en tierra se metía en zanjas construidas especialmente para protegerlo. Los principales fabricantes de cable fueron: Siemens Bros, empresa alemana con factorías en Inglaterra y la Telcon, inglesa. Para muchos el cable era más que un grupo de alambres revestido en gomas, era todo un evento, tenía un fuerte impacto social, era un sueño, una esperanza y cada vez que llegaban a los pueblos mensajes o noticias por primera vez las gentes celebraban en las calles, hacían una gran fiesta.
En Canso y sus alrededores, el condado de Guysborough, operaron tres compañías de cables. La primera compañía se estableció en 1874 y se llamaba Direct United Cable Company, tenía su estación la Faraday Station y operó hasta 1887. La Western Union Company, la misma que hoy hace giros de remesas de inmigrantes a todo el mundo desde Estados Unidos y Canadá, fue fundada en 1856 y estableció su estación en Canso a partir de 1881. La Western Union operó hasta 1955 empleando 40 operarios especializados a quienes les construyó vivienda en Canso, casas que incluso hoy son parte del paisaje. El edificio de la Western Union sigue en pie y sus oficinas, antes la administración de la compañía, las usa hoy el pueblo. La más importante compañía de todas ella fue la Commercial Cable
Company, fundada por J.W. MacKay quien hiciera su fortuna con las minas de plata, y por J. G. Bennett, propietario de un periódico en la ciudad de New York. La Commercial fue creada en 1884 y estableció su estación de operaciones en Hazel Hill, tres kilómetros antes de llegar a Canso. Empleó alrededor de 75 personas, todos ellos operarios ingleses calificados, una ocupación de suma importancia en aquellas años, y muchos llegaron con sus familias a estos lugares alejados de la metrópolis y de Inglaterra, tentados por los buenos salarios y las excelentes casas que la compañía construyó para ellos y que incluso hoy están habitadas y se ven muy bien rodeando al hoy deteriorado edificio de ladrillos de la estación. La estación de Canso fue, un lejano día, la más moderna de su época; hoy su edificio, venido a menos, está siendo restaurado aunque lentamente por una sociedad formada con este motivo.
Para 1923 la Commercial Cable Company tenía seis cables cruzando el fondo del Atlántico en las rutas que iban desde Dover Bay, cerca de Canso, a Waterville, Irlanda. Y desde allí a Weston super Mare, Inglaterra. Y otros cables que iban desde Waterville a Le Havre, en Francia. Y otros aún que desde Canso iban a Horta en las Islas Azores. Y en el continente americano las rutas por el mar iban desde Canso a New York City, a Dover Bay, a Duxbury en Massachussets y a Long Island. Todo además de las rutas que desde St John´s Newfoundland llegaban a New York.
Era aquello una gran complejidad de cables comunicadores cuyo poder era relevante no sólo por los mensajes y noticias que comunicaban sino para que quienes representaban los poderes políticos y militares de entonces pudieran tomar decisiones. Así sucede que durante la Primera Guerra Mundial llegan tropas a las estaciones de Canso y Hazel Hill porque eran estos los verdaderos puntos de contacto entre Gran Bretaña, Canadá y Estados Unidos. Y las tropas estacionadas vigilan todos los movimientos de personas cerca de las estaciones y también inspeccionan los textos de los mensajes que iban y venían desde y hacia Europa en busca de información. Para los militares cualquier información era subversiva. Una noticia destacada en aquellos tiempos, por ejemplo, fue la del hundimiento del Titanic que fue recibida primeramente en Hazel Hill.
Fueron ingleses quienes inventaron los instrumentos y como operarlo en las estaciones y eran ingleses también el personal que lo operaba. Las compañías dueñas eran sin embargo estadounidenses y la tecnología de los cables era alemana. Si bien existieron personas claves involucradas en la historia de los cables en Canso estos no fueron ni famosos ni reconocidos, los laureles y las ganancias eran de los dueños de las compañías. Entre las personas destacadas figuran por ejemplo William Walsh, nacido en Canso y empleado como piloto de una nave importante, Cable Ship Faraday. Otro importante es Frederick Creed, de Nova Scotia que llegara a Canso de niño con sus padres y trabajara por algunos años en la Western Union, y que luego inventara y patentara el Creed Automatic Printing System, conocido en el mundo como Teletipo.
La Commercial Cable fue comprada por la International Telegraph and Telephone (ITT) en 1927 y a su vez esta fue comprada en 1988 por la Western Union. Existió bajo diferentes dueños por 75 años,
desde 1884 hasta 1962, durante este período trajo y llevo mensajes veinticuatro horas al dìa en dos continentes y Canso fue su terminal más importante de cables en Norte América. El pueblo de Canso y sus alrededores vivió por cuatro generaciones gracias al impacto económico y social creada por dos corporaciones, una vez que estas estuvieron ausentes el vacio que dejaron fue muy grande y difícil de llenar, lo que se agrava posteriormente con el colapso de la industria de la pesca hace más de veinte años atrás. Incluso hoy existen cables submarinos que llegan a la costa este de Nova Scotia, se trata de cables del teléfono que son irrelevantes para Beaver Harbour. Hoy las estaciones están ubicadas en las ciudades importantes.
La tecnología del cable submarino es hoy muy diferente, se trata de cables de fibras ópticas, muchos de apenas tres pulgadas de diámetro revestido de polietileno, fibra de vidrio,
cobre, alambre de acero y polipropileno. Aquellos primeros cables que cruzaron el Atlántico en 1988 tenían ya una capacidad de transmitir 40.000 llamadas simultáneas; estos, llevan el 95 por ciento de la voz internacional y el tráfico de datos, mientras que el restante 5 por ciento lo transmiten los satélites. El casi 100 por ciento del internet es transmitido por cables submarinos. Una de las pocas excepciones en este respecto hasta hace muy poco era Cuba obligada por el bloqueo de los Estados Unidos de usar el internet por satélite porque tenía impedido conectarse a los cables submarinos de fibra óptica.
Desde tiempos antiguos grupos de seres humanos han usado elementos para comunicarse, sea señales de humo, reflejos de luces, óptica, almenaras o faros, mensajes por cartas, señas y comunicación verbal unos con otros, nunca hemos tenido el acceso masivo a las comunicaciones que tenemos hoy. Nuevas tecnologías emergen continuamente, se suman al consumo del mundo, han logrado alcance individual y complejo. Aparatos como el computador personal, el Internet, teléfono móvil o celular ha aumentado la producción y diseminación de millones de mensajes y piezas de información. Estos se unen al teléfono, la televisión, la radio y la prensa escrita para formar un verdadero «rio» de comunicaciones.
Podríamos pensar que gracias a la tecnología estamos más informados que nunca antes, que somos individuos más ilustrados, con un desarrollo más amplio del pensamiento crítico. Las noticias y las informaciones usan gran parte del flujo de las comunicaciones, además del uso de datos que diferentes instituciones hace y de sus conversaciones y mensajes. Sabemos que muchas noticias e informaciones enviadas a través de los cables son confeccionadas siguiendo un padrón ideológico, que muchas son simplemente propaganda. Pero sin duda hay mucha información válida en esos millones de piezas que también los cables llevan. ¿Acaso ese individuo con acceso a toda esa información la usa? ¿Acaso la información existente se pierde cuando se encuentra cara a cara con ese individuo «moderno» pero adulón, a-histórico, insatisfecho, sólo, inseguro? Un individuo que parece interesarse muy poco por informarse más o por tratar de entender la complejidad que lo rodea.
Me imagino a ese individuo «moderno» enchufado en su computador jugando juegos, o conectado con su pequeñita unidad móvil hablando de asuntos banales y más bien pasando el rato. Me lo imagino yendo y viniendo de aquí para allá, acarreando como las urracas objetos brillosos y sin valor a sus nidos. Disfrutan sin duda lo que otros lograron con esfuerzo, de los derechos que pelearon, de las guerras en que murieron, de la ciencia que descubrieron y hasta de la tecnología que inventaron, pero aparte de pensar en hacerse ricos o ganarse la lotería ¿cuál es la contribución de este ser humano nuevo?
Son reflexiones un poco injustas, se, pero se me hacen como inevitables mirando como Canso languidece entre su mar y su viento. Muere sin que sepamos su pasado como tantas comunidades del Atlántico pero también nos enseñan silenciosos una lección que si no aprendemos es a nuestro propio costo. Canso pierde su población, es la forma en que la muerte se presenta en ciudades y pueblos, muerte por falta de actividad económica. Lejanos los tiempos en que una planta procesadora del lugar, como aquella procesadora de productos del mar que empleaba a 500 personas en trabajos sindicalizados y con sueldos decentes. En Canso, como en muchos pueblos, la actividad bien pagada tiene hoy que ver con el gobierno provincial, que también amenaza cortes. Y la otra tiene que ver con visitantes y turistas en el verano. Dentro de este esquema económico impuesto en casi todas partes no hay espacio para la gente y menos para su historia. Y, aunque la propaganda habitual continúe «falsamente optimista» engaña a pocos y menos que a nadie a los habitantes del lugar que conocen bien su realidad. Me explicaba con amabilidad una persona de Canso que el cierre del Liceo del pueblo, que sirve a todo el condado, se está contemplando para el próximo año por falta de estudiantes.
Los vestigios silenciosos y la historia de las comunicaciones por cables submarinos en Canso seguirán existiendo y algunos se acercarán cada año a ese pasado suyo tratando de entenderlo. Pero la mayoría continuará siendo indiferente a esta y tantas otras historias de hombres y mujeres que forjaron nuestro presente y crearon con su esfuerzo riqueza, mayormente para otros. Se trata de gentes comunes y desconocidas: no escribieron un best seller ni salieron en Oprah, no están en los noticieros de «segundos» que atendemos, no tienen página web ni figuran en facebook.
Fuentes:
«History of the Atlantic Cables & Undersea Communications» by Bill Glover
» Whitman House Museum» Canso
» Nova Scotia Archives»
» History of Telegraph and Telephone Companies of Nova Scotia» by Ivan Smith