El reciente anuncio de que el Gobierno autorizara a que los ciudadanos cubanos residentes en el exterior inviertan en la economía nacional, en mi opinión es una buena noticia. No es todo lo que se necesita pero es un paso en la dirección correcta.
Como según lo publicado tendrían que ser por montos no superiores al millón de dólares, habría que pensar que no están concebidas principalmente para que sean inversiones en el sector estatal de la economía, sino para el llamado sector no estatal, o sea para el sector privado y también el cooperativo.
Sin embargo habrían varias cuestiones a resolver para que no se convirtiera en un buen propósito pero impracticable. Algunas de ellas:
No a todos los cubanos residentes en el exterior, posiblemente no a la mayoría, les sería posible invertir ni siquiera 250 mil dólares de una vez para proyectos en Cuba.
Aun contando con un monto de capital suficiente para llevar a cabo una pequeña inversión en Cuba, requeriría tener un status de persona jurídica con todas las garantías y posibilidades para ejecutar su inversión. En la práctica requeriría que le fuera aprobada una Pyme específicamente para invertir y operar un negocio dentro de las regulaciones que establece la Ley de Inversión extranjera. No tendría mucho sentido práctico que, si todavía no se ha decidido autorizar las Pymes para los residentes en el País, se aprueben para que sean los cubanos residentes en el exterior los que puedan crearlas para operar sus inversiones en Cuba.
A su vez, no sería exagerado afirmar que en los 28 años que hace que se despenalizó el dólar, en 1993, hasta hoy han ingresado al país por la vía de las remesas miles de millones de dólares. Aplíquese una cifra media de 2500 millones por año, que posiblemente nunca haya sido inferior a esa, y se podrá tener una idea aproximada del volumen de recursos financieros que hubiesen podido ser mejor utilizados, además de en el consumo, y en otras como las actividades comerciales importadas, las inversiones inmobiliarias y en determinados casos suntuarias; en la inversión productiva desarrollada por miles de pequeños y medianos productores privados en especial en la agroalimentaria.
La solución realmente inteligente y práctica podría ser acabar de aprobar la legislación, por el procedimiento más ágil posible, autorizando la creación y reglamentando las Pequeñas y Medianas empresas privadas, que quizás sea el vehículo idóneo para que a través de ellas pudieran invertir tanto cubanos residentes en Cuba como en el extranjero.
Uno de los principales problemas que tiene que lograr resolver hoy la economía cubana, posiblemente uno de los más urgentes, junto al grave problema alimentario, es la escasez de liquidez en divisas que le permita operar con un mínimo de eficiencia.
Asumiendo, por ejemplo, que a las Pymes en un primer año les fuera posible asimilar un monto total de mil millones de dólares, posiblemente sería más difícil lograr que Mil cubanos del exterior pudieran movilizar para invertir en Cuba 1 millón de dólares, que lograr que 50,000 cubanos puedan invertir en un año 20 mil dólares. El efecto en la incorporación de liquidez en divisas al país sería similar, pero la repercusión en la capacidad productiva y de oferta de productos para el consumo podría ser sustancialmente mayor, sobre todo si una parte de esa inyección de pequeños capitales fuera dirigida hacia la pequeña producción agroalimentaria. Habría que calcularlo, pero con toda seguridad el efecto multiplicador sobre la economía seria sustancialmente mayor en la variante de los 50 mil inversores a un promedio de 20 mil dólares anuales por cada uno.
A la economía del país y al Gobierno, en definitiva lo que más debe interesarle es que ingresen la mayor cantidad posible de divisas que puedan ser movilizadas en función de los interesas de toda la economía, que debe incluir, por supuesto los de la población. Las remesas ingresan a través de los mecanismos bancarios a la economía, pero su destino es para ser utilizado por la población. Y es en este punto donde una decisión inteligente y no ideologizada en lo pequeño, puede contribuir decisivamente, en esta etapa especialmente complicada, a integrar a un segmento importante de la población cubana, que vive tanto dentro del país como en el exterior, a la solución productiva que puede significar un aporte significativo a la salida de la crisis en este momento histórico.
Habría posiblemente que ajustar los mecanismos, esencialmente bancarios, y también legales, que permitieran que los dólares que las personas naturales reciban en concepto de remesas puedan convertirse en el capital inicial para crear una Pyme, cuyo propietario sea una sociedad creada, según la ley cubana, entre un cubano residente en Cuba y otro cubano residente en el extranjero.
Si a esa Pyme el Banco le autoriza a crear una cuenta en divisas para que la utilice para pagar importaciones de equipamiento, materias primas y materiales para desarrollar su proyecto, pero que sus gastos de operación, incluyendo salarios los ejecute en CUP comprándolo a la tasa oficial, actualmente en 24 por 1 dólar, podría ser la formula, en la etapa actual, de hacer coincidir los intereses de la población de recibir remesas para poder adquirir los bienes de consumo que pueden comprar en las tiendas de dólares y también invertir en una pequeña o mediana empresa privada, como un negocio familiar o en sociedad legal con un cubano que está interesado en invertir desde el extranjero, sin necesidad de que tenga que invertir en el país, si no es su deseo.
La Ley que a estos efectos sería necesario poner en vigencia supondría permitir la creación de las Pymes, otorgándoles los máximos rangos de personalidad jurídica que las convertiría en entidades económicas en los sectores productivos, de servicio, comercio, transporte, construcciones, alojamiento y otros con múltiples derechos económicos y a sus propietarios en empresarios privados. Sus ganancias, después de pagar los impuestos, también tendrían que ser bienes privados, que pueden ser reinvertidos, usados para el consumo o repatriados.
Una voluntad así tendría el encanto de poner al imperio ante la paradoja de utilizar el bloqueo para impedir el fomento en Cuba de las empresas privadas por personas que son ciudadanas de los Estados Unidos.
Tomado de El Estado como tal.