Las llamadas «clases dirigentes» de Colombia, han logrado mantener el control del poder utilizando una combinación de coerción y consenso que les ha permitido realizar procesos electorales de manera casi ininterrumpida. Pero en Colombia no hay democracia participativa ni poder popular. En Colombia hay eso: elecciones y represión. Es decir, una «Democracia Genocida» como la […]
Las llamadas «clases dirigentes» de Colombia, han logrado mantener el control del poder utilizando una combinación de coerción y consenso que les ha permitido realizar procesos electorales de manera casi ininterrumpida. Pero en Colombia no hay democracia participativa ni poder popular. En Colombia hay eso: elecciones y represión. Es decir, una «Democracia Genocida» como la llamara el Padre Javier Giraldo.
Esta combinación de coerción con elecciones, coincide en sus rasgos fundamentales con los procesos de «Promoción y Fortalecimiento de la Democracia» que han venido impulsando los Estados Unidos a lo largo y ancho del continente tanto para controlar «transiciones democráticas» a partir de las dictaduras del Cono Sur (que los propios Estados Unidos y su poder corporativo instauraron y apoyaron), como «procesos de paz» en Centroamérica. Es un modelo particular y restringido de democracia que sirve al poder corporativo y a los intereses de las políticas neoliberales. En el momento en el que se desarrollan 12 procesos electorales en el continente (ver http://news.bbc.co.uk/1/shared/spl/hi/guides/456900/456942/html/nn1page1.stm) y ante la posibilidad creciente de que a través de los procesos electorales lleguen al poder representantes de movimientos y procesos populares que se oponen al modelo neoliberal, las maniobras de «Promoción de Democracia» se intensifican de manera que quienquiera que ocupe el poder, respete y promueva el proyecto continental de «libre comercio» que de manera avasalladora fuera derrotado en la reciente Cumbre de Mar del Plata por las expresión la voluntad popular.
En Colombia, el régimen del derechista Alvaro Uribe, ahora candidato a la reelección, ha consolidado las fuerzas de la derecha con el respaldo absoluto de los EEUU. Ello ha movilizado una fuerte oposición que podría fortalecerse en lo electoral a través de un partido de izquierda unitaria establecido ayer bajo el nombre de Polo Democrático Alternativo (PDA). Este partido nace de la unión del Polo Democrático Independiente y de Alternativa Democrática, bajo una posición programática que en principio se opone al proyecto neoliberal que promueve el Gobierno Bush-Uribe. En este contexto, quien fuera Secretario General de la OEA y promotor orgánico de las políticas corporativas en el continente Americano, Cesar Gaviria Trujillo, anuncia acercamientos con el PDA para crear una «gran coalición democrática» de oposición a Alvaro Uribe. La estrategia parece sacada de un manual de «Promoción de Democracia» del NED (National Endowment for Democracy) de los EEUU. El Directorio Nacional Liberal, en representación de una elite tecnocrática, aliada con el poder financiero y corporativo transnacional, se propone a si misma como alternativa para cooptar la oposición. Considero que este tipo de maniobras no son exclusivas del contexto colombiano y por ello, me atrevo a compartir un comentario en la perspectiva de reaccionar y dialogar. Ante todo, creo que es necesario pronunciarse ante estas maniobras para develarlas, denunciarlas y no seguir cayendo en las trampas que ponen a los pueblos. Es por eso que me tomo el atrevimiento de escribir.
El Directorio Nacional Liberal del Partido Liberal Colombiano, en cabeza de Cesar Gaviria, según lo anuncia el diario El Tiempo ( http://eltiempo.terra.com.co/proy_2005/elecciones2006/home/ARTICULO-WEB-INTERNA_SECCION_PROY_2005-2644693.html ), se acerca al Polo Democrático Independiente y a Alternativa Democrática, precisamente hoy, cuando los dos últimos se unen en el Polo Democrático Alternativo, para promover un proceso de acercamiento en la perspectiva de crear lo que Cesar Gaviria califica como una «gran coalición democrática» Actúa como vocero del Partido Liberal, el pre-candidato, ex-candidato y ex-ministro Horacio Serpa. Todo esto tiene el respaldo del expresidente Alfonso López Michelsen y cuenta con el protagonismo de Rafael Pardo. Sin consultar la opinión de otros y a título absolutamente personal, me siento en el derecho y en la obligación de escribir estas líneas como reacción frente a esta noticia.
En síntesis, se trata de una vieja trampa, frente a la que no se puede hacer silencio. Alguien busca controlar y manipular el proceso electoral en Colombia, porque le interesa y le conviene ganar cualquiera sea el resultado. A ese mismo le preocupa que en Colombia exista la posibilidad real de que una Unidad de Izquierda Democrática llegue a la Presidencia con un Mandato Popular contundente. ¿No será el mismo que ordena a la «oposición» retirarse en Venezuela? ¿O el que secuestra y derriba el Gobierno legítimo de Aristide en Haití? ¿O el que atemorizó a los salvadoreños con suspender el ingreso de remesas de los EEUU si ganaba el FMLN? ¿O el mismo que ha «promovido democracias» neoliberales en todo el continente para que los mismos modelos y leyes y planes se implementen en todas partes ? ¿Quien manipula el proceso juega al cara y sello, solo que tiene arreglada la moneda y controla con dinero, propaganda y represión los medios, las calles, las leyes, los campos, los medios y las conciencias. Con cara gana el y con sello ganan ellos (los mismos). Son, realmente, las dos caras de la misma moneda. Veamos lo evidente:
Cesar Gaviria, Rafael Pardo, Alfonso López Michelsen y Horacio Serpa son representantes y voceros absolutos e indiscutibles del modelo (made in corporate USA) que impulsa Alvaro Uribe Vélez y que ellos promovieron y ejecutaron, cada cual, en su momento. Cesar Gaviria es recordado y reconocido por la introducción de la Apertura Económica neoliberal durante su gobierno. Las consecuencias de esos ajustes en términos de empobrecimiento, dependencia, injusticia social, desmantelamiento y privatización de las entidades y servicios públicos son innegables. Su Ministro de Defensa fue Rafael Pardo, un uribista a ultranza que ahora se acomoda. Ni siquiera hace falta que haga memoria sobre López Michelsen y Serpa.
Los liberales, proponen una oposición a Uribe que no es oposición a las políticas que promueve y ejecuta Uribe. Es una oposición para seguir ejecutando y para profundizar la estrategia corporativa, neoliberal transnacional que viene en un «paquetazo» que incluye por el mismo precio terror y guerra, con entrega incondicional de la soberanía, la riqueza y el país a través del TLC, el ALCA y la legislación correspondiente y consecuente. Los liberales impulsan la política corporativa de los Estados Unidos. Si gana Uribe, seguimos como vamos hacia el totalitarismo y el sometimiento al poder corporativo. Si gana Serpa, Cesar Gaviria, López Michelsen, Rafael Pardo y sus liberales, vamos hacia el totalitarismo y el sometimiento al poder corporativo. No hay ninguna diferencia. En otras palabras, yo no creo que estén peleando entre los mismos, o si lo están haciendo, es un problema personal; se habrán aburrido de Uribe, pero no pelean contra el propietario de la moneda y de los partidos tradicionales que es el que manda y no aparece, pero a quien ya conocemos.
Llama la atención que el propio César Gaviria, según lo cita El Tiempo diga que «en Colombia habrá una nueva redefinición política, a través de una gran coalición democrática integrada por el Partido Liberal, el Polo Democrático y Alternativa Democrática». Y me llama la atención no solamente porque dice «Gran Coalición Democrática» Ni más ni menos, la estrategia pluralista que movilizó por la abstención frente al fallido y rechazado referendo de Uribe. Queda claro que Cesar Gaviria y el Partido Liberal tienen la clara y desvergonzada intención de cooptar para el modelo, una de las mayores fuerzas de oposición al modelo que haya existido en tiempos recientes, Falta ver lo que va a decir la «Gran Coalición» al respecto. En todo caso, esta no es una «redefinición política» ni es «nueva» es una reactivación oportunista de la vieja estrategia de cooptación, dentro de la nueva practica de «promoción de la democracia» que se viene implementando alrededor del globo para que todo cambie y todo siga peor.
A mi parecer hay algo positivo en esto. No es suficiente, aunque sea necesario, definirse contra Uribe en las próximas elecciones. Lo indispensable es tener y defender proyectos y propuestas populares y entender que en estas elecciones se define la posición del pueblo colombiano a favor o en contra del modelo neoliberal y de la globalización. En otras palabras, si estamos a favor o en contra del propietario de la moneda que es el que sale ganando si los liberales de Cesar Gaviria se tragan al Polo Democrático Alternativo o si repite a su servicio Alvaro Uribe Vélez. Lo que está a prueba es definir si existe o no oposición en Colombia, o si los mismos siguen ganando porque se ubican unos en el lado oficial (Uribe) y otros en la pretendida oposición (Dirección Liberal Nacional).
El desafío de no dejarnos manipular depende de la claridad que tenga el pueblo y los movimientos sociales para no creerse las componendas que se hacen en los grandes salones y con los discursos de palabrería manoseada. En otras palabras, que la gente sepa lo que quiere y lo que no quiere. Si no queremos TLC, ALCA, privatizaciones, ajuste estructural, ley de bosques, neoliberalismo y si queremos soberanía alimentaria, justicia social, respeto a los procesos y movimientos populares, paz, salida negociada y justa al conflicto armado y poder popular, entonces, estamos con quienes promueven y defienden con sus actos y hechos estos derechos. Allí no aparece ninguno de los oficialistas liberales neoliberales que ahora dicen ser oposición. No me siento solo al hacer este comentario, porque es fácil identificar la verdadera oposición y es necesario exigirle a quienes la representan que se mantengan firmes, que no se dejen manipular, que no están solos, que representan un proyecto popular.
El que este país reclama y que salió a marchar en el Cauca al instaurar el Congreso Indigena y Popular y luego en las Consultas contra el TLC y en las movilizaciones del 12 de Octubre y en las Marchas de las Mujeres y en las huelgas de hambre de sindicalistas y en la toma de la iglesia por el pueblo afrocolombiano y en Libertad para la Madre Tierra y en tantas expresiones y acciones de resistencia y promoción de alternativas populares en curso.
Es justo y es necesario que quienes no estén de acuerdo con el modelo y deseen apoyar una verdadera alternativa, puedan hacerlo sin someterse a viejos sectarismos. En otras palabras, yo si creo que liberales y conservadores pueden y deben poder ponerse por encima de las maquinarias partidistas y defender intereses populares para oponerse no solo a Uribe, sino al modelo que el y los liberales representan. Pero no creo que a cambio de conseguir su apoyo, haya que transformar la oposición en la «Gran Coalición Democrática» que propone Cesar Gaviria y convertir al recién nacido Polo Democrático Alternativo en un Partido Liberal Corporativo para que todo cambie y todo siga peor por el mismo camino.
Entre las muchas lecciones aprendidas con los «hermanitos Mayores» -indígenas-, hay una que rescato en este momento: «el que no tiene propuestas propias, termina negociando las del otro». Estos pueblos ancestrales resisten y construyen proyectos, propuestas y procesos sobre la base de su identidad, su historia, su cultura y su dignidad. Quienquiera que respete y apoye estos procesos y los ayude a fortalecerse, se opone al Proyecto de Muerte (corporativo) imperante y respalda propuestas y Mandatos para que el otro país necesario sea posible en defensa de la Vida. La posición política de estos pueblos no es, en consecuencia electoral sino programática y propositiva. Lo electoral debe someterse a la posición y no al contrario. Aunque de la proclama a la práctica haya mucho trecho y se den contradicciones, esta decisión de someter los partidos y procesos electorales a los proyectos y propuestas populares es el de la democracia popular y el de la alternativa. Me repugna desde allí, la manipulación y el intento grosero de cooptación y espero no equivocarme al sentir que somos muchos: la mayoría, quienes no caeremos en la trampa.
Finalmente pregunto a quienes han tenido la paciencia de leer hasta acá, quien y quienes, entre los que son posibles candidatos, han caminado su palabra por la vida, la justicia, la equidad, la soberanía y la libertad ¿Quien entre ellos, va a respetar y respaldar la consolidación de un Mandato Popular? Es el pueblo el que debe reconocerlo y en consecuencia decidir y entregarle la responsabilidad de asumir la candidatura y luego el poder para gobernar con el pueblo. ¡Nos corresponde decidir por la vida y defender con la vida la decisión!